Los anticuarios o cómo preservar el romanticismo de las cosas

El aumento de muertes que ha provocado la pandemia hace repuntar sutilmente el negocio de venta de objetos antiguos

Imagen de archivo del Mercado de los Encantos de Barcelona, donde los antiquaris venden objetos muy variados | iStock Imagen de archivo del Mercado de los Encantos de Barcelona, donde los antiquaris venden objetos muy variados | iStock

Aquello que siempre hemos visto, que damos por hecho, que seguramente tiene una historia pero que se nos hace tan cotidiano, tan evidente, tan asociado en la casa de aquel ser querido. Aquella silla que no sabemos poner en un contexto que no sea en casa de los abuelos, los padres, los amigos. Aquella figurita que tiene historia y que a veces no lo sabemos. Aquel cuadro que tiene un valor sentimental, todo aquello que se queda cuando alguien se va. Dar un valor añadido a todo esto es, en gran parte, el trabajo del anticuario. Entender la historia de un objeto, de una pintura, de un escrito. Entender y saber poner en valor.

La pandemia de la covid-19 ha vuelto a poner la muerte -y el sentido de la muerte- a la orden del día. Se ha hablado del luto, de despedirnos sin podernos ver, de echarnos de menos; se ha hablado de todos aquellos que nos han dejado, a menudo con cifras sin nombre ni cara, pero aún así, se nos han hecho presentes. ¿Pero qué pasa con todo aquello que dejan los que se marchan? ¿Qué pasa con las casas, con los objetos, con los recuerdos? Un montón de piezas quedan en los armarios y en los estantes e incluso en los bolsillos; pequeños trocitos de vida que se han ido amontonando formando recuerdos, regalos, ilusiones. Cuando alguien nos deja, también nos deja un buen rastro en las manos. Y la pandemia ciertamente ha vuelto a poner todo esto en valor, y en las antiguallas, también se encuentran las vidas.

El aumento de defunciones por la pandemia ha vuelto a poner de relieve la importancia de los anticuarios. Además, cómo el grueso de defunciones ha sido de gente mayor, que en muchos casos vivía sola o en viviendas donde se había hecho vida durante muchos años, quedan muchos objetos que la familia no puede asumir del todo. Es uno de los momentos en que los anticuarios toman importancia, puesto que son los expertos que valoran los objetos que quedan y les dan una nueva vida o los ponen en contexto.

El presidente del Gremi de Antiquaris de Catalunya, Carles Xarrié, explica que con la pandemia se ha notado este aumento de defunciones en el negocio de los anticuarios, a pesar de que en menor proporción. "Se ha notado pero poco, porque la mayor parte de la gente mayor que ha muerto ha sido en residencias, y normalmente el proceso de desprenderse de las cosas acostumbra a ser cuando la gente libera la casa". De todos modos, "sí que es verdad que esperamos un repunte de aquí unos meses, porque también debemos tener en cuenta que todo esto a menudo forma parte de un proceso de luto, que es lento y que las familias, a veces, necesitan un tiempo prudencial antes de desprenderse de las pertinencias de alguien".

El romanticismo de las cosas

Sea como fuere, es un buen momento para poner en valor la tarea de la anticuario. Y es que entrar en un anticuario es entrar en un mundo viejo. Viejo y bello. Un enjambre de pertenencias que quedan olvidadas; que se han perdido y reencontrado, o que, simplemente, no se les ha sabido dar valor. El mundo del anticuario es un mundo muy amplio y a la vez necesario, porque devuelve el romanticismo de las cosas que han formado parte de vidas. Recrear historias y poner en contexto. "Somos una parte muy importante de la recuperación del patrimonio", reivindica Xarrié.

"Esperamos un repunte en unos meses, porque todo esto a menudo forma parte de un proceso de duelo, que es lento, y las familias, a veces, necesitan tiempo antes de desprenderse de las pertenencias de alguien"

Un dique de contención para que aquello que un día fue nuevo y moderno y valorado no caiga en el agujero negro de la nada. "Todavía estamos en pandemia, y quizás cuando acabe del todo la gente empezará a desprenderse de cosas; son procesos largos, hay gente que le cuesta mucho cerrar pisos porque es como cerrar una vida", explica el presidente del gremio. Se trata de devolver la parte romántica a aquello que formó parte de la historia.

Pero el mundo del anticuario es, en parte, un gran desconocido. Seguramente muchos pensamos en los anticuarios como la tienda de antigüedades y cosas curiosas que tenemos en el barrio; pero en realidad es un mundo mucho más amplio, y un negocio muy apreciado y buscado.

Del estudio a la subasta

"Es un mundo muy amplio, hay que tenerlo presente. El anticuario no se dedica solo a recolectar los objetos que alguien no quiere y venderlos. Es una cadena muy larga", dice Xarrié. Y así es. De hecho, el Anticuario -en mayúsculas- se dedica a la compra, a los estudios y a la venta de objetos de arte de valor. Y no solo esto, sino que los sitúa en la historia, y les da un valor añadido. Acostumbran a ser profesionales con altos estudios en Historia del arte, Literatura, Escultura u otros tipos de Bellas artes y estudios culturales. Coleccionistas, historiadores y artistas acostumbran a converger en este mundo.

El anticuario que seguramente tenemos en la mente es el que se denomina anticuario comercial. Este es el que se dedica a vaciar pisos cuando la gente les avisa y hace distribución de las antigüedades, discierne las piezas y objetos que pueden tener un valor de las que no y clasifica los hallazgos.

También hay otro tipo de anticuario, que es todo un mundo aparte: las casas de subastas. Éstas cogen los objetos en depósito y los ponen a la venta por subasta, es decir, al mejor postor; y de lo que sacan se quedan una comisión. Evidentemente es un mundo muy estudiado y generalmente refinado, de forma que hay subastas de todo tipo y sectorizadas, como por ejemplo de pintura, escultura, joyas, etcétera. A menudo las casas de subastas trabajan con objetos de alto valor, y generalmente sus principales clientes son coleccionistas.

Hay otro tipo de anticuario: las casas de subastas, que cogen los objetos en depósito y los ponen a la venta

Y al final de toda la cadena, ¿qué hay? Pues los mercados, como por ejemplo el Mercat dels Encants de Barcelona, junto a Glòries, que nos es tan familiar. Allí va a parar todo lo que no tiene demasiado valor o que no se puede restaurar, que se revende a un precio de saldo y se aprovecha. "Es la parte final pero también es muy importante, se le da vida nueva a un objeto", explica Xarrié.

Siguiendo modas

¿Cuáles son los objetos más buscados por los antiquaris? ¿Qué quieren los consumidores de estos productos? Pues aunque pueda parecer una antítesis, en el mundo del anticuario también se siguen las modas. Según explica el presidente del Gremio de Antiquaris, "en cierto modo nuestro negocio también sigue tendencias, va a la moda. Hace un tiempo lo que más se buscaba eran las pinturas, pero ahora se venden más cosas de coleccionismo u objetos curiosos, diferentes, vintage, de carácter divertido". Una moda para dar nuevos usos a pertenencias de vidas pasadas y mantener, con esta cadena, trocitos de historia todavía vivos.

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