Me encuentro con Josep -Jepo- Pont delante de su casa en Tàrrega, en la falda de la montaña de Sant Eloi un 13 de septiembre, Fiesta Mayor. Me espera vestido de corto sentado en el suelo delante de casa. Casi paso de largo. Se levanta y comenzamos a caminar por el camino que bordea la montaña y lleva a Mas de Colom, la propiedad que la familia Pont compró y que ha convertido en casa-museo, en espacio cultural y centro de innovación. Caminamos una hora de ida y una de vuelta. Registro la conversación.
Jepo Pont: Sí, sí, tú me dirás qué…
Josep M. Ganyet: Lo que hago cuando tengo estas conversaciones con gente que yo creo que es interesante y que tiene cosas que explicar es charlar de todo y de nada, y entonces hago una transcripción, que adapto para que sea legible, pero no quito ni pongo absolutamente nada.
Jepo Pont: Encantado, aunque yo venía aquí a aprender de ti, ¿eh?
Josep M. Ganyet: No, escucha, es que es una conversación, no te hago una entrevista, porque yo no soy periodista, yo soy ingeniero, ¿sabes? Yo sí que vengo a aprender de ti. Explícame: ¿qué vemos ahí abajo?
[Subiendo hacia la montaña de Sant Eloi, abajo a la derecha, se ve la N-II donde está la planta de Borges de Tàrrega]
JP: Esto es la fábrica, esto es cal Trepat, esto son las casas baratas, aquello es Vilagrassa, más allá, Anglesola…
JG: Y de aquí todavía veríamos la harinera, donde trabajaba mi padre, la harinera modernista Balcells.
JP: ¿Tu padre trabajaba aquí, en la harinera?
JG: Sí, sí, sí, casi toda la vida.
JP: ¿Aquí? Yo pensaba que trabajaba en otro lado. Así que trabajaba aquí, con los Burgués.
JG: Con los Burgués, hombre, los conocía toda la vida. Y yo nací en Vic porque a mi padre lo enviaron a trabajar a Vic, a la fábrica que tenían los Balcells en Vic.
JP: Al Balcells de Vic, ah, carai.
JG: Esta es la parte industrial de Tàrrega.
JP: De hecho, aquí nosotros estamos desde los años 20-30. Empezamos con una pequeña extractora de orujo. ¿Sabes qué es una extractora de orujo? Una extractora de orujo es… cuando tú prensas el aceite y las aceitunas, al final se te queda un residuo sólido. Y en ese residuo sólido todavía hay aceite de oliva. Todavía queda; lo que pasa es que mecánicamente no lo puedes extraer y se tiene que extraer o física o químicamente. Químicamente, a través de un disolvente; en aquellos tiempos era el tricloroetileno, y ahora es hexano. Entonces, el disolvente chupa la parte de aceite que todavía queda; no te lo pierdas, puede haber un 5-6% de aceite todavía.
JG: ¿Es aceite, aceite?
JP: Es aceite de oliva; lo que pasa es que como se extrae a través de un procedimiento industrial, ya no se puede decir aceite de oliva, sino aceite de orujo: orujo.
JG: Orujo en castellano, sansa en catalán. Si vamos a aprender cosas.
JP: Esto fue el comienzo, pero la empresa empieza con mis abuelos.
JG: Te lo iba a decir, porque aquí en Tàrrega, os conocemos por Cal Tordera, Olis Pont y Borges.
JP: Ahora nos conoce todo el mundo por la Borges.
JG: Sí, ahora sí, pero los que somos de Tàrrega…
JP: Cal Tordera, siempre. ¿Y sabes por qué viene esto de Cal Tordera? Cal Tordera viene porque mis abuelos: uno es de Tordera, él, y ella es de Cervera. Uno es Antoni, la otra es Dolors. Entonces deciden, cuando se casan, venir a vivir aquí a Tàrrega. Claro, como él viene de Tordera, le dicen el Tordera.
JG: Sí, el Tordera.
JP: Entonces empiezan de cero patatero, que yo siempre digo que son los que tienen más mérito, ¿no? Empiezan de cero, cero, cero. Pasa que él era una persona espabilada. Yo no lo conocí; murió joven, murió con 60 años.
JG: Yo les hago el viernes los 60.

JP: ¡Tú ya… eres un niño!
JG: Joven.
JP: Eh, tenedlo claro, ¿eh? ¿Sabéis qué nos pasa a las personas? Estas cifras, 60, 70, 80, aunque no lo queramos, mentalmente marcan. ¡Y no! Yo, la década de los 60, fue una década plena, plena quiero decir al 100%, incluso mejor, porque tienes más experiencia, más tranquilidad, más serenidad, tienes más conocimiento, etc. Por lo tanto, no aflojes nada, pero ni un poquito.
JG: No lo haré. Venga, que estábamos con el abuelo Tordera.
JP: Sí. Pues el abuelo Tordera empieza comprando olivas a los payeses y vendiéndolas en Reus o en Les Borges Blanques, que allí había unos molinos, y acaba con un molino, que lo tenemos aquí en Tàrrega. Y con las almendras lo mismo, y acaba con una quebradora de almendras. O sea que ellos dan un gran paso: salen de la nada y acaban con dos industrias en aquella época, en todas las circunstancias…
JG: Eso el abuelo, ya…
El abuelo. Entonces, cuando la abuela se queda sola… A mí me hace gracia, yo siempre explico una anécdota: cuando todo el jaleo de Piqué y Shakira, y Shakira dice “ahora las mujeres no lloran, las mujeres facturan”, yo le dije: “Niña, escúchame, mi abuela hace 150 años ya facturaba”. Y iba al frente, y fue al frente de la empresa durante muchos años ella sola, que los niños eran pequeños, hasta que crecieron.
JG: Esto es extraño para la época.
JP: Ella era una líder y se quedó sola, viuda, con niños pequeños, y tiró adelante. Hay muchas circunstancias positivas en la vida cuando las cosas se estropean, que no las tienes previstas, y pasan. Y muchas veces se deben también a los valores, a los principios, a la manera de ser. Las cosas suceden, porque no lo puedes prever todo en una empresa.
JG: Y ella tiró adelante, pues.
JP: Y la hizo grande. Ella murió con 73 años; entonces lo cogieron los dos hijos varones, que tenían cuatro (dos hijas y dos hijos). Los dos sacaron adelante el negocio. Y ellos, fíjate, el tema es: los abuelos, a escala local; ellos, a escala regional; y nosotros nos hemos liado la manta a la cabeza y lo hemos hecho a escala mundial, ¿no? La tercera generación.
JG: Normalmente la tercera generación revienta todo lo que han hecho las otras.
JP: Sí, sí. Nosotros ya no somos ya, o sea, que ya lo recibirían otros.
JG: Bueno, no, pero vosotros habéis hecho lo que tocaba.
JP: Bueno, sí, probablemente; lo que tocaba bien en ese momento. Y siempre hemos ido con esa línea, ¿no? El procedimiento fue este, y el padre y el tío también salieron espabilados y dieron un empujón importante al negocio.
JG: Hay una cosa de tu padre que no sabes, y que yo no sabía hasta la semana pasada. Y resulta –y me hizo mucha gracia esto– que mi abuelo, el padre de mi madre, le dejó a tu padre una tostadora de almendras. En algún momento debieron coincidir en algún mercado o en algún lugar. Le dije a mi madre que te lo diría, que me hace mucha gracia.
JP: No lo sabía, no lo sabía.
JG: No, no, yo tampoco.

JP: No, mi padre era un gran comerciante. Mi padre compraba toda la almendra interna y de más allá.
JG: Quizás le llegó a comprar almendras a mi padrino, a mi abuelo.
JP: Él era el comerciante de referencia de almendras y olivas de toda la zona. Era la referencia. Aquí en Tàrrega, entonces montaron una quebradora mucho más potente. Preparábamos las almendras y las enviábamos a Reus. En Reus había 36 exportadores, ¡había 36! Reus tenía el músculo comercial como para exportar, además, exportar en qué momentos se debía exportar…
JG: ¿Y eso, en Reus, les venía de la exportación del vino? ¿De la exportación del vino de siglos pasados, del Reus-París-Londres famoso?
JG: Exacto.
JP: Siempre ha sido… Pero con la almendra hicieron lo mismo. La almendra de España se comercializaba en Reus, había las grandes empresas, y esto fue así: nosotros les enviábamos la almendra ya preparada y ellos la exportaban.
Y cuando mi hermano mayor… que fue el primero, el que hizo mi padre, que ya era mayor y mi hermano había acabado la carrera (en aquel tiempo era intendente mercantil, que son las Económicas de hoy), le dijo: “Escucha, vamos a Reus y así completamos la cadena”. Y es un poco nuestra historia: siempre hemos ido completando la cadena, ampliando en la misma dirección y siendo fieles a los principios y a la base. La base han sido aceites y frutos secos. Empezamos con aceite de oliva, pero hoy en día son más importantes los aceites de entonces: aceite de semillas, aceite de colza, aceite de girasol, el oleico que se dice…
JG: A ver, a ver, explícamelo, que de esto sí que tengo que aprender.
JP: Bueno, el aceite de oliva… coges las olivas, las prensas, las aplastas y tienes aceite de oliva. Las semillas, en cambio, dan aceites vegetales cuyo principal activo es que son las grasas que necesitamos pero son incoloros, inodoros e insípidos. En cambio, el valor número 1 del aceite de oliva es el sabor.
Estos aceites de semilla, por otra parte, son los mejores para freír, para acompañar; no modifican la textura de los productos, le añaden textura. De todo el consumo de grasas en el mundo, que es brutal, el aceite de oliva no llega al 3%. En cambio, un girasol o una soja están al 30–40% y el resto de semillas completan.
Son aceites industriales. Por ejemplo, todas las cafeterías, restaurantes y negocios donde se utiliza grasa en cantidades industriales utilizan aceites de semilla. Entre otras cosas, porque son mucho más baratos. El aceite de oliva es de un árbol, que se tiene que tratar, cuidar, cosechar de una forma especial y no está tan industrializado como las semillas.
Nosotros, en Tàrrega, tenemos lo que se llama la trituradora de semillas. Compramos las pipas a agricultores de todo el mundo: desde el agricultor de al lado, que hace una plantación de girasol, a un agricultor de Ucrania ahora mismo, o de Argentina, Rusia o Sudáfrica. Y traemos la pipa aquí.
JG: De Argentina para acá, ¿eh?
JP: De Argentina, de Ucrania o de donde sea hacia aquí en función de los mercados. Para que entiendas nuestro negocio; es un negocio que está muy… Y para vender fundamentalmente aquí, aunque también exportamos. Pero este es un negocio local: tiene el aprovisionamiento mundial, global, y en cambio el mercado es más local.
Y la aceituna es al revés. La aceituna, el aprovisionamiento fundamentalmente es local, y cuando digo local no me refiero tanto a Cataluña como a España, porque lo que la gente no sabe –y esto es una cifra que te hará parar– es que la cosecha de aceite de oliva de Cataluña no llega al 0,3% de la española.
JG: Las grandes producciones están en el sur.
JP: El sur es una bestia parda.
JG: Además por extensión.
JP: Eso son mares de olivos.
JG: 0,3% de la producción de España, pues.
JP: Exacto. Aquí en Cataluña producimos entre 30-40.000 toneladas y en España se producen de media un millón y medio.
JG: ¿Y en Italia?
JP: Italia produce 300–400. Ahora, en estos momentos, Túnez ha superado a Italia y está produciendo 500. Grecia también está produciendo unas 300–400. Y España está en un millón y medio.
Lo que pasó los dos últimos años, que los precios se encarecieron de aquella manera tan brutal, fue porque, por primera vez, tuvimos dos cosechas en sequía. Tuvimos cosechas que eran la mitad de lo normal y los precios petaron; subieron tres veces. Ahora que volvemos a tener una cosecha normalita, tampoco exuberante pero buena, los precios vuelven a bajar, aunque ahora, en estos momentos que hablamos tú y yo, están volviendo a repuntar.

JG: No me asustes, volveremos a pagar el aceite…
JP: No tanto, pero sí: el aceite está subiendo porque la demanda es muy grande. El aceite de oliva se está poniendo de moda. Y cuando digo de moda no me refiero a la Mediterránea, que todavía es el 75% del consumo en el mundo.
JG: Aquí ya estábamos.
JP: Sí, aquí ya estábamos, exactamente y toda la vida la hemos tenido. Nuestro trabajo, en el fondo, es internacionalizar…
JG: Bueno, pero de todo esto tenéis la culpa vosotros, ¿eh?
JP: Bueno, nosotros somos unos, somos unos… Sí, sí, y bastante significativos. Esto ha sido una parte importante de nuestra tarea: internacionalizar la gastronomía, que es una de las cosas más difíciles que hay. Y ahora te haré una pregunta: ¿cuántos días hace que no tomas salsa de soja? ¿O cuánto hace que no tomas salsa de soja?
JG: Sí, tomo muy poca, pero la semana pasada fui a un restaurante japonés.
JP: Ya está, pero esto es una vez al mes. Para que veas: esta pregunta la hago cuando voy a China, pero al revés: ¿cuánto hace que no tomáis aceite de oliva?
JG: Claro, el aceite… Exacto, es lo mismo, al revés.
JP: ¿Por qué? Porque una de las cosas más difíciles de la naturaleza humana es cambiar la gastronomía, la manera de alimentarse. Son los hábitos. Tú un día irás a comer japonés, pero al día siguiente, si vuelves a meter un sushi, dices: iros a la mierda vosotros; yo unas costillas, sí. Pues esta es la historia.
JG: Y hablando de esto, la internacionalización, la presencia en Estados Unidos: ¿cómo se hace para entrar ahí? ¿Qué cambios hay en estos mercados que dices que se consume más aceite de oliva?
JP: Yo siempre lo resumo de una manera. A mí me hacen gracia las escuelas de negocios —con el buen sentido— que hacen *business plans* y todas las proyecciones: “haremos esto, haremos aquello…”. Del dicho al hecho, cuando estás creando un negocio, hay un buen trecho, porque esto es una historia, una vida. Que dices “¿cómo es que nos hemos internacionalizado?”, yo lo resumo con una frase que tú conoces de sobra: “c*aminante no hay camino se hace camino al andar*”. Que tengas ganas, ilusión, una cierta visión, y un cierto conocimiento…
JG: …y que tengas suerte…
JP: Que tengas suerte, y tanto.
JP: Y entonces tú… yo también te pongo otro ejemplo. ¿Has estado alguna vez en la estación de Zúrich?
JG: Sí, sí.
JP: Es impresionante: hay como 20 trenes que salen a las 12:23 en punto, a las 12:24 en punto… Allí hay 20 trenes con diferentes destinos. Pues en la vida tú estás mirando que el tren marche y empujas, empujas, y no se mueve. Y de repente uno se mueve. Y aquel que se mueve, dices: *ostia*, este va, esto tiene sentido.
La internacionalización es un poco consecuencia de lo que te he explicado antes: de mis abuelos, que acaban con una trencadora, y de mi padre, que se va a Reus. Cuando nosotros ya teníamos el mercado nacional, era natural que nos internacionalizáramos
Pero eso costó, Dios, ayuda y mucha suerte. Y todavía hay mucho por hacer. Fuimos los primeros —a finales de los 80— cuando teníamos una buena posición en el mercado. También otra cosa que yo digo es que tú no te puedes embarcar en proyectos importantes si no tienes un palo que aguante la vela, porque te puedes quedar ahí.
Si vas en un barco, esencialmente el proyecto vital y profesional es un barco que va, y dices: “Ahora quiero ir a Madagascar”. Bueno, escucha, quizás si llegamos a Túnez, a ver qué pasa, ¿no?
JG: Sabes ir hasta Mallorca, primero.
JP: Exacto. Y si las velas van bien, ya veremos. Es un poco esto: vas probando. Aquí no hay plan de negocio; lo que hay es voluntad, ganas, compromiso, una cierta visión y muchísima ilusión.

JG: Continuemos en los Estados Unidos. ¿Cómo ha cambiado el mercado de los Estados Unidos en estos últimos años?
JP: El mercado de los Estados Unidos ha cambiado muchísimo. En el Mediterráneo, consumo medio por habitante y año: 15 litros. El lugar donde se consume más es Grecia; el que menos, posibles países árabes, pero nos movemos en 15. Aquí en España estamos a 13 o 14.
Consumo en Estados Unidos: hace poco han llegado a un litro por habitante. Son 330.000 toneladas, 330 millones de kilos, pero en consumo es un litro/habitante. Quiere decir que se puede crecer muchísimo allí, pero volvemos a lo mismo: los hábitos. Se ha puesto de moda…
JG: Sí, sí, en según qué círculos es cool, es gourmet, es orgánico. Están dispuestos a pagar mucho más por ello.
JP: El gusto entra, pero un litro. Ahora, cuando yo empecé, eran 10 gramos, como ahora es en China. O en la India no llega ni a un gramo.
JG: No se os acabará el trabajo, ¿verdad? ¿Ni a los que vienen detrás?
JP: Y tanto… Hay mucho por hacer, sin duda, y ha sido progresivo. Mira, hay una anécdota, para que veas también —porque la segunda pregunta que me harás será “¿y en Italia qué pasa?”—: si vuelves a ver El Padrino, hay un momento en que Marlon Brando le dice a Al Pacino, al Michael, años 20: “¿Cómo nos va el negocio de aceite de oliva en Chicago?”.
O sea, en los años 20, los italianos ya habían introducido el aceite de oliva en Estados Unidos. Por eso la gente, cuando va a Estados Unidos, dice: hostia, todo es italiano.
Los italianos hacen la diáspora a principios del siglo XX, y allá donde van se llevan su cultura y su gastronomía. ¿Y cuáles eran los países emergentes entonces? Estados Unidos, Europa central y del norte, Alemania hacia arriba, Inglaterra; al sur, no. Y después, un poco Argentina y Australia. Eso eran lo que hoy son los BRICS.
JG: Esto lo copian los italianos porque hay esta inmigración, porque el sur de Italia es muy pobre.
JP: Exacto. Y ellos se han tenido que ir y se van con lo suyo.
JG: Entonces establecen una cultura italiana. El Padrino es el ejemplo, lo explica muy bien. No hay una diáspora catalana ni española con suficiente peso específico para influir en una cultura.
JP: Nosotros, incluso cuando entramos en la Unión Europea en el 85, aquí no hay mentalidad de calidad; hay mentalidad de cantidad.
El dictador y la autarquía lo que hacían era que la gente pudiera comer, pero la calidad les importaba muy poco. Había que comer. Y no sabían más. Entonces, los listos italianos venían aquí, compraban el aceite tirado de precio y después lo refinaban, porque tenían la tecnología, el conocimiento, los mercados.
JG: Y la marca.
JP: Exacto, lo tenían todo. Y esta es la historia —antes de que me la preguntes, ya te la explico— de por qué Italia de alguna forma pasó por delante.
Pero, dicho esto, hoy, año 2025, 13 de septiembre del 2025, España ya vende mucho más al mundo, pero mucho más, que Italia. ¿A dónde vendemos nosotros? A los BRICS: Brasil, Rusia, Sudáfrica, China, India, Arabia, etc.
Todos estos países que han despertado después, España ha dado un puñetazo sobre la mesa y hemos barrido a los italianos. Ahora bien, allí donde están, el que pega primero pega dos veces.
JG: Casa, claro. Esto es de los años 20. Llevan mucha ventaja.
JP: Te vas a Suecia y solo hay aceite italiano; te vas a Alemania y el aceite italiano es el 60–70%. Te vas a Inglaterra, exactamente igual. ¿Por qué? Porque llevan toda la vida. Y eso, verdaderamente… Ahora bien, te vas a los países que te he mencionado, y cambia todo.
JG: Escucha, ¿y los italianos siguen comprando aceite español?
JP: Continúan, afortunadamente. Porque si no lo compraran, no sabrían qué hacer con el aceite. Nosotros nos hemos puesto las pilas a partir del 85.
A diferencia de Italia —y aquí la historia es más larga—, cuando llegan las ayudas, tanto que se habla mal de Andalucía y Extremadura, aquí en España las ayudas se utilizan de manera correcta y hay una transformación del campo brutal y sideral.
Los italianos, cuando se forma la Comunidad Económica Europea de seis, piensan que son cinco países del norte y que las ayudas de la PAC se basan en la grasa animal, fundamentalmente la vaca. Se protege la mantequilla. Entonces dicen: “¿En Italia cómo la compensamos? Es el único país del sur. El único producto que tiene Italia diferente de los demás es el aceite de oliva”.
Les dan ayudas. Y en Italia, la mafia, etc. (esto no sé si lo tengo que decir), estas ayudas no las canalizan bien y no resultan en mejoras.
Se encuentran, al cabo de diez años, que se han puesto en el bolsillo todas las ayudas —ha sido un latrocinio en todas partes— y se encuentran en una producción que se ha quedado parada. Mientras España ha avanzado de manera sideral.
Mira, en tiempos de la autarquía, España producía 300–400.000 toneladas, igual que Italia. Hoy España produce un millón y medio, incluso 1.850.000; Italia está en 300–400.000
JG: Se han quedado allí donde estaban.
JP: Exactamente.
JG: Seguimos viendo a Borges desde aquí arriba, ¿eh?
JP: Sí, sí, ahora lo veremos. Se ve bien, ¿eh? Mira, este es el Castillo del Moro. De pequeño venía a hacer excursiones y guerras. Guerras, pero guerras con piedras, ¿eh? Sí, que no nos matamos es porque Dios no quiso. Nos poníamos unos arriba y otros abajo y a ver cómo conquistábamos el castillo.
Cada año por Navidad veníamos con los nietos —ahora ya los tengo mayores—. Aquí arriba hay unas cuevas y tal y escondía el tió. Entonces, cuando venían, íbamos a buscar el tió: ya lo habíamos envuelto y tal, y veníamos a buscarlo. Ay, qué bueno. Ahora ya se han hecho mayores y volverán ellos cuando tengan hijos, supongo, o ya volverán.
JP: Y ahora entramos arriba y ya, mira, aquí entramos al Mas de Colom.
JG: Aquí entramos ya en el Mas de Colom, que es vuestra propiedad.
JP: Sí. El Mas de Colom, digamos, es nuestro corazón y nuestras raíces.
JG: ¿Qué es eso, timón?
JP: Sí. Huele.
JG: Oh, sí, tío. Tomillo, que de esto en Barcelona le dicen farigola, ¿no?
JP: Tomillo, sí, sí. Aquí se llama tomillo.
JG: Pues sí. ¿Y estos campos los habíais tenido siempre?
JP: Estos campos… compran una finca de 100 hectáreas hace 70 años, mi padre y mi tío, la segunda generación, dentro de la cual había un monasterio abandonado y totalmente destrozado.
JG: Que íbamos nosotros a hacer la mona, en bicicleta.
JP: Exactamente, ahora te enseñaré dónde fuisteis a por la mona. Era un lugar referente en Tàrrega, pero estuvo abandonado durante 70–80 años.
Ahí llegan unos monjes cistercienses a finales del siglo XIX, pasan la Primera Guerra Mundial y, cuando pasa la guerra, vuelven a Francia y lo abandonan. Lo dejan en manos de medianeros…
JG:… y lo usan de cobertura, de todo, y queda prácticamente abandonado…
Y entonces nosotros lo tomamos el 55. Se compra —esto también es una historia larga— pensando que llega el **Segarra—Garrigues**, que no llega hasta 70 años después. Nuestros padres lo compran pensando que podrán regar y hacer lo que nosotros hemos hecho ahora. De hecho, yo lo he hecho porque era su ilusión

JG: Y ahora llega el agua, claro
JP: Vengo por aquí, ojo con el bajante.
JG: Bueno, veo que tú ya lo tienes por la mano, esto.
JP: Y tanto. Ves, y aquí tienes la mejor cosecha: esto ya hace diez años, y este año tenemos una cosecha espectacular. Y esto ha ido de un día, ¿eh?
JG: ¿Esto es pistacho?
JP: Esto es pistacho.
JG: ¡Qué bonito! ¡Tan rojos y bonitos!
JP: La semana que viene esto ya estará cosechado. O sea que hay una cosechaza…
JG: A mí el pistacho me podría sentar mal, ¿eh? ¡Qué barbaridad!
JP: El pistacho tiene la historia del macho y la hembra: es uno de los pocos árboles que necesita macho para fecundar a la hembra. Hay un macho por cada diez hembras y las hembras son las que producen fruto; el macho solo fecunda.
JG: Este es un macho.
JP: Exactamente: el que no produce es un macho; estos son hembras.
JG: ¿Y aquí es donde usáis las abejas para polinizar?
JP: Las abejas se utilizan fundamentalmente para los almendros, que también los hay. Los pistachos, con el macho y la hembra, teóricamente, si las condiciones climáticas son adecuadas, tiran solos.
JG: Y este regadío que tenéis aquí… Si no hubiera el canal, ¿no podríais tener pistachos? Sería una explotación de secano.
JP: Este es el detonante que yo me planteo en el año 11, porque hay tres cosas. En el año 11, cuando ya empiezo a levantar el pie y digo: recupero las cosas que tienen interés y me pongo delante de tres conceptos:
Una, esto, que era la ilusión de nuestros padres; lo tenemos abandonado porque no nos podíamos dedicar, sinceramente. Me digo que ahora sería el momento de hacer un homenaje a nuestras raíces.
JG: Y que esto sea la sede social, ¿no?
JP: La sede institucional. Y que, además, sea un elemento de marketing, no te engañaré.
JG: Yo, por mi parte, un centro cultural que aporta a la ciudad.
JP: Y abierto a todo el mundo, sí. Abierto a todo el mundo: no cobramos nada; no solamente no cobramos nada, sino que damos un regalito.
JG: De momento, si lo podéis aguantar, significa que las cosas van bien. Por muchos años.
JP: Exacto. Esa es una. La segunda es que yo ya veo que el 21 vamos a los 125 años; cumpliremos 125 años.
JG: Se dice pronto, esto.
JP: Es un momento… Lo que pasa es que después la pandemia nos lo destrozó. Yo quería hacer una gran campaña institucional y, sobre todo, comercial, porque al final se trata de vender. Vino la pandemia, lo tuvimos que retrasar, y cuando lo hicimos ya no era lo mismo. Se hizo, pero no era lo mismo.
Y después, también, la llegada del agua. Aquí llega el agua, que ha llegado tarde, mal, y ahora te lo explicaré: tarde, porque hace un siglo que este canal estaba diseñado por la Mancomunidad.
La visión de los catalanes de hace cien años de la provincia de Lleida era dos canales paralelos regando 150.000 hectáreas; la despensa de Cataluña, fundamentalmente de Barcelona. Esta era la visión.
Esto se hace ya en el año 1860 en el canal de Urgell, que ha ido muy bien y lo ha cambiado todo en el Pla d’Urgell. Pero aquí, que somos tierra de secano y de miseria, hemos tardado 100 años.
JG: Y cuando llega, llega tarde.
JP: Tarde, 100 años, y mal. ¿Por qué? Porque cuando hacen el canal se encuentran con los requisitos europeos y reglamentos: zonas ZEPA, zonas de protección especial para aves, y todo eso. Llega con las zonas ZEPA, que se cargan a todo el mundo, y al final, para acabarlo de adobar, llega caro.
De las 70.000 hectáreas que se debían regar, solo pueden regar 45. El canal se tiene que amortizar con 45.000 en vez de 70.000.
Además, llega en un momento en que está la generación mayor y dicen: “Escúchame, ¿a mí qué me explicas?”. Porque tiene que haber compensación por parte del poder público.
JG: Sí, porque esto es una inversión a 25 años.
JP: A mí no me busques, dicen los agricultores mayores. Pero yo sigo pensando —es un poco mi visión— que el agua es riqueza, a corto, medio o largo plazo. Y aquí no la podemos dejar pasar. Esto se tiene que hacer ahora, si se puede.
Yo también entiendo a la gente que no puede y que lo tiene muy difícil. Y entonces yo hago esto como un cierto…
JG: Como un cierto caso de estudio.
JP: Una demostración. Para decir: se puede hacer. “Si venís aquí, aquí lo estamos haciendo”. Y todo el mundo te dice: “Sí, vosotros porque podéis hacerlo, pero no todo el mundo puede”. Tampoco te engañaré: si tuviéramos que vivir solo de esto, pasaríamos mucha hambre.
Pero, a largo plazo, esto será. Yo creo en ello, he apostado por ello: es una apuesta larga, dura, compleja, pero estoy seguro. Ayer comí con la consejera de Economía, Alicia [Romero], y le decía: “Alicia, el canal Segarra-Garrigues es el futuro de Cataluña, es el futuro del Urgell. Si hacéis las cosas bien, con visión de estado y a largo plazo, esta tierra no la conocerán ni la madre que la parió”.
Porque pasaremos de un cereal de secano, dependiendo cada año de si llueve o no —miseria y dependencia casi total de la PAC— a tener unas explotaciones… ahora te enseñaré lo que está pasando. Con una mirada verás qué está pasando.
Poco a poco, de lo amarillento que hay por todas partes —que es la parte izquierda del canal de Urgel, casi todo amarillo—, se va pasando a verde; ahora empezarás a ver más verde. En la banda derecha está el riego del canal de Urgel. Y del Segarra también hay más riego en la banda derecha que en la izquierda. Pero, como estamos en medio, tienes riego por todas partes. Aquí acaba la finca… y aquí ya tienes más visión y nos vamos hasta Balaguer; esto es Tornabous; esto es Anglesola… Anglesola, Vilagrassa, la fábrica…

JG: La fábrica de Borges siempre se ve, ¿eh? Estés donde estés de Tàrrega la ves.
JP: Casa, no, tampoco.
JG: No, pero Dios dirá.
JP: Y allí abajo es Tornabous.
JG: Tornabous siempre han regado… y en Bellpuig.
JP: Sí, allí abajo ya lo ves todo más verde.
JG: Ya se ve. Y aquí empieza a haber calvas;
JP: Todavía las verás mejor cuando vayamos a mi mirador particular.
JG: ¿Mirador particular? ¡Me lo estoy pasando muy bien, eh?
JP: Yo también me lo estoy pasando muy bien.
JG: Esto lo teníamos que hacer, lo teníamos pendiente.
JP: Pero que conste que yo venía para que tú me explicaras todo este mundo de la IA…
JG: Ya entraremos en eso, no te preocupes, no te haré hablar solo de ti.
JP: No, no, encantado, encantado, ningún problema.
JG: No, esto que me explicas es muy interesante. De hecho, es un cambio de modelo de país, directamente.
JP: Y el modelo de país lo hacen las grandes infraestructuras. Las grandes infraestructuras son las que pueden cambiar el país. Las migajas, migajas, migajas te cambiarán el país en tres generaciones; las grandes infraestructuras, si las haces bien… y esta no se ha hecho bien.
JG: Además, ha habido cuatro gobiernos por medio.
JP: Ah, claro, pero los gobiernos miran las próximas elecciones, no miran a 25 años vista.
JG: Esto empieza en 2003-2004, o antes, y lo hacen con buena voluntad, ¿eh? No hay mala fe.
JG: No, a ver: si tú eres un político honesto, crees que tu agenda es la mejor para el común de tus administrados y necesitas su confianza; por lo tanto, quieres ganar. Aquí nada que decir.
JP: Y lo sacan adelante, pero no consultan a Bruselas. Y, una vez hecho, Bruselas dice: “Esto es territorio nuestro”.
JG: Lo recuerdo perfectamente.
JP: Tú, cuando haces una cicatriz en el territorio, es Bruselas quien te lo tiene que autorizar. Estas competencias las tiene Bruselas; no las tiene ni la autonomía ni el Estado. Entonces dicen: "¿Qué han hecho ustedes aquí? ¿No han tenido en cuenta las aves?". Empieza todo este cirio, que ha sido un malestar.
JG: Que las aves son de toda Europa.
JP: Exacto. Y entonces estamos ahí.
JG: Recuerdo perfectamente Concabella: mirábamos si regar o no, concentración parcelaria y todo eso.
JP: Luego hay un agravio brutal, del que no se habla, pero yo lo entiendo: el canal de Urgell sigue regando a manta en momentos en que ha cambiado la climatología. Hay momentos en que no hay agua. Claro. Dicen: “Hombre, yo hace 150 años que riego a manta y nunca ha habido ningún problema; ¿por qué tengo que invertir ahora para regar por goteo o por presión? Yo tengo unos derechos”. Es la postura de mucha gente. Pero entonces tiene que haber el Estado, el gobierno, Bruselas…
JG: Esta agua es de todos.
JP: Exacto. Esto no se puede permitir: regar a manta. Porque, no te lo pierdas, si el canal de Urgell, en vez de regar a manta, regara con riego moderno como los que ahora tenemos en esta finca, tendríamos capacidad de plantar 70.000 hectáreas más. Es como un segundo canal, que ya está hecho. Lo único que hay que hacer es modernizar.
JG: ¡Esto lo destacaré a lo grande, eh?
JP: Sí, sí, destaca-ho a lo grande: se podría regar otro riego. Pero también destaca que esto los agricultores solos no lo pueden hacer. Esto tiene que ser visión de estado y de Generalitat; tienen que decir: “Aquí hay un futuro brutal; vosotros no podéis, os lo financiaremos a 25 años y con un 50% a fondo perdido, y lo renovaremos todo…
JG: Cueste lo que cueste, porque el coste de no hacerlo es mucho superior.
JP: Claro. Porque tampoco se les puede culpar a los agricultores. No se les puede decir “estáis regando a manta”. Ellos hacen lo que han hecho durante 150 años. No son millonarios a los que puedas pedir el 30% de una inversión de 1.500 millones. Y están en ello, hay que decirlo; han avanzado mucho.
JG: ¿Se lo dijiste a la consejera? Si no, le enviaré la entrevista, ¿eh?
JP: Tengo buena relación. Y este mismo discurso que te estoy haciendo ahora se lo hice ayer a la consejera. Le dije: “Esto es el reservoir de Barcelona. En Barcelona ya no podéis ir más allá; Barcelona ya es un desastre. Y aquí, a 100 kilómetros o una hora de viaje, que se puede hacer de una manera muy inteligente, hay una reserva brutal para Cataluña”. Porque es una tierra que prácticamente no tiene nada.
JG: No, claro, está por hacer. Lo sé perfectamente porque nosotros tenemos tierra en secano, en Concabella, y la problemática la conocemos. Y los números también los hemos hecho del derecho y del revés; si no es a 25 años vista, no salen.
JP: No, claro. Pero eso da igual: este es el primer año de 10 que tenemos cosecha buena. Que tenemos una cosecha buena. Hubo un año que teníamos una y, un mes antes, llegó una granizada y lo fastidió todo por los aires. Esa es la otra: aquí tienes un negocio al aire libre.
JG: Sí, sí: lo tienes a medias con el de arriba.
JP: Exacto. Pero la cosecha es increíble.
JP: Me alegro de que hayas podido verlo. Y en la parte de abajo ya está cosechado. Y las almendras ya están recogidas. Ahora pasaremos por las almendras, por los nogales, y después iremos a las olivas.

JG: Escucha, no te querría enfadar, pero antes hemos tocado el tema de los Estados Unidos, de los aranceles, de Trump y todo eso: ¿cómo os afecta?
JP: Ya nos hemos cruzado varios mensajes, tú y yo. Lo de Trump es algo tan incomprensible que ya… Pero, desde el punto de vista de un empresario que lleva producto por casualidad, la realidad es que ya lo sufrí el año 16 y 17, la primera vez que puso aranceles.
Entonces los empresarios le dieron la vuelta: importaron de otros países que tenían denominación de origen fuera de la Unión Europea y preservaron los mercados. Ahora eso ya lo aprendieron y han puesto aranceles a todos los orígenes del mundo.
¿Qué pasa? Pasa lo siguiente, y lo entenderás en un segundo: el año pasado y el anterior, Estados Unidos pagaban tres veces el aceite de oliva del precio que lo pagaban hace tres años. Y lo pagaron y continuaron importando, porque para ellos no es un precio sensible. El norteamericano compra una botella cada tres meses y no es sensible al precio; además, tiene un estatus.
JG: No es una cuestión de supervivencia.
JP: Puede pagar tres y medio; es igual. Por lo tanto, ahora que ha vuelto el precio a la base —más o menos—, un 15% no es nada. Pero esto es una circunstancia de aceite. El consumidor americano se encontrará este año que pagará el aceite a tres y medio cuando el año pasado lo pagaba a cinco.
JG: Ah, claro, porque ha habido mejor cosecha y lo compensa.
JP: Exacto. Por lo tanto, desde el punto de vista del aceite, no habrá ninguna incidencia. Y de hecho se está viendo: se está exportando sin ningún problema. Es más mental; todos nos frenamos pensando en las consecuencias, pero yo a mi equipo —que ya no llevo la batuta— les digo: “Metéos ahí como sea, porque esto se venderá seguro. El consumidor americano no pondrá el freno por este precio. Si durante dos años ha estado pagando cinco, seis, siete… ahora también lo pagará”. Este es un poco el tema. Dicho esto, lo de Trump es incomprensible y estamos en un mundo que no sé qué pasará.
JG: Ya te he dicho que no te quería hacer enfadar, ni enfadarme yo. Prefiero hablar de lo verde y del futuro, de aquí, hablar de casa. Solo esta acotación, porque antes hemos hablado del mercado de Estados Unidos, de exportación y de mercados globales.
JP: Es que ahora nos han cambiado un poco las piezas del ajedrez, ¿no?
JG: Dices: “No, es que ahora jugaremos a las damas”. Pues aprendo a jugar a las damas, pero es que al día siguiente pueden volver a cambiar de juego.
JP: Yo ahora tengo mi nieto mayor, que quizá el año que viene se planteará ir a la universidad de Estados Unidos. Pues, escucha, me lo estoy pensando, ¿eh? Lo estoy considerando, ¿eh? En Estados Unidos, tú te vas y vete a saber qué puede pasar.
JG: Lo que ha pasado estos días en la universidad… [en referencia al asesinato de Charlie Kirk] Es que el mismo día hubo tres muertos en un instituto de Denver. El mismo día.
JP: Sí, sí. Y que haya una orden federal y que haya extranjeros fuera…
JG: Están teniendo muchos problemas para matricularse ahora, los de fuera.
JG: Con lo que… Estados Unidos… Escúchame.
JG: Yo estoy en la misma posición. Yo había vivido…
JP: Yo también.
JG: Allí conocí a mi mujer, en Carolina del Norte, trabajando para IBM. Nos conocimos allí.
JP: Ah, qué bien.
JG: Sí, claro. Quiero decir, yo a los Estados Unidos le tengo un amor y un respeto…
JP: Yo estuve dos años, el 65 y el 66, con una beca al lado de Atlanta, en la Universidad de Georgia, e hice el MBA allí. O sea, soy un privilegiado; antes que nada, yo soy un privilegiado.
JG: Todos nosotros, ¿eh?
JP: Sí, pero yo soy un mega-megaprivilegiado, yo más. Y soy plenamente consciente porque, además, en algunos momentos podría haber ido hacia aquí o hacia allá por pura suerte.
JG: Lo que decíamos antes.
JP: Sí, y tanto. Y después, profesionalmente: dejé de contar los viajes a Estados Unidos cuando llevaba 100. Calculo que un año y medio de mi vida me lo he pasado allí en viajes, en el avión. Dos años haciendo el MBA y un año y medio yendo y volviendo. Yo me pensaba que entendía a los americanos y que sabía qué eran los americanos.
JG: Yo no.
JP: Yo no.
JG: Sí, sí. Está claro; nos es muy difícil, desde aquí.
JP: Toda la gente que tengo allí y tal… todo el mundo se queda de piedra.
Bueno, mira, este es mi mirador particular, ¿sabes? Y este te da un poco —hoy es un buen día— toda la perspectiva; al fondo ya es el Pirineo, ya llegas a Andorra.
JG: Sí, sí, llegas a los Pirineos, ya es Andorra. Es muy bonita esta llanura. Yo esta vista la veía desde Sant Eloi.
JP: No, no.
JG: Ah, ¿no?
JP: No, no. Es por ahí; eso te lo tapa. Esta colina te lo tapa. Y la finca es todo esto. La finca es todo lo que tenemos, todo esto. Estas son hasta abajo en la carretera: aquella es la carretera de Agramunt. Y la finca va hasta la carretera: es todo esto. Este es el Mas de Colom que ya conoces, y toda esta parte de aquí. Fíjate en las manchas verdes allá.
JG: Sí, sí, se empieza a ver.
JP: Antes todo era amarillo. Ahora ya ves que es verde. En cambio, allí abajo todo es verde. ¿Por qué? Porque pasa el canal de Urgel. Allí está la finca del Ribalta —que la habrás oído nombrar—, justo al lado del canal. Todo aquello, hacia el fondo, es verde. Y aquí, en cambio, todo era amarillo. Y ahora, poco a poco, la gente va entrando.
Mi estimación y creencia es que en veinte años esto será como el Segrià: todo estará plantado. Cuando las cosas encajen, cuando se hayan hecho los deberes, cuando el agua vaya al precio que ha de ir y haya habido el relevo generacional, la gente joven lo verá como una oportunidad. Nosotros hemos sido un poco unos avanzados, unos portavoces, unos visionarios.
JG: Está bien tener un caso de éxito que la gente pueda ver: “Si usted hace las cosas bien y todo el mundo hace lo que tiene que hacer…”

JP: Nosotros hemos hecho dos cosas: aquí hay dos proyectos. Primero, la restauración de la casa y el convento —que está pendiente, no tenemos claro qué haremos—, y después todo el tema agrario.
Teóricamente, desde el punto de vista de explotación, el tema agrario tiene que aguantar el gasto de la casa. Conceptualmente es así; después ya veremos. Quizás no irá ni la agricultura ni la casa. Estamos en eso, pero no deja de ser un proyecto de riesgo y un proyecto de corazón, más que de cabeza. Este es un proyecto de corazón, un proyecto de raíz.
JG: ¿Puede ser sostenible este proyecto?
JP: Sí, tiene que ser sostenible.
JG: El objetivo es que sea sostenible.
JP: No, no: yo ya se lo digo. Si no es sostenible, me lo cargo todo. Lo tengo clarísimo. Las cosas que no son sostenibles… Es como las subvenciones. No puedes vivir de subvenciones. Las cosas que no son sostenibles, al final te las cargas. Yo les digo: “Ahora hemos tenido una buena época; pero a lo largo de mi vida he pasado muchas épocas malas y, cuando vienen, lo primero que miras es: ¿dónde puedo recortar, qué puedo hacer, qué problema tengo?”.
Y si esto no es sostenible, el director que sea se lo cargará, porque tiene la responsabilidad y la presión de ejecutar. Si esto cuesta una pasta y no va… no me canso de decirlo; cada día lo digo
JG: No le puedes exigir que tenga el mismo sentimiento ni la misma relación con este terreno y con Tàrrega. Aquel tiene relación con los números.
JP: Y es así: su mirada no es la mía y su objetivo no es el mío. Por eso yo exijo que esto sea autosostenible. Este año lo será; ya te lo puedo decir. Pero será por primera vez. Este año lo será, porque ya se ve: si los árboles… Caen, caen; si esperas dos semanas, ya caerían. Ahora ya está hecho el pistacho.
JG: Abrimos un pistacho, a ver…
JP: Este todavía no está hecho, no. A este le faltan bien 15 o 20 días, ¿eh? Arriba. Abajo ya empezamos a cosechar. Mira cómo los cosechamos: hacemos un montón debajo del árbol y los hacemos caer, como las olivas y las almendras. Mira…
[Un tractor despliega una borra alrededor de un árbol]
JG: ¿Esto antes qué teníamos que hacer? Ir a recoger a mano, con la maleza en la mano, hacerlos caer con las cañas…
JP: Mira qué cantidad de pistachos hay después de cosechar. Están llenos.
JG: ¿Sabes cómo se llama a esto, tú que quieres hablar de términos de computación? Hay una disciplina —que obviamente habéis utilizado siempre— que es la visualización de datos. Puedes tener un Excel o unas gráficas que suben y bajan; es mucho más digerible que una tabla de números; puedes ver tendencias y todo el mundo lo entiende.
Hay otro concepto, que la gente no conoce tanto, que es la fisicalización de datos. Es decir, tú me puedes dar los datos de las hectáreas que riegan o no riegan, del precio por litro, bla, bla, bla… y yo me quedaré igual. O me lo puedes mostrar físicamente: esta balsa llena, allí ya empieza a haber manchas verdes, aquí todavía hay amarillas…
Hay un ejemplo muy claro: cuando te dicen el estado de los embalses en Cataluña en hectolitros no te dice demasiado. En cambio, si ves el campanario de Sau ya no hace falta que te expliquen nada más.
Hay toda una disciplina que estudia cómo transformar los datos fríos e ininteligibles en sensaciones para que la gente tome conciencia o pase a la acción de una manera u otra.
JP: Yo tenía una técnica. Por razones profesionales, a lo largo de la vida he tenido que hacer muchas presentaciones. Yo no me ponía a hacer una presentación si antes no la había visualizado desde el principio, en la cabeza: “Esto va así, así…”. Veía si encajaba o no. Y todos me decían: “Ya viene el visualizador”.
JG: Eso es lo que estamos haciendo.
JP: Exacto. Este concepto de las manchas verdes y del amarillo y el verde, para mí, es muy visual.
JG: No quiero olvidarme de aquello tuyo que fuiste a hacer la revolución con el Jomeini… ¿te pilló negociando pistachos en Irán?
JP: Me cogió en Irán. En Irán, pero no era pistacho. Iba a vender aceite de oliva.
JG: ¿Ah, sí?
JP: Sí. Pero piensa que Irán es productor de pistacho. Antes, toda la vida había sido el primer productor, pero ahora ya lo ha pasado California y lo ha dejado atrás. Y hoy es el segundo productor de pistacho del mundo.
Todo esto era el año 79, en plena revolución, en aquellos momentos que yo era muy joven, no me paraba por nada y Jomeini no sabía ni quién era. La anécdota es que cuando entré pasé dos o tres controles, pero cuando salí pasé diecinueve. Diecinueve. Porque las diferentes facciones no se fiaban la una de la otra, y claro, como era un extranjero y había la revolución… Una me daba el visto bueno y la otra no lo sabía… Total, que tuve que pasar diecinueve. Y para acabar este viaje terminé vendiendo dos tráileres de miel.
JG: ¡De miel!
JP: ¿De miel, de aquí de Balaguer?
JG: ¿De Alemany?
JP: De l'Alemany de Balaguer. Sí, i sempre que ens veiem ens abracem. Dos tràilers l'any 79: carretera i manta fins a Teheran, en plena revolució de Khomeini. I vam cobrar.
JG: Sí, sí… qué bueno. ¿Y son las abejas que tienes aquí para polinizar árboles, no? ¿Las del Alemany?
JP: Sí, sí, el Alemany te las trae, sí. Tenemos una buena relación y… fue una experiencia.
JG: Tenía muchas ganas de hablar contigo y, pensándolo, digo: “le diré si me deja escribir y publicarlo”, porque yo creo que de estos ganadores que tenemos en el país se tiene que hablar, y si son de Tàrrega, todavía más. De Borges, no hace falta hablar demasiado porque todo el mundo la conoce, pero la historia que me explicas, del mercado de Tàrrega hasta el mundo, que si los aranceles… hay poca gente que pueda explicar todo esto. ¿127 años de empresa?
JP: Yo casi 60 [en la empresa] y Borges ahora tiene 128.
JG: 128, exacto.
JP: O el 129 ya. Quiero decir, a ver cuántas empresas hay en Cataluña que lo puedan decir.
JG: Es que ni siquiera lo puede decir la Caixa.
JP: Y tres generaciones, cuatro generaciones.
JG: Sí, claro.
JP: Ya están los de la cuarta. Yo ya no estoy en la empresa. Y los de la tercera ya no estamos. Ya no estamos. Éramos cuatro: uno nos dejó y los otros tres…
JG: ¿Y cómo llevas esto?
JP: Bien, bien, bien. Bien, porque me he complicado la vida por otra cuestión.
JG: Ya.
JP: Yo lo que no puedo es estar esperando. Y he hecho un cambio de chip.
JG: Y esto también debe ser un valor, ¿no? Saber frenar cuando toca.
JP: Sí, sí, yo eso lo he visto claro. Escucha, tú, adelante. ¿Sabes qué pasa? Lo que tienes que tener claro… Mira, hay un dicho, yo lo tengo clarísimo: “primero va la empresa, después va la familia”. El que no tenga claro esto no sabe a dónde va. Y, a la larga, tendrá que volar. Y en el momento en que tú no tienes la capacidad, la fuerza, la energía, la ilusión, la motivación, el compromiso, tienes que poner a alguien que lo tenga.
Mira, entramos en las almendras.
Aquí están recogidas, pero siempre quedan algunas, ¿no? Algunas bastantes. Pero ya no compensa ir recogiendo más, porque entonces no es muy bueno para el árbol. Esto ya se ha recogido. Esto hace ya diez días que se ha recogido.
JG: ¿Y buena cosecha también, sí?
JP: Sí, sí, buenísima.
JG: ¿La mejor de la historia?
JP: La mejor de la historia.
JG: ¡Qué bueno! Estamos paseando aquí por la mejor cosecha de la historia de Borges.