Uno de los privilegios de trabajar en una multinacional importante es que te permite hacer proyectos internacionales y conocer entornos que, a veces, parecen salidos de películas. Es así que, en un momento dado, formé parte del equipo para preparar una oferta de gestión tecnológica para el Home Office (el departamento de interior del gobierno británico). Tuvimos una reunión con el secretario permanente del departamento de administración pública en el gobierno de John Major. Aquel señor era el equivalente al secretario permanente que salía en la serie televisiva Sí, ministro!. Un alto funcionario de la carrera administrativa (a menudo tienen el título de sir). Si recuerdan la serie, el único empleado de partido que el ministro había llevado al ministerio era el secretario particular -que le gestionaba la agenda del partido-. El resto no se tocaba. Y fíjense en otro detalle. Al ministro, en el mundo anglosajón, se le llama “secretario”. El siguiente en el escalafón ministerial es el “secretario permanente” que es el alto funcionario del que les hablo. “Permanente” ya da una idea: del ministro para abajo, los cargos no cambian cuando cambia el ministro -solo lo hacen siguiendo la carrera profesional y los ascensos-.
No es el caso catalán, ni de lejos. Parece que el número de personas que serán nombradas por el cambio de gobierno asciende hasta más de 500 -pueden ver una información detallada en VilaWeb, aquí. Lo llaman “cargos políticos”. Debe ser que fuera de aquí, en el extranjero, no hay política.
La OCDE publica cada año un informe que se llama Government at a Glance (Panorama de las Administraciones Públicas). El del año 2017 se hizo eco de este problema tan grave que sufrimos los catalanes, generado por todas las administraciones que soportamos. En este informe, la OCDE nos hacía poner el grito en el cielo sobre la barbaridad que significan los nombramientos a dedo de la gente que tiene que dirigir la gestión de la administración pública. Y ahora comento algunas cifras de este informe y que la web de Professionalitzem.cat ha sintetizado:
Se puede observar un hecho que empieza a repetirse: estamos peor que otros que pensábamos que estaban peor que nosotros. Lo digo por Turquía. O México. O Italia, de la que hemos tomado la palabra sottogoverno para designar esta lacra que se nos quiere vender como normalizada.
El informe de la OCDE decía cosas muy jugosas. Por ejemplo, la necesidad de contar con un servicio público profesional e imparcial que garantice un alto nivel de competencia e integridad, a la vez que la existencia de unos niveles apropiados de transparencia y rendición de cuentas. Si no se hace así, comienza la proliferación de favoritismos y clientelismos, con un alto grado de rotación profesional y la contratación de agentes políticos. Todo ello provoca la pérdida de confianza en las instituciones públicas entre los ciudadanos, ya que queda en evidencia que pesan más las afiliaciones políticas que la capacidad de liderazgo y de competencia. Contrastan Chile, España y Turquía con el hecho de que en la mitad de los países de la OCDE la rotación de personal derivada de los cambios de gobierno en los cuatro niveles de alta gestión es nula o casi nula.
A la mitad de los países de la OCDE la rotación de personal derivada de los cambios de gobierno en los cuatro niveles de alta gestión es nula o casi nula
Este nuestro no es un país donde prima la meritocracia. La gente ocupa puestos y asciende o desciende según otros criterios. Sobre todo, el amiguismo. El nombramiento discrecional basado en criterios de proximidad política está asociado a una mayor corrupción, mayor gasto, mala gestión pública y peor calidad de gobierno. Así lo aseguran estudios internacionales. Por lo que he visto, los señores Dahlström y Lapuente son especialistas en este tema. Han publicado varios estudios, libros y dan conferencias al respecto.
La sociedad civil ha comenzado a movilizarse en este sentido -claro que luchar contra políticos y la corte de periodistas que les ríen las gracias es una tarea desagradable. A pesar de todo, hay organizaciones. Una es la que he mencionado, Professionalitzem.cat. Otra es Fera.cat (Foro de Entidades para la Reforma de la Administración) que persigue una reforma más ambiciosa, pero que en cuanto al tema que nos ocupa entregó un manifiesto que incluía la siguiente demanda: “En el sector público institucional de la Generalitat. Antes de que se cese a ninguna persona que ocupe puestos de dirección ejecutiva unipersonal en las entidades y organismos del sector público institucional, el Gobierno debe aprobar un Acuerdo en el que se establezca, entre otros aspectos, que todos los cargos de esta naturaleza se han de proveer a través de procesos selectivos públicos y abiertos a las personas que reúnan las condiciones fijadas en cada convocatoria, en los cuales el mérito, la capacidad y la experiencia serán los factores de determinación de las candidaturas admitidas a ocupar estos puestos, que serán elevadas a los órganos competentes para su designación”. Vistos los resultados, ya se pueden imaginar ustedes qué es lo que hicieron los políticos con este manifiesto.
La degradación que han sufrido los servicios públicos en las últimas décadas no es ajena a estas prácticas políticas. La desesperación de los funcionarios que creen -o creían- en la carrera pública es evidente. Y un ambiente así solo puede generar desidia y frustración. Conozco a altos funcionarios que han dejado la administración catalana para irse al sector privado, donde trabajan con un éxito profesional notable.
Todos aquellos que lean estas líneas y piensen que este comportamiento no es más que una forma más de propagar la corrupción, tienen alguna herramienta a su alcance. Fírmen los manifiestos de Professionalitzem.cat y Fera.cat. Que quede claro, al menos, que hay unos cuantos que no queremos que la destrucción de la administración pública quede como un hecho anónimo. No. Hay responsables con nombres y apellidos que amparan el nepotismo y la corrupción. Y salen en los medios de comunicación completamente desacomplejados.