Recreació de una imagen aèría de Aguaduna, la ciudad que se crearà desde cero al norte este del Brasil | Cedida
Recreació de una imagen aèría de Aguaduna, la ciudad que se crearà desde cero al norte este del Brasil | Cedida

Empezar una ciudad desde cero: un proyecto catalán en Brasil

La utopía de crear un núcleo urbano sostenible choca con la realidad de una sociedad que todavía no lo es

Aguaduna es el nombre que recibirá una ciudad construida desde cero en Brasil. Es un proyecto gestado en Catalunya que cuenta con un presupuesto inicial astronómico: 2.000 millones de euros. El terreno donde se creará este núcleo urbano tiene 1.000 hectáreas y se encuentra en el municipio de Entre Ríos, en el nordeste del país. Entre los objetivos de esta población surgida de la nada están atraer a unos 60.000 habitantes y que no haya ningún vehículo con motor de combustión. Es una iniciativa ambiciosa, especialmente en cuanto a la vertiente ecológica, que llega a un país que actualmente tiene muy poco interés político en reducir los niveles de contaminación y que deja perder miles de kilómetros de Amazonas -el pulmón del mundo- cada año.

"Queremos crear una ciudad para cambiar el paradigma de la relación entre el humano y la naturaleza", explica durante una conversación con VIA Empresa Tarek Al Masri, responsable de desarrollo de Aguaduna y socio de la firma Seed Global Advisoring (SGA), una consultora con sede en Barcelona. El terreno es propiedad de Nurigas Emprendimientos, una sociedad participada por las familias Matutes y Espallargas. Por no hacer un complejo hotelero –un negocio que ya conocen bien –, han optado por toda una ciudad. "Nos dedicamos a la sostenibilidad desde hace muchos años, así que cuando nos lo propusieron, pensamos que nos encajaba mucho", relata Al Masri.

De momento, se encuentran en la fase de definición del proyecto. La intención es que las obras empiecen durante el tercero o cuarto trimestre de este 2021, unos timings que se han alargado debido a la pandemia. Todavía no hay fecha oficial de llegada de los primeros habitantes, pero se prevé que este primer periodo de construcción acabe en tres años. Entonces, habría una extensión construida de unos 400.000 metros cuadrados pensada para que vivan unas 10.000 personas. La inversión de esta primera parte de ejecución será de unos 250 millones de euros, que se añaden al gasto ya hecho de 20 millones.

Los desarrolladores de Aguaduna ya piensan en replicar el modelo en otros países; a pesar de que no concretan dónde han empezado a negociar, les gustaría que la segunda ciudad de este tipo estuviera en España

"Es dificilísimo empezar una ciudad desde cero; me recuerda a las utopías del siglo XIX, parece que así podamos salvar el mundo", considera Albert Cuchí, profesor de arquitectura especializado en sostenibilidad de la Escola Tècnica Superior d'Arquitectura del Vallès (ETSAV) de la UPC. Pero añade: "Está bien que haya utopías". Y es que hacer aparecer una ciudad es una oportunidad de pensarlo todo desde el principio en los términos actuales, pero se debe tener en cuenta hasta el último detalle. "Prestamos mucha atención a cada vertical, especialmente a la movilidad, la seguridad y la energía", explica el responsable de desarrollo de Aguaduna. Para cada una de estas áreas, tienen a un socio -de momento, sólo han anunciado Siemens- que contribuirá a implantar iniciativas de I+D que crearán puestos de trabajo. Estos trabajadores serán los primeros residentes de Aguaduna, un nombre que evoca el terreno donde se construirá, una zona de lagunas naturales y dunas.

¿Cuándo se dará la ciudad por acabada? "En unos 12 o 15 años finalizaremos el proyecto y puede haber muchas modificaciones de presupuesto con tanto tiempo", indica Al Masri. El dinero proviene de recursos propios, fondos públicos y privados que se han interesado por la parte más vinculada a la sostenibilidad, y de los socios que ayudarán a levantar las infraestructuras necesarias. "A nivel industrial, el objetivo es crear un ecosistema de grandes corporaciones, startups y universidades", detalla. El turismo no será una parte central de la actividad económica de la ciudad, pero tendrá cierta presencia. "Queremos destinar un 80% de la vivienda a primera residencia y un 20% a segundas residencias y alojamiento turístico", explica Al Masri.

¿Cambiar las ciudades o crear otras nuevas?

Una de las principales preguntas que aparece a la hora de evaluar este proyecto es si se puede construir una ciudad sostenible en una sociedad que no lo es. Esta duda es aplicable en Brasil, pero también en cualquiera otro lugar del mundo. Y es que SGA ya ha empezado a estudiar otras ubicaciones para replicar el modelo de una Aguaduna que todavía no se ha hecho realidad. A pesar de que Al Masri no quiere concretar, sí asegura que les gustaría que el primer sitio de la lista para hacer un proyecto pareciendo estuviera en el Estado español. "Ya hemos creado sinergias en varios lugares; nos están llegando nuevas oportunidades antes de lo que esperábamos", afirma.

Recreació de cases unifamiliars en un carrer de la nova ciutat Aguaduna | Cedida

Recreació de casas unifamiliares en una calle de la nueva ciudad Aguaduna | Cedida

Albert Cuchí defiende el proceso inverso, puesto que "las ciudades reflejan el modelo social de quien la crea y vive en ella; si la sociedad no es sostenible, la ciudad tampoco lo será". En este sentido, recuerda que hubo un concurso en Figueres para crear un barrio ecológico, pero que cuando él y un equipo de personas empezaron a estudiarlo, "nos dimos cuenta de que todos los barrios ecológicos de Europa van a la inversa: es una comunidad que ya existe que decide vivir de una manera diferente". Mientras que el profesor apuesta por introducir cambios en ciudades que ya existen, Al Masri opina que "no se puede implantar un modelo sostenible en una ciudad como Barcelona; se tiene que ir despacio".

Como ejemplo de la dificultad que esto comportaría, explica que en Aguaduna un 50% de los alimentos que se vendan serán locales, mientras que el resto serán de proximidad, de un máximo de 20 kilómetros a la redonda. Es un modelo complicado de replicar en una gran ciudad. "Aguaduna tendrá dos realidades: allí vivirán 60.000 personas con necesidades básicas y servirá para probar nuevas soluciones", indica Al Masri. La alimentación es una, así como lo será la movilidad. El casco urbano servirá de laboratorio de una ciudad libre de vehículos con motor de combustión.

"Los ciudadanos de Aguaduna no necesitarán vehículo propio, a pesar de que podrá circular cualquier medio de transporte sostenible por la ciudad", explica el jefe del proyecto

De hecho, los visitantes tendrán que dejar su coche en la entrada y moverse con soluciones de movilidad compartida. "Los ciudadanos de Aguaduna no necesitarán vehículo propio, a pesar de que podrá circular cualquier medio de transporte sostenible por la ciudad", explica el jefe del proyecto. La movilidad compartida será el centro de la estrategia en este campo y un software público la gestionará. Como proyecto para más adelante, también se plantean introducir soluciones de transporte autónomo. Para desarrollarlas, según Al Masri, han iniciado contactos con varias empresas.

Recreació d'un carrer amb un tramvia d'Aguaduna | Cedida

Recreación de una calle con un tranvía de Aguaduna | Cedida

Por necesidad

Esta no es, ni mucho menos, la primera ciudad planificada de este siglo: hay ejemplos tan recientes como New Clark City (Filipinas, 2019), Naypyidaw (Myanmar, 2005), y Ordos (China, 2001), por ejemplo. La mayoría de estas se han construido por necesidad, ya sea de más espacio para la población o por cuestiones administrativas. También está el caso de Egipto, que anunció en 2019 que construiría una ciudad en medio del desierto para sustituir a El Cairo como capital. El caso de Aguaduna es diferente; no nace por necesidad, sino que quiere ser un laboratorio ecológico y demostrar que es posible otro modelo de ciudad.

Sobre el éxodo de los habitantes de las ciudades, Cuchí avisa de prácticas insostenibles: "Cuando la gente vive en el campo pero trabaja en la ciudad, se mueve en coche"

Atraer a habitantes será uno de los retos de la nueva población brasileña, pero sus impulsores confían en la moda rural: "Antes de la pandemia ya había movimiento de gente fuera de las ciudades, y una vez ha llegado la covid-19, todavía más, en Brasil y en el resto del mundo", asegura Al Masri. Pero para Cuchí esta tendencia no está tan clara y no es tan sencilla. El profesor de la ETSAV se pregunta donde está el límite de las ciudades: "Si vives en una urbanización, no estás en una ciudad pero tienes una vida urbana". De hecho, reflexiona que este modelo "urbano disperso" es mucho más insostenible: "Cuando la gente vive en el campo pero trabaja en la ciudad, se mueve en coche", indica.

La capacidad de Aguaduna será de unos 60.000 habitantes, pero esto no está previsto que llegue hasta dentro de unos 15 años. Hasta entonces, se seguirá pensando hasta el último detalle de lo que pretende nacer y mantenerse como una ciudad sostenible en el seno de una sociedad que todavía no lo es. En definitiva, empezar de cero.

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