Todos ganamos, sin tabaco y sin coches en las grandes ciudades

"De aquí unos años nos parecerá a todos alucinante que en Barcelona se pudiera circular con coches y motos"

Una conductora fumando al coche. | iStock Una conductora fumando al coche. | iStock

Cada vez es más normal ver gente en Barcelona que lleva una máscara para filtrar el aire que respira, sobre todo en ciclistas y motoristas. Y es que cada vez son más habituales las noticias que salen en los medios donde se alerta de los efectos de la contaminación en la salud de las personas.

Hoy en día, todo ciudadano barcelonés es consciente de que Barcelona tiene un problema con la contaminación, sobre todo gracias a los episodios que ha tenido de alta contaminación que han hecho más presente esta problemática. Y es que no nos tenemos que olvidar de que Barcelona es la ciudad europea con más densidad de vehículos (unos 6.000 coches por km2) y con unos niveles de polución del doble respecto a capitales como por ejemplo Paris o Londres.

"Barcelona es la ciudad europea con más densidad de vehículos (unos 6.000 coches por km2) y con unos niveles de polución del doble respecto a capitales como Paris o Londres"

Se estima que en Barcelona se mueren cada año 650 personas debido a las altas concentraciones de PM2.5 y la mayoría de nosotros no somos conscientes. Por qué digo esto? Desde mi punto de vista, si como sociedad fuéramos plenamente conscientes del aire que respiramos en la ciudad causa miles de muertes prematuras cada año (del mismo modo que sabemos que fumar mata), no nos alarmaríamos cuando se plantean medidas drásticas como por ejemplo la prohibición de los vehículos motorizados en la ciudad. Lo definió muy bien Carles Capdevila en uno de sus brillantes artículos: "Si te pones a favor de las personas, te tienes que poner a la fuerza en contra de los coches".

Decidme iluso si queréis, pero estoy convencido que de aquí unos años, quizás 5, quizás 10 o quizás 50 (esperemos que no tantos), nos parecerá a todos alucinante que en Barcelona se pudiera circular con coches y motos de combustión, igual que hoy en día, nos parece alucinante que no hace tantos años, se pudiera fumar en espacios públicos cerrados como por ejemplo universidades, autobuses, cines u hospitales.

"De aquí unos años, nos parecerá a todos alucinante que en Barcelona se pudiera circular con coches y motos de combustión, igual que hoy nos parece alucinante que se pudiera fumar en universidades, autobuses, cines u hospitales"

La mayor parte del argumentario en contra de la prohibición de los vehículos motorizados en la ciudad gira alrededor de dos líneas. Por un lado; la afectación negativa que esta medida tendría en la movilidad urbana. Hay quién argumenta que no se puede tomar esta medida sin ofrecer soluciones alternativas de transporte a todos los ciudadanos.

"Que se prohíban los coches el día que el transporte público sea eficiente y se pueda llegar a todas partes con un tiempo razonable"

Podemos estar más o menos de acuerdo en la efectividad del transporte público en Barcelona pero nadie negará que, hoy en día, el transporte público llega a cualquier rincón de la ciudad. Eso sí, el tiempo que se tarda para hacer algunos trayectos es más elevado que en transporte privado.

En este sentido, está comúnmente aceptado que se tiene que aumentar las opciones de transporte público sostenible (autobuses eléctricos y tranvía) en Barcelona para aumentar la frecuencia en horas punta y ofrecer nuevas alternativas de desplazamientos. Sin embargo, hay un factor que a menudo no se tiene en cuenta y que tendría un efecto muy positivo en la calidad del transporte público.

Imaginaos por un momento la calle Aragón sin coches. Cuesta de imaginar... y es que en la Calle Aragón hay 6 carriles de coches. Pues imaginaos que sólo 4 de estos carriles fueran exclusivamente para buses y taxis. Los otros dos se podrían adaptar uno para bicicletas y el otro para urgencias como por ejemplo ambulancias, bomberos, policía, etc. No creéis que la movilidad de estos sería mucho más rápida que la actual (tanto del transporte público como del privado)?

Por otro lado, hay quien todavía argumentaría lo siguiente:

"Yo quiero llegar en transporte hasta la puerta de mi casa. Esto, el transporte público nunca me lo podrá ofrecer"

Estamos de acuerdo. No se trata de sobredimensionar el sistema, la solución no es poner una parada de autobús ante cada comunidad de vecinos. Para convencer este sector, sólo hay que hacer un listado de todos los medios de transporte privados que se ven hoy en día por las calles de Barcelona y que no tienen ningún efecto negativo sobre la salud de las personas. Me estoy refiriendo a bicicletas, patinetes, monopatines, patines de ruedas, y tantos otros vehículos eléctricos que hace unos años ni siquiera existían.

Además, no tenemos que olvidar el estímulo económico que supondría este cambio para todos los conciudadanos, a corto y a largo plazo. A corto, porque si haces cuatro números rápidos, enseguida te das cuenta de que el beneficio de invertir 1.000 euros (incluso menos) en la compra de una bicicleta eléctrica en detrimento de la utilización de un coche o una moto de combustión es inmediato.

Y, si de verdad nos preocupa el legado que dejamos a las futuras generaciones, lo que es más importante: los beneficios a largo plazo. En el informe de la OMS (Organización Mundial de la Salud) publicado en 2015, se estimaba que el coste de la contaminación en Europa era de aproximadamente 1,4 b€ en salud representando el 10% del PIB. En concreto en España, estos valores eran de 38.000 m€ (un 2,8% del PIB). A pesar de que estos números son aproximados y se basan en estudios científicos, la orden de magnitud siempre es una buena referencia para comparar y valorar el significado de una cifra económica. En este sentido, es importante tener en cuenta que el presupuesto del Ministerio de Sanidad en España para el 2016 fue de 2.029 m€.

Estos son los efectos positivos más inmediatos que se nos ocurren cuando nos imaginamos una Barcelona sin vehículos de combustión, pero no seremos conscientes de la magnitud del cambio hasta que nos la encontremos. La prohibición de los coches y motos en la ciudad aumentaría enormemente la calidad de vida de las personas.

Siguiendo con los ejemplos; cuántos de nosotros tomamos la decisión de cerrar las ventanas y abrir el aire acondicionado porque el ruido de los coches y motos no nos permite mantenerlas abiertas? Sin vehículos de combustión, los niveles de ruido en Barcelona se reducirían drásticamente aumentando así la calidad de vida de todos nosotros en todos los aspectos. Si nos centramos en el campo energético, reduciríamos el consumo eléctrico de la ciudad, por ejemplo evitando el uso excesivo de aparatos de aire condicionado o enjugando la ropa al aire libre (energía renovable), puesto que el aire ambiente estaría limpio.

Por otro lado, algunos sustentan que prohibir la circulación de vehículos motorizados en Barcelona sería un importante agravante de la economía local de los barrios dando el ejemplo de las polémicas súper-islas.

En cuanto a la economía local de los barrios, la prohibición de los vehículos combustión por transporte privado también tendría efectos positivos (evidentemente, la prohibición total inmediata no tendría que incluir aquellos vehículos de trabajo que se utilicen para transportar mercancías, puesto que tendría que ser un objetivo prioritario no afectar la economía diaria y por lo tanto, el día a día de las personas). En la misma línea que el argumento utilizado para justificar la mejora en la rapidez del transporte público, las empresas de transporte de mercancías también distribuirían sus productos de manera más efectiva, mejorando su servicio y consecuentemente, incrementando sus ingresos. Con estos ingresos extras, estas empresas tendrían un ahorro justificado para empezar a cambiar la flota de vehículos de combustión por vehículos eléctricos. Al final, las medidas tomadas con sentido común por el bien de las personas, siempre acaban beneficiando a todos los vectores implicados.

"La prohibición de los coches y motos en la ciudad aumentaría enormemente la calidad de vida de las personas"

Hace falta también mencionar la relación del transporte con la transición energética. Cuando hablamos de transición energética nos centramos enseguida con el sector eléctrico: se han hecho muchos estudios que demuestran que la generación eléctrica 100% renovable es totalmente viable tanto tecnológicamente como económicamente. Sin embargo, a menudo nos olvidamos de que el transporte representa casi un 40% del consumo energético final en España. Y es que hay que dedicar muchos más esfuerzos (económicos y políticos) para conseguir que algún día el transporte de nuestra casa también se alimente de fuentes limpias y renovables. Para que esto pase, antes tenemos que conseguir disminuir considerablemente este porcentaje y la manera más fácil de hacerlo es actuando allí donde tenemos más alternativas y recursos; las grandes urbes.

Quizás sí que estamos muy lejos de conseguir este objetivo, pero hay medidas que podemos tomar rápidamente en defensa de la salud de las personas más vulnerables (en este caso, las personas que viven en las grandes urbes) que no supondrían cabeza sobre coste por la sociedad, sino todo el contrario, resultarían con beneficios económicos y en una mejor calidad de vida inmediatos.

Por salud, por seguridad económica y política, pero sobre todo, por la dignidad de las futuras generaciones, tenemos que actuar rápidamente en este campo y dejar atrás lo mejor posible un sistema energético basado en la crema de combustibles fósiles. Desde las instituciones, hasta la sociedad civil, pasando por las empresas privadas. Todos podemos tomar medidas inmediatas, concretas, del día a día que harán de Barcelona (y del mundo entero), una ciudad más agradable y más atractiva para las personas que vivimos.

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