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Del cambio tecnológico al cambio cultural: liderar en la era de la incertidumbre

Los procesos de transformación liderados desde la eficiencia tecnológica chocan con culturas rígidas, liderazgos obsoletos y equipos sin herramientas para gestionar emocionalmente el cambio

    ¿Qué tipo de liderazgo necesitamos para afrontar el cambio de paradigma? | iStock
    ¿Qué tipo de liderazgo necesitamos para afrontar el cambio de paradigma? | iStock
    Ferran Piqué | VIA Empresa
    Economista y consultor
    13 de Mayo de 2025

    Vivimos en una época de transformaciones aceleradas. La digitalización, la inteligencia artificial y la convergencia entre tecnologías físicas, digitales y biológicas propias de la 4a Revolución Industrial han dejado de ser tendencias futuras para convertirse ya en condiciones del entorno en que operan y compiten hoy las empresas.

     

    Sin embargo, esta mirada a menudo centrada en la tecnología eclipsa uno de los desafíos más profundos y menos tangibles del management en la era de las tecnologías emergentes: la capacidad de las organizaciones para adaptar su cultura, su liderazgo y su estructura al nuevo entorno de cambio continuo.

    Como ya advertía el futurólogo Alvin Toffler en los años 70 en su obra Future Shock, el vértigo del cambio tecnológico provocaría una crisis de adaptación. El verdadero reto de la 4a Revolución Industrial no es tecnológico, sino cultural. La mejor prueba de esto son los procesos de transformación liderados desde la eficiencia tecnológica que chocan con culturas rígidas, liderazgos obsoletos y equipos sin herramientas para gestionar emocionalmente el cambio.

     

    Los procesos de transformación liderados desde la eficiencia tecnológica chocan con culturas rígidas, liderazgos obsoletos y equipos sin herramientas para gestionar emocionalmente el cambio

    En este contexto, emerge la importancia de formas de liderar coherentes con las condiciones del nuevo entorno como la que sugiere el liderazgo transformacional, un estilo de liderar que se caracteriza por su capacidad de inspirar, movilizar, generar compromiso y poner a las personas en el centro para contribuir a generar propósitos compartidos y promover entornos de confianza, innovación y desarrollo.

    Este tipo de liderazgo se fundamenta en cuatro dimensiones clave, conocidas como las 4 I del liderazgo transformacional. Estas cuatro dimensiones favorecen que el ejercicio de liderar no se limite sólo a dirigir equipos hacia la consecución de objetivos comunes, sino que se convierta en una herramienta de transformación de culturas y de estimulación emocional a través del llamamiento a la sensación de valor y de sentido de cada persona.

    • La influencia idealizada, que hace del líder un referente ético y de confianza.
    • La motivación inspiradora, que articula una visión ilusionadora y movilizadora.
    • La estimulación intelectual, que fomenta la creatividad y el pensamiento crítico de los equipos.
    • Y la consideración individualizada, que pone el foco en el desarrollo personal de cada miembro de la organización.

    Sin embargo, liderar personas implica gestionar emociones. Y en procesos de cambio, las emociones —especialmente el miedo, la inseguridad y la resistencia— afloran con fuerza. En este sentido, la inteligencia emocional se convierte en una competencia imprescindible para cualquier organización que quiera adaptarse de forma sostenida al cambio.

    Una organización emocionalmente inteligente es aquella que entiende y acompaña las reacciones humanas al cambio, que construye espacios seguros para la expresión emocional, que fomenta la confianza y el apoyo mutuo. Cuando la gestión emocional se integra como parte del liderazgo, se reduce la resistencia y se multiplica el compromiso.

    Algunas claves que pueden ser útiles a tener en cuenta para liderar en el actual entorno de incertidumbre son:

    1. Romper con el statu quo antes de que sea imprescindible: Anticiparse a los cambios cuando todavía se está en una situación estable es clave para innovar con solidez y no sólo reaccionar cuando la disrupción ya ha llegado.
    2. Crear una cultura que celebre el aprendizaje y el riesgo: Sólo en entornos donde el error no se penaliza y las ideas nuevas son bienvenidas se puede estimular la innovación de forma sostenible.
    3. Promover liderazgos transformacionales en todos los niveles: El cambio se impulsa desde arriba, pero se consolida desde la base. Es necesario capacitar y empoderar líderes en todos los ámbitos de la organización.
    4. Incorporar la inteligencia emocional en la gestión: La capacidad de leer, gestionar y acompañar las emociones propias y ajenas es clave para favorecer la convivencia y facilitar la adaptación.
    5. Articular una visión inspiradora y compartida: Los equipos no se mueven por órdenes, sino por propósitos. Una visión clara y compartida moviliza, genera sentido y cohesiona en momentos de cambio.

    La 4a Revolución Industrial no sólo transforma mercados y procesos; transforma personas, roles y relaciones. La capacidad de adaptación —individual y colectiva— se convierte en la principal ventaja competitiva en un contexto en el que la tecnología evoluciona más rápidamente que las estructuras.

    Por eso, liderar hoy no consiste en controlar, sino en dar sentido, inspirar y desarrollar el talento humano. Las organizaciones que lo entiendan no sólo sobrevivirán a la incertidumbre, sino que prosperarán en ella. La teoría de la evolución de Darwin nos dice que no son las especies más fuertes las que sobreviven, ni las más inteligentes, sino las que tienen más capacidad de adaptación al cambio dentro del entorno en el que se encuentran. El contexto actual nos sugiere lo mismo: el futuro no será de quienes mejor dominen la tecnología, sino de quienes mejor sepan activar, cuidar y transformar su estrategia y su capital humano.

    El futuro no será de quienes mejor dominen la tecnología, sino de quienes mejor sepan activar, cuidar y transformar su estrategia y su capital humano

    En palabras de Peter Drucker, “la cultura se come la estrategia para desayunar”. Y es que, para que la estrategia sobreviva a la comida, es necesario que el liderazgo transforme la cultura antes de que la incertidumbre lo haga por nosotros. En definitiva, liderar en tiempos de incertidumbre no es sólo adaptarse, sino atreverse a transformar.