Sabadell: cortoplacismo financiero ante racionalidad estratégica

Enric Llarch analiza el papel de Oliu en el crecimiento del banco ya negocia su fusión con el BBVA

El presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu, y lo consejero delegado, Jaime Hucha | ACN El presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu, y lo consejero delegado, Jaime Hucha | ACN

Cuando el BBVA ha anunciado que vendía su filial en Estados Unidos por un importe equivalente a la mitad del actual valor en bolsa de la matriz española, los títulos que más han subido son... los del Banc Sabadell. Los inversores han interpretado que el BBVA se dispone a hacer caja para financiar la absorción del Sabadell y la cotización bursátil de éste, todavía más desenfrenada que las del resto de la banca española, que fue la máxima beneficiaria de la jornada.

De hecho, era una absorción largamente esperada después del pistoletazo de salida que había significado la de Bankia por Caixabank. En el entremedio se había hecho correr el nombre del Santander como posible comprador del Banco Sabadell. Estratégicamente era la operación más racional debido a la limitada presencia del banco de los Botín en Catalunya, que es donde todavía recae el gordo de la actividad del Sabadell. La complementariedad era evidente y los costes sociales, más reducidos.

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Pero precisamente por eso, la absorción del Banco Sabadell por el BBVA estimula especialmente los mercados porque la importante presencia de esta en Catalunya augura importantes recortes de costes debido a la duplicidad de oficinas y de personal. Recortes que implican más rentabilidad y, supuestamente, más viabilidad de futuro.

Todavía se habló -en otra presunta maniobra de distracción- por parte del Banco Sabadell de la absorción de los herederos de las cajas de ahorros vascas, la Kutxabank. Aquí sí que había complementariedad y racionalidad estratégica, pero no cortoplacismo financiero. En todo caso, como mucho hubiera servido para mejorar la posición del Banco Sabadell a la hora de negociar su absorción.

Quizás, por todo ello, no ha habido una comunicación oficial conjunta ni casi simultánea -como hicieron Bankia y Caixabank hace pocas semanas- y esta ha ido en exclusiva a cargo del BBVA. De hecho, esta misma mañana, el consejero delegado del Banco Sabadell, Jaume Guardiola, ha intentado sacarse presión diciendo que "solo hay conversaciones, sin decisiones tomadas". 

El ascenso del BancoOliu

El Banco Sabadell actual es obra casi en exclusiva de un solo personaje, Josep Oliu i Creus. El histórico banco impulsado por los industriales de la lana sabadellencs es el único que todavía restaba de la larga estirpe de bancos catalanes de orígenes similares. Cuando en 1999 el padre Oliu pidió a su hijo que asumiera la dirección, este no tenía ninguna experiencia en el sector bancario y dicen que respondió: "Pero si yo no sé nada de banca". Aun así, Oliu hijo ha agrandado y conducido la nave, con grandes aciertos y también importantes fracasos, hasta aquí.

Hace treinta años era costumbre hablar de los siete grandes bancos españoles y de los diez medianos. De los grandes, sólo han quedado Santander y BBVA. De los medianos -que incluían nombres ya medio perdidos en la memoria colectiva- sólo queda el Sabadell. Precisamente, en la llamada banca mediana, el BS encontró la veta para su crecimiento: Banco Herrero, Atlántico, Urquijo, Transatlántico, Guipuzcoano, entre otros. Y más recientemente, a raíz de la crisis financiera que afectó especialmente a las cajas de ahorros, adquirió la CAM y la red de Caja Penedès -tercera caja catalana- en Catalunya y en Aragón.

Oliu ha sido también el artífice de la entrada y la salida de importantes accionistas en el banco, más allá de las familias laneras tradicionales. Depués de un año había conseguido que la Caixa de Pensiones entrara en el capital del banco, con un 15% del capital total, para estabilizar la entidad vallesana. Era aquella época en que parecía que la Caixa optaba por un modelo renano de capitalismo financiero, con fuerte implicación en el resto del tejido industrial y productivo del país y adquirió participaciones en empresas líderes en los respectivos sectores como Caprabo o Ediciones 62, por no hablar de las inversiones en empresas energéticas y de infraestructuras. De todas partes ha acabado yéndose.

Final inexorable para una carrera desesperada

También en 2000, el Sabadell inició la expansión internacional en Portugal, con un intercambio de acciones con el BCP. El Sabadell entró en bolsa al año siguiente y en sólo tres años más se incorporó al selecto club del IBEX35. Ya en plena crisis financiera, en los inicios de la segunda década del siglo, Oliu tuvo la habilidad de incorporar como accionistas a algunos de los principales industriales y primeras fortunas de Catalunya, como por ejemplo José Manuel Lara -Planeta-, Sol Daurella -Cobega-, Isak Andic -Mango- o Joaquim Folch -Titán.

Oliu ha sido también el artífice de la entrada y la salida de importantes accionistas del banco, más allá de las familias laneras tradicionales

Todos, pero, sea para desendeudarse o para dedicarse al tocho, han acabado saliendo de la entidad, algunos con pérdidas importantes por la cotización a la baja de las acciones del banco. Entonces, y en medio de las continuas adquisiciones y ampliaciones de capital para financiarlas, tuvo que recurrir al capital latinoamericano. El colombiano Jaime Gilinski y el mexicano Martínez Guzmán llegaron a lograr el primero y segundo lugar como accionistas individuales del banco.

La aventura internacional del Sabadell, como la de la Caixa, no ha sido muy exitosa y ésta ha sido una de sus debilidades. Además de la conexión portuguesa comentada más arriba, el BS adquiere el banco británico TSB en 2015 y entra en México el 2016 de la mano de Martínez Guzmán. Gilinski vende su participación y Martínez Guzmán no acude a la última ampliación de capital. El TSB, con el Brexit y la crisis británica, el año pasado ya había perdido la mitad de su capital y ahora acababa de anunciar el despido de 900 empleados.

Mientras tanto, las acciones del Sabadell son las más perjudicadas dentro de la gran banca los últimos meses de crisis por el Covid. Cuando el Banco Central Europeo sentencia que hacen falta concentraciones, Caixabank pasa delante del BS con la absorción de Bankia y la eventual fusión con una entidad de medida similar, que le hubiera permitido mantener una cuota de poder importante, se frustra definitivamente. Desde aquel día, los mercados sólo esperaban si se lo quedaría el Santander o el BBVA, como parece que finalmente será.

Recordemos que el BBVA históricamente ya se implantó con fuerza en Catalunya a través de la compra, por parte del banco Vizcaya, del grupo Banca Catalana. Y que, recientemente, se ha quedado seis de las diez cajas catalanas absorbidas, con Catalunya Caixa como la más importante.

Pérdida de catalanidad e impacto en Catalunya

De nada le ha servido a Oliu, pues, impulsar "un Podemos de derechas" y convertirse en el gran avalador y procurador de financiación de Ciudadanos. Tampoco le ha servido actuar con tanta diligencia como su rival Fainé a la hora de llevarse la sede de la entidad fuera de Catalunya. La retirada de depósitos de las grandes empresas y organismos públicos que empezó el día después del referéndum, y que el mismo Oliu nunca se ha atrevido a negar, fue el chantaje que sufrió del Estado, a pesar de los servicios prestados. De hecho, la catalanidad del banco no se puso en cuestión con el cambio de sede sino en la investigación desesperada de capital foráneo para continuar una carrera expansiva que al final ha resultado infructuosa.

La retirada de depósitos de las grandes empresas y organismos públicos que comenzó el día después del referéndum, y que el mismo Oliu nunca se ha atrevido a negar, fue el chantaje que sufrió del Estado

La absorción del Banco Sabadell no es una buena noticia para Catalunya. Probablemente es menos mala que hace quince o veinte años debido al desarrollo de mecanismos de financiación alternativos, a pesar de que su especialidad tradicional han sido las pymes, todavía muy dependientes de la banca.

Por otro lado, a pesar del traslado de la sede a Alicante, los servicios centrales continuaban aquí, en el edificio de la B-30 en Sant Cugat del Vallès, ciudad, por cierto, donde el banco histórico abrió la primera oficina fuera de Sabadell. Son estos puestos de trabajo más calificados, los servicios externos que requieren y el cierre de sucursales y el despido de empleados lo que más daño hará.

El nuevo Caixabank ya ha hablado de 8.000 o 10.000 despidos. El Santander, de 4.000. El Sabadell primero dijo que despediría a 3.000 empleados y hace poco días los rebajó a 1.800. El BBVA no había dicho nada. Ahora, lamentablemente, las cifras de los dos últimos bancos quedarán obsoletas.

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