05
de Octubre
de
2016
Act.
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2016
Maria Vilanova ha pasado buena parte de su vida cerca del azulejo de la ferretería familiar –"es uno mine Leroy Merlin", apunta- y ahora forma parte de la empresa. El comercio Vilanova Maderas, en Móra d'Ebre, se ha renovado con sus aportaciones, exportadas de la ESCODI, la escuela de comercio de Barcelona en qué decidió estudiar porque "pensé porque así podía traer información a casa, válida para todos y para mí crecer es fantástico", explica la joven, de 29 años.
Vilanova asegura que el estudio lo ha hecho "conducirme en casa para ayudar a hacer empresa y salir adelante la historia de casa". Vilanova Maderas empezó como un almacén de madera hasta evolucionar en tienda de bricolaje donde es posible encontrar casi de todo. Empresa familiar en qué todos están implicados, su padre está "activamente" jubilado. "Él ha delegado el tema decisivo pero viene mucho porque cuando has empezado un negocio, si te sacan de aquí, te matan. En la práctica decide mi hermano y yo le apoyo en todo momento", asegura quien actualmente se encarga de la atención al público y del departamento de compras.
Por esta implicación actual sabe ahora ver los matices que le han enseñado en las clases. "Nunca me hubiera pensado que el comercio estuviera tan poco profesionalizado y lo he visto como usuaria también. Estudiando te das cuenta que todo tiene un por qué y que las cosas se tienen que hacer bien en cualquier sector. La metodología sirve para cualquier tienda", argumenta la joven.
Un nuevo carnicero en Sabadell
Otro que está empezando de cero es Àlex Castaño, sexta generación del comercio Sanmartí 1850. Con 28 años, hace cinco que se encarga de una nueva división de las carnicerías de Sabadell pero en este caso dedicado a las carnes rojas. "Salió la oportunidad de hacer un grado de comercio y cómo que tenía intención de quedarme a la empresa, me fue muy bien porque no tenía ni idea de la carnicería", declara Castaño.
A su negocio trabajan 12 personas y entre ellas, sus padres. El padre trae la contabilidad y la madre, la gestión de personal, entre otras gestiones. Él es quien ahora está innovando en el comercio, aplicando medidas como por ejemplo, la venta de carne por Internet. "Desde hace tres meses que lo estamos haciendo y a pesar de que aquí en España la gente todavía es reticente a comprar producto fresco online, las cifras hablan por sí solas", explica el joven carnicero.
Jóvenes con un protocolo familiar bajo el brazo
Las nuevas lecciones que Llorenç Juliá aprendió en clase han traído su empresa familiar, la mallorquina Pinturas Juliá, a instaurar un protocolo familiar. "La carrera me ha servido para cambiar el chip y aplicar nuevas ideas a la gestión interna, al trato con nuestros empleados y clientes. Por ejemplo, creamos un protocolo familiar arran una asignatura que tuve: hemos decidido que nuestras mujeres no pueden entrar a la empresa porque ya tenemos la experiencia que cuando metes familiares, se envuelve la cosa", apunta sincero este joven de 31 años y director general de operaciones del negocio.
Juliá estudió al Escodi después de años de apatía y estancamiento cursando Administración y dirección de empresas. Lo combinaba con el trabajo y nada lo hacía sentir cómodo, contrariamente al que vive ahora, cuando comparte con su hermano nuevas tareas en esta empresa de 27 trabajadores y facturación alrededor de los tres millones de euros. "Yo sólo había trabajado en esta empresa y estudiando he podido abrir los ojos", explica el joven directivo.
La dificultad de jugar en casa
"La teoría a la práctica no es tan fácil de aplicar. Todo cuesta mucho", explica Mariona Comerma, joven de 24 años perteneciente a la firma Barruguet de Terrassa, distribuidora y productora de juguetes. "Al trabajar en la empresa familiar tienes un sentimiento mucho tuyo e intentas darlo todo y a veces los resultados no son tan bonos como esperas", reconoce Comerma. A pesar de que conocía el comercio desde siempre, sólo había despachado en las tiendas cuando tenía 14 años y yo hacía como hobby, "empecé al almacén preparando pedidos y en las tiendas vendiendo, siempre me ha al·lucinat", apunta.
Pero para prepararse no sólo ha jugado en casa sino que también ha decidido probar suerte fuera. Una estancia de nuevo meses en la China le permitió 'ensayar', puesto que su diseño de un plan de Social Media y uno de marketing en cuanto a acontecimientos porque los distribuidores lo aplicaron le sirvió para ver como se trabaja a la dirección de un negocio comercial. "Sólo volver empecé a hacer de todo. Sobre todo estoy al departamento de marketing y ventas nacionales. Intento poco a poco trabajar mucho esta parte", declara el aprendiz, discípulo de su madre y de la abuela, quien hace 63 años fundó el negocio familiar que ella se encargará de mejorar y perpetuar despacio.
Vilanova asegura que el estudio lo ha hecho "conducirme en casa para ayudar a hacer empresa y salir adelante la historia de casa". Vilanova Maderas empezó como un almacén de madera hasta evolucionar en tienda de bricolaje donde es posible encontrar casi de todo. Empresa familiar en qué todos están implicados, su padre está "activamente" jubilado. "Él ha delegado el tema decisivo pero viene mucho porque cuando has empezado un negocio, si te sacan de aquí, te matan. En la práctica decide mi hermano y yo le apoyo en todo momento", asegura quien actualmente se encarga de la atención al público y del departamento de compras.
Por esta implicación actual sabe ahora ver los matices que le han enseñado en las clases. "Nunca me hubiera pensado que el comercio estuviera tan poco profesionalizado y lo he visto como usuaria también. Estudiando te das cuenta que todo tiene un por qué y que las cosas se tienen que hacer bien en cualquier sector. La metodología sirve para cualquier tienda", argumenta la joven.
Un nuevo carnicero en Sabadell
Otro que está empezando de cero es Àlex Castaño, sexta generación del comercio Sanmartí 1850. Con 28 años, hace cinco que se encarga de una nueva división de las carnicerías de Sabadell pero en este caso dedicado a las carnes rojas. "Salió la oportunidad de hacer un grado de comercio y cómo que tenía intención de quedarme a la empresa, me fue muy bien porque no tenía ni idea de la carnicería", declara Castaño.
A su negocio trabajan 12 personas y entre ellas, sus padres. El padre trae la contabilidad y la madre, la gestión de personal, entre otras gestiones. Él es quien ahora está innovando en el comercio, aplicando medidas como por ejemplo, la venta de carne por Internet. "Desde hace tres meses que lo estamos haciendo y a pesar de que aquí en España la gente todavía es reticente a comprar producto fresco online, las cifras hablan por sí solas", explica el joven carnicero.
Jóvenes con un protocolo familiar bajo el brazo
Las nuevas lecciones que Llorenç Juliá aprendió en clase han traído su empresa familiar, la mallorquina Pinturas Juliá, a instaurar un protocolo familiar. "La carrera me ha servido para cambiar el chip y aplicar nuevas ideas a la gestión interna, al trato con nuestros empleados y clientes. Por ejemplo, creamos un protocolo familiar arran una asignatura que tuve: hemos decidido que nuestras mujeres no pueden entrar a la empresa porque ya tenemos la experiencia que cuando metes familiares, se envuelve la cosa", apunta sincero este joven de 31 años y director general de operaciones del negocio.
Juliá estudió al Escodi después de años de apatía y estancamiento cursando Administración y dirección de empresas. Lo combinaba con el trabajo y nada lo hacía sentir cómodo, contrariamente al que vive ahora, cuando comparte con su hermano nuevas tareas en esta empresa de 27 trabajadores y facturación alrededor de los tres millones de euros. "Yo sólo había trabajado en esta empresa y estudiando he podido abrir los ojos", explica el joven directivo.
La dificultad de jugar en casa
"La teoría a la práctica no es tan fácil de aplicar. Todo cuesta mucho", explica Mariona Comerma, joven de 24 años perteneciente a la firma Barruguet de Terrassa, distribuidora y productora de juguetes. "Al trabajar en la empresa familiar tienes un sentimiento mucho tuyo e intentas darlo todo y a veces los resultados no son tan bonos como esperas", reconoce Comerma. A pesar de que conocía el comercio desde siempre, sólo había despachado en las tiendas cuando tenía 14 años y yo hacía como hobby, "empecé al almacén preparando pedidos y en las tiendas vendiendo, siempre me ha al·lucinat", apunta.
Pero para prepararse no sólo ha jugado en casa sino que también ha decidido probar suerte fuera. Una estancia de nuevo meses en la China le permitió 'ensayar', puesto que su diseño de un plan de Social Media y uno de marketing en cuanto a acontecimientos porque los distribuidores lo aplicaron le sirvió para ver como se trabaja a la dirección de un negocio comercial. "Sólo volver empecé a hacer de todo. Sobre todo estoy al departamento de marketing y ventas nacionales. Intento poco a poco trabajar mucho esta parte", declara el aprendiz, discípulo de su madre y de la abuela, quien hace 63 años fundó el negocio familiar que ella se encargará de mejorar y perpetuar despacio.