¿Por qué ahora nadie habla de los avales?

Cambio radical tres décadas después

El presidente del Barça, Joan Laporta | EP El presidente del Barça, Joan Laporta | EP

Mientras la concurrencia azulgrana está distraída con los equilibrios de la junta directiva, que hace lo imposible para tratar de inscribir a nuevos jugadores, y a la espera de que los cálculos esotéricos del llamado límite salarial nos den una sorpresa como ya ocurrió con la inscripción de Xavi y todo su grupo de ayudantes cuando parecía que sería inviable, en otro ámbito están pasando cosas importantes. Lejos de los focos y juegos de manos contables, a seiscientos kilómetros de Barcelona se acaba de aprobar un cambio relámpago en la legislación estatal por el cual los famosos avales necesarios para acceder a la presidencia del Barça (y de cualquier otro club profesional que no sea SAD) acaban de desaparecer de forma inmediata. Esta modificación que, inexplicablemente, no parece ocupar en los medios el espacio que merece, tiene consecuencias muy relevantes de las que conviene hablar en profundidad. Pero vayamos por partes.

La modificación del sistema de avales para presidir clubs que no son SAD no ocupa en los medios el espacio que merece

En el consejo de ministros del 17 de diciembre, se aprobó un anteproyecto de Ley del Deporte que, si supera los trámites parlamentarios, sustituirá a la Ley 10/1990 del Deporte, es decir, aquella tradicionalmente conocida como Ley del Deporte y que fue la que puso en funcionamiento el sistema de avales de los clubs de fútbol. Cuando entre en vigor, la nueva disposición dejará en manos de los clubs la fijación de la cifra de los avales, que en la actualidad es del 15% del presupuesto anual. Y por si esto no fuera suficiente revolución, resulta, además, que no habrá que esperar a que la norma sea aprobada, porque en la Ley 22/2021, de 28 de diciembre (!), de presupuestos generales del Estado para 2022, se incluye una disposición transitoria, la séptima, que en su tercer punto dice: “A menos que los estatutos prevean otra cosa, los avales no ejecutados otorgados para la temporada 2021/22 (...) podrán ser cancelados por los miembros de las Juntas Directivas de los clubes avalados desde la fecha de entrada en vigor de la presente Ley”. Por cierto, la traducción al catalán [el artículo original está escrito en catalán] es nuestra, porque a mediados del año pasado el BOE dejó de publicarse en este idioma, la lengua común de ocho millones de contribuyentes españoles, en una muestra flagrante de la importancia que el Estado confiere a las culturas no castellanas. Volviendo a lo que nos ocupa: los avales pueden ser retirados de forma inmediata y, por tanto, la pesadilla de Laporta y sus compañeros de viaje está a punto de desvanecerse.

La ley del deporte “antigua” entró en vigor en 1990, cuando se acumulaban ya muchas temporadas de mala gestión en gran parte de los clubs de fútbol

Rebobinamos en el tiempo y recordemos qué son los avales y por qué han existido durante treinta años. La citada ley del deporte “antigua” entró en vigor en 1990, cuando se acumulaban ya muchas temporadas de mala gestión en gran parte de los clubs de fútbol, ​​con el resultado de deudas desbocadas y directivas que dejaban los clubs atascados, sin que asumieran ningún tipo de responsabilidad por su gestión, en muchos casos deficiente. Un primer plan de saneamiento, en 1985, no dio los frutos esperados, por lo que en 1990 se tomaron medidas definitivas: transformación de los clubs en sociedades anónimas (bajo una nueva figura llamada en castellano Sociedad Anónima Deportiva, o SAD) y a partir de ese momento a seguir las normas convencionales del mundo mercantil. Pero cuatro clubs estuvieron exentos de la transformación societaria: Barça, Athletic, Real Madrid y Osasuna. El precio que pagaron por mantener la estructura asociativa fue someterse al sistema de avales que hasta hace unos días todavía estaba vigente. Este mecanismo implicaba que la junta directiva del club debía constituir un aval por el 15% del presupuesto (en realidad, de la parte de gastos del presupuesto) del club en la temporada en curso. En ese momento pareció una manera eficiente de ofrecer una garantía de buena gestión lo suficientemente robusta para aceptar su no conversión en SAD, pero treinta años después el procedimiento había quedado del todo desfasado por una serie de razones muy concretas, entre las que sobresale la inflación desmedida de las cifras del fútbol profesional.

Antes de entrar a analizar los diversos escenarios que se abren ante esta nueva coyuntura, hay que hacer una reflexión previa: a nadie se le escapa los mares de lágrimas que ha derramado el barcelonismo durante los últimos años frente al obstáculo, cada vez más difícil de salvar, que suponía la obligación de constituir unos avales multimillonarios. Era del todo cierto que esta herramienta de control mermaba el carácter democrático del club e impedía el acceso a la presidencia al 99% de los socios, pero también resulta irrefutable que el club y el país han estado años instalados en la queja por una medida tan discriminatoria sin realizar ni un gesto para eliminarla. Y ahora vemos que cuando los vascos se han arremangado - todo parece indicar que es el PNV quien más han empujado para dinamitar el sistema de avales- resulta que la medida no era tan difícil de modificar. Bastaba con sentarse a negociar y saber en qué resortes de Madrid había que poner presión. Ni siquiera Florentino Pérez, a quien a menudo se citaba como obstáculo inamovible, ha supuesto un problema. Según la interpretación que hacen algunas fuentes, el ejecutivo socialista y Javier Tebas han visto la posibilidad de alinear sus intereses para minar el peso del empresario madrileño dentro del universo futbolístico, hasta dejarlo en total fuera de juego. Parece que la forma en que Pérez ha gestionado el proyecto de Superliga europea ha molestado en determinadas instancias - la guerra con Tebas es pública- y éstas se apresuran para que no le salga gratis.

Escenarios de futuro

La primera consecuencia inmediata de la desaparición de los avales es que el presidente Laporta se habrá liberado del corsé de los avalistas (Elías y Romeu, entre otros) y, por tanto, será difícil que alguien de la junta o de la periferia de la junta encuentre argumentos suficientes para frenar sus decisiones, como sí sucedió con los casos Messi y CVC. ¿Implicará esto que la gestión del club volverá a ser del todo presidencialista? ¿Perderá poder ejecutivo el CEO del club, Ferran Reverter? ¿Qué pasará con los principales avalistas, Elías y Romeu? Si la vicepresidencia económica del club estaba en manos de Romeu solamente por el hecho de que la gente de Audax se jugaba mucho dinero, ¿cómo queda ahora su situación? ¿Dimitirá?

La primera consecuencia inmediata de la desaparición de los avales es que el presidente Laporta se habrá liberado del corsé de los avalistas (Elías y Romeu, entre otros)

A las incógnitas de corto plazo, hay que añadir los nuevos escenarios que se dibujarán de cara a próximas elecciones, una vez que la asamblea de compromisarios fije, a propuesta de la Junta, un porcentaje del presupuesto como nuevo aval. A estas alturas es imposible pronosticar por dónde irán los tiros, pero una de las opciones es que ese porcentaje sea cero, con lo que asistiríamos a la defunción definitiva del sistema de avales. En cualquier caso, la burbuja de posibles candidatos que se había ido haciendo pequeña en los últimos años por el requisito de los avales hasta dejar únicamente tres perfiles posibles (candidatos exentos por pertenecer a una junta anterior, candidatos ricos con capacidad para avalar y socios carismáticos dispuestos a lanzarse a la piscina esperando a que suene la flauta) ha estallado y permitirá, a falta de ver cuál es porcentaje que elige el club, abrir las puertas a nuevos perfiles. En otras palabras, oxígeno y democratización.

Parece que las imágenes épicas vividas en marzo del 2021 en la notaría de Ariel Sultán quedarán como el recuerdo de una época en la que para ser investido presidente del Barça el principal escollo no eran los votos de los socios. Y acabamos estas líneas como las empezábamos, mostrando nuestra perplejidad por el alud de supuestos fichajes -carísimos, la mayoría- que vemos en los medios, con el socio ajeno completamente al cambio de escenario que acabamos de contar y como si aquí nada hubiera pasado y el Barça no estuviera flirteando con la quiebra o con la conversión en SAD.

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