¿Cómo se mide la productividad en las oficinas catalanas? ¿Cuántos correos electrónicos se responden al día? ¿Es mal visto irse puntual? ¿O se gana puntos al alargar la jornada? Recientemente ha surgido un concepto que se presenta como la alternativa a la productividad frenética y busca la obsesión por la calidad. Es el Slow Productivity y está impulsada por Cal Newport, uno de los grandes pensadores estadounidenses de moda. Y con tres ideas sencillas de llevar a cabo: hacer menos cosas, trabajar a un ritmo natural y obsesionarse por la calidad.
Hacer muchas tareas a la vez estresa el cerebro. El ilustrador Toni Galmés lo tiene claro y en el Lápiz especial de Semana Santa se apunta a la nueva moda. Es el momento de programar descansos y vivir eternamente en el mundo del Slow Productivity.