La alta montaña desde dentro

Conversaciones con sus habitantes

Un pastor de ovejas en el Alto Pirineo de Lleida | parcsnaturals.gencat.cat
Un pastor de ovejas en el Alto Pirineo de Lleida | parcsnaturals.gencat.cat
Francesc Reguant | VIA Empresa
Economista, experto en estrategias de la agroalimentación
Barcelona
23 de Agosto de 2022
Act. 23 de Agosto de 2022

Estamos a las puertas de una nueva ley de la Montaña. Actualmente está vigente la Ley 2/83 de la Alta Montaña, pero han pasado muchas cosas y con buen criterio, después de darle vueltas durante muchos años, el Govern ha decidido preparar una nueva Ley de Montaña.

 

La nueva ley quiere atraer capital humano, residentes permanentes y actividad económica todo el año y quiere poner en valor los recursos endógenos. Las áreas de alta montaña cuentan con dificultades evidentes: lejanía de los grandes núcleos urbanos, altitud, clima riguroso, bajo peso demográfico (el Pallar Sobirà, donde realizo las entrevistas tiene 7427 habitantes (0,1% de Catalunya) y 1.378 Km2 (4,3% de Catalunya), poblamiento aislado, orografía complicada, peso importante de las áreas protegidas. Junto a unas fortalezas a defender e impulsar: riqueza patrimonial, reserva de tradiciones, riqueza natural, sumidero de CO2, pulmón de Catalunya, paisaje, y otros servicios ecosistémicos. La actividad que mejor ha sostenido la población ha sido la primaria (agrícola, ganadera y forestal) y su industria transformadora, en tanto que vinculada al territorio. Pero el impulso de nueva actividad ha venido del turismo, aunque en la montaña es una actividad básicamente estacional. La gestión medioambiental ha abierto un nuevo nicho de empleo. Al mismo tiempo, la mejora de las comunicaciones telemáticas está impulsando al nuevo residente teletrabajador, a menudo muy desligado del territorio. Finalmente, el grupo más importante de ocupados es personal de la administración pública para atender los diferentes servicios asistenciales, educativos y administrativos.

Pero unos hacen las leyes y otros las viven. He aprovechado mis vacaciones en el Parque Natural del Alto Pirineo, para preguntar a los "usuarios" de la futura ley. He buscado cinco perfiles diferentes, sin ninguna orientación ideológica predefinida y que estuvieran alejados de la cocina que fabrica las leyes o de quienes las proponen. Son opiniones sin más representatividad estadística que la de la suya propia pero vale la pena escucharlas. Ellos y ellas señalan las principales problemáticas, identifican soluciones y no tienen freno a la hora de poner en evidencia las realidades más críticas. La realidad es primero, es necesario que los legisladores lo entiendan. A Julia de 16 años le he preguntado cómo se imagina cuando tenga 30 años: "¡Fuera de aquí! ", me ha contestado inmediatamente sin pensar más. La ley de Montaña será necesario que afine mucho para revertir esta respuesta.

 

Sebastià Feliu, ganadero ecológico: “me gusta ver el campo bien cuidado y sufro cuando veo cada vez más campos abandonados”

Sebastià Feliu. 63 Años. Ganadero de vacas ecológicas en Àreu. Padre de dos hijos, que están realizando estudios universitarios en Barcelona. Cuenta con unos 150 animales que en junio suben a los prados de las montañas del Valle Ferrera, allí estarán hasta octubre o noviembre. A lo largo del año, en diferentes campos cultiva forraje que conserva para la alimentación en invierno de los animales. Sin embargo, con el forraje obtenido no tiene suficiente y envía 40 animales a pastar a tierras de regadío del Bajo Cinca. Hace agricultura ecológica como forma de vida y por respeto a la naturaleza. "Me gusta ver los campos verdes, me encanta ver las vacas en la montaña, disfruto cuidándolos y que estén bien. Me gusta ver el campo bien cuidado y me duele ver cada vez más campos abandonados" Le pregunto por el oso: "estoy más a favor que en contra, él estaba antes que nosotros. Para convivir con el oso es necesario que haya un buen sistema de compensaciones y el sector lo aceptará. De hecho, me dan más miedo los zorros y otros animales salvajes”.

Pero, se queja de aislamiento, tuvo un problema de salud y tuvo muchas dificultades para encontrar quién pudiera sustituirlo. No tiene renovación generacional, aunque le gustaría formar una sociedad con alguien que diera continuidad a su actividad. Ha hablado con la Escuela de Pastores pero lo ve complicado. Él es ganadero cien por cien y sabe que “si lo quieres llevar bien hace falta mucho esfuerzo y faltan horas. Algunos jóvenes se lo plantean como si fuera un hobbie y así no puede funcionar”. Hay, sin embargo, un problema serio con la vivienda. Un ganadero de Àreu no puede vivir en Sort (a 42 km) tiene que vivir aquí y aquí no hay casas, o hay muchas, pero están reservadas como viviendas turísticas para el verano. Habría que encontrar una solución.

Montserrat Jubany, directora de hotel en la Vall Farrera: “los que ya estábamos no contamos para nada, en cambio, hay otro mundo rural más ficticio que recibe subvenciones con las que se han hecho casas nuevas y abierto negocios de agroturismo”

Monserrat Jubany. 62 años. Dirige el hotel Vall Ferrera que impulsaron sus padres hace 62 años. Habla de dos mundos rurales separados. "Los que estábamos y trabajábamos todo el día para dar vida a estas tierras, no contamos para nada, no hemos recibido ningún tipo de ayuda y sí muchas dificultades. En cambio hay otro mundo rural más ficticio que recibe subvenciones con las que se han podido hacer casas nuevas y abrir negocios de agroturismo. Es decir, yo soy del mundo rural pero no me dejan serlo, no me dejan participar, al parecer,  un hotel no es bucólico". La Montserrat cree que el mundo rural importa poco a los políticos, "aquí no hay muchos votos". En su opinión el Parque Natural no tiene en cuenta a quienes viven en él. "Está dirigido por neo-rurales con ideas idílicas. A nosotros, que formamos parte del Parque, no nos preguntan qué necesidades tenemos”. De hecho, la sensación en relación al Parque es que “…Todo está prohibido. Mientras tanto se pierden cultivos y prados. Cada vez tenemos los árboles más cerca de las casas. ¿Qué harán? ¿Subvencionarlo todo? Lo que hace falta es que podamos vivir aquí por nuestros propios medios".

Echa en falta una mejor promoción de los espacios del Pallars excesivamente centralizados en dos puntos: el esquí y Sant Maurici. "Deberíamos imitar a Francia que saben promocionar muy bien todo aquello de interés dentro del territorio. Aquí tenemos la Pica de Estados y nunca he visto que lo digan en las publicidades turísticas". Consideraría muy importante que se abriera con una carretera adecuada el paso del puerto de Cabús que conecta con Andorra, esto generaría mucha riqueza y rompería el aislamiento del valle.

En paralelo expone las mejoras que ha habido y que considera que se deben valorar. "Las comunicaciones tanto por tierra como las digitales han cambiado mucho. Incluso en invierno la carretera está limpia de nieve. Los niños van a la escuela a Alins y el bachillerato lo realizan en Sort o Esterri, todos ellos van con transporte escolar. Hay servicios de taxi semanales a un precio simbólico para ir a comprar o para atender urgencias. Hay facilidades en relación a los servicios de sanidad. Es cierto, no todo se ha hecho mal y hay que decirlo. Sin embargo, considera que no se ha entendido la dinámica de esta alta montaña. "El trabajo está centralizado en poco más de un mes, pero hay que vivir todo el año. La Administración debería tenerlo en cuenta y te exige tanto cuando estás activo como cuando estamos cerrados. Deben dar facilidades para mantener los servicios, del que el hotel es uno de ellos. Si no hay servicios los pueblos de alta montaña son pueblos fantasma".

Berta Sala, ambientóloga: "es necesaria una buena gestión de los espacios, ya que actualmente se está expulsando la actividad primaria"

Berta Sala, ambientóloga, 31 años. Vive en Esterri d'Àneu desde hace tres años huyendo de Barcelona, buscando un espacio de libertad junto a la naturaleza. Su sueño inconfesable: "vivir aprovechando lo máximo de lo que me pueda dar la naturaleza que hay a mi alrededor, sin tener que renunciar a todas las comodidades que hemos vivido y a las que nos hemos tenido que acostumbrar".  Para conseguirlo, ha comprado una casa para reconstruir en Arreu, donde tiene huerto y gallinero y en el bosque, de manera autorizada, leña para la calefacción. Las tareas de gestión medioambiental le aportan los ingresos necesarios. Berta confiesa que tiene "eco-ansiedad" al observar las evidencias del cambio climático, este año con una sequía histórica.

Le pregunto por las tensiones sobre la fauna salvaje y reconoce que se está produciendo un desequilibrio, a la vez que comprende la posición de los ganaderos. "Estos, sin embargo, deben entender que deben compartir con la fauna natural el alimento de los prados, contando, sin embargo, con compensaciones adecuadas, aunque la estrategia de compensación actual ha sido insuficiente".  En su opinión, "es necesaria una buena gestión de los espacios, ya que actualmente se está expulsando la actividad primaria.  No podemos volver a un mundo imaginario de antes, ya lo hemos transformado demasiado, necesitamos un bosque que se pueda aprovechar y que admita la ganadería, sin ganadería desequilibramos el medio ambiente".

Iu Escolà, empresario agro-turístico: la vivienda se destina a usos turísticos, más remunerados y eso dificulta la instalación de la población residente

Iu Escolà, empresario agro-turístico, 24 años, gerente de una empresa familiar que regenta el camping Pica d'Estats de Àreu, donde tiene la residencia. Gestiona, asimismo, el refugio Gall Fer que en invierno ofrece esquí de montaña. Cuenta asimismo con ganadería equina. La plurifuncionalidad es frecuente en las áreas de montaña.  Ve la fibra óptica, que está esperando, como esencial para la puesta de largo de las comunicaciones digitales. Reconoce que las nuevas herramientas digitales están facilitando la actividad y la gestión con la Administración, a la vez que reducen el aislamiento, pero cree que habría que mejorar la formación digital, sobre todo a personas de cierta edad.  Las personas que viven en pueblos de montaña dependen totalmente del coche. Se ha establecido un buen sistema de transporte escolar pero habría que mejorar las opciones de transporte público, sobre todo para gente mayor.

Le preocupa la fauna salvaje, no solo el oso, explica que los muflones bajan en manada y arrasan los campos. Considera exageradas y disfuncionales algunas disposiciones extremadamente restrictivas en relación a los espacios naturales.  Al mismo tiempo se queja de la complejidad administrativa que cree que podría ser mucho más simple sin perder eficacia.  Ve imprescindible acercar las decisiones al territorio. Deberían ubicarse centros de ámbito catalán en las comarcas de montaña, por ejemplo, la oficina de gestión del oso y la fauna salvaje. Celebra el impuesto de la Generalitat sobre el carbono de los coches, ya que está aportando recursos para tareas de medio ambiente.  Cree que "deben impulsarse las capitales de comarca, las cuales se convierten en el centro comercial, de ocio y de encuentro. Sin embargo, es necesario impulsar la vitalidad de los pueblos, sosteniendo o recuperando las tradiciones, tal como las fallas". Tiene confianza en los recién llegados teletrabajadores, en Àreu se ha incorporado una familia, ella teletrabaja y él ha encontrado empleo en la ganadería. Más población quiere decir más tiendas y más servicios. Pero señala un problema serio sobre la vivienda, estas se destinan a usos turísticos, más remuneradores y dificultan la instalación de la población residente.

Júlia Escolà, estudiante de 16 años: “Te sientes muy atrapada en las montañas pues, hay tan poca gente”

Júlia Escolà 16 años. Estudia en Sort (capital de comarca) y en verano trabaja en el camping con su hermano Iu. Le pregunto què le falta a Àreu y la respuesta es rápida y espontánea: "un centro comercial", pero corrige: "pero entonces rompería el encanto de lo que es Àreu". Le pregunto què encuentra en un centro comercial y lo tiene claro: "cine, bares, ropa, gente...  ". La gente es lo que más necesita. "Te sientes muy atrapada dentro de las montañas pues, hay tan poca gente...". En Sort, afirma, lo puede hacer casi todo, pero no hay ropa de vestir de su edad y para conseguirla debe desplazarse a Lleida o Barcelona.  Explica que tuvo una apendicitis y el hospital más cercano está en Tremp, a 70 km a una hora de coche.  Lo que más le molesta es la dependencia: "si no tienes carnet de conducir, dependes de todos" Sueña con un transporte público que le dé esa independencia.  Del pueblo le sobra la poca privacidad, "al haber poca gente todo el mundo se entera de todo y te critican a tu espalda"

Para terminar le pregunto cómo se imagina a los 30 años. Me contesta rápidamente: "Fuera de aquí, yo quiero ir a la ciudad, hay más gente, estan los amigos, puedes quedar siempre que quieras". “Desearía que Àreu fuera la casa de verano. Veo a la gente que viene al camping y admira el silencio, las estrellas, el paisaje y yo ya he perdido el valor de estas cosas y me gustaría recuperarlo, viniendo desde la ciudad".