Canarias como toque de alerta para el turismo barato

Después de unos años de madurez, el modelo de turismo descubierto en los años 60 y 70 ha entrado en la fase de declive

La sociedad civil de las islas se posiciona contra el modelo descubierto en los años 60 y 70 | EP La sociedad civil de las islas se posiciona contra el modelo descubierto en los años 60 y 70 | EP

Si en Canarias ya están hartos y unas 60.000 personas se manifiestan contra el modelo turístico, esto ya toma otro cariz. Parecía que la pandemia cambiaría la tendencia, pero los viajes baratos todavía degeneran los recursos y el bienestar de los nativos.

Esta vez no se trata de cuatro alocados que critican el turismo. Es la sociedad civil de las islas la que se posiciona en contra del modelo descubierto en los años 60 y 70, que ha crecido hasta convertirse en el sector más poderoso del mundo y ahora, después de algunos años de madurez, entra en la fase de declive. Esta situación se vuelve muy complicada. Los viajeros se han acostumbrado a vuelos baratos o muy baratos. Los hoteles se posicionan a precios bajos, incluso en períodos de alta temporada. Los restaurantes y los servicios bajan los precios para adaptarse a los visitantes que llegan.

Los hoteles se posicionan a precios bajos, incluso en periodos de alta temporada

Todo genera un entorno de low-cost que arrastra al conjunto del destino a: 1) reducir los precios de todo; 2) acortar los márgenes hasta niveles negativos; 3) infravalorar el talento y bajar sueldos o temporalizarlos hasta alcanzar una población excesivamente voluminosa de fijos discontinuos; 4) dirigir el destino hacia el monocultivo turístico barato y evitar que ingresen al territorio innovaciones y otros modelos de negocio; y 5) abrir los negocios un par de meses, como en los años setenta. En este sentido, no me sorprendió que el sensato economista Santiago Niño abriera un hilo en Twitter diciendo que este tipo de turismo no durará más de diez años.

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Por suerte, hay modelos que sobreviven y sobrevivirán con éxito porque se lo han planteado de otra manera; no es necesario presentar solo oferta de lujo, también. Se trata de ofrecer calidad de territorio y patrimonio, absolutamente sostenible, con servicios interesantes y creativos, con experiencias bien definidas y a precios suficientes para remunerar adecuadamente a todos los que colaboran. En el sector comentan desde hace tiempo que no encuentran trabajadores para hacer el trabajo. Hace diez años que los mejores profesionales derivan hacia otros sectores y solo está interesada en los puestos de trabajo la población emigrante, que tan pronto como pueda se irá a otro sector. Los europeos quieren slow-turism, espacios naturales para correr y caminar, buena comida, contacto y cambio de aires; estos no miran los precios y están dispuestos a pagar lo que vale cada cosa.

Estos negocios y destinos turísticos que triunfan empezaron igual que el resto, pero pronto buscaron vías alternativas a dejarse llevar por la pendiente de los ciclos de vida. En los noventa comenzaron los planes de reestructuración y excelencia que permitieron que un centenar de poblaciones turísticas escaparan del camino barato. En 2000 hubo otro impulso de los hoteleros. En 2010, destinos y sector económico iniciaron proyectos singulares innovadores que aprovecharon la playa para crear ciudades de turismo activo. Los movimientos continúan en esta década, en medio de la pandemia y posteriormente, alejados de un gran porcentaje de destinos y negocios similares a los de Canarias.

En el sector comentan desde hace tiempo que no encuentran trabajadores para hacer los trabajos

A principios de la década de 2000, un alcalde canario me quiso mostrar la planificación turística que acababa de aprobar su ayuntamiento. Con orgullo me dijo que toda la zona de playa de su término municipal ya estaba abierta a cualquier nueva inversión turística que llegara: daría empleos a la población, riqueza general, lo que le permitiría al municipio ampliar servicios. 20 años después, todo lo que se construyó tiene una rentabilidad económica y social mínima porque no hay tantos turistas que lo quieran ni tantos inversionistas para un producto degradado.

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