Carne de laboratorio en tiendas y el precio del agua en los mercados de futuros. ¿Un disparate?

El miembro del comité CONEXT Francesc Reguant recomienda estar atentos a las alternativas vegetales o biotecnológicas de los alimentos cárnicos

Muestra de carne en un plato de cultivo celular | iStock Muestra de carne en un plato de cultivo celular | iStock

Los grandes cambios transformadores de la humanidad no se realizan en un solo día, pero hay un momento, un día, en el que el cambio se presenta a la sociedad. Un día Arquímedes gritó Eureka, un día Rosa Paks se sentó en los asientos reservados para los blancos, un día cayó el Muro de Berlín. Y otros días han marcado el comienzo de nuevas eras, nuevos escenarios. En los últimos días hemos sido testigos de dos acontecimientos transformadores. Así lo entendió el New York Times al clasificar como global first la noticia de la comercialización autorizada en Singapur de carne de pollo de cultivo celular. La otra noticia disruptiva es la entrada del precio del agua de California en los mercados de futuros. Son dos noticias muy diferentes, aparentemente muy distantes, pero ambas tienen un denominador común: los alimentos. La primera noticia se esperaba, pero no tan temprano. El Foro Económico Mundial de Davos 2018 se había atrevido a predecirlo para 2023. La segunda noticia es simplemente una mala noticia.

El comienzo de la comercialización de la carne de cultivo celular en Singapur ha sido contestado inmediatamente por el Ministro de Agricultura francés, que ya se ha apresurado a decir que no tiene previsto aceptar este tipo de carne. Al mismo tiempo, diferentes opiniones del sector ganadero han comenzado a denunciar los supuestos problemas de esta carne. Son respuestas defensivas totalmente lógicas que pueden retrasar la comercialización de estos productos cárnicos producidos a partir de la biotecnología, pero es muy poco probable que éstos no terminen encontrando y consolidando una cuota de mercado creciente.  Sin duda esta carne no proviene de un proceso natural sino de procesos biotecnológicos. Sin embargo, existe una notable probabilidad de que sea más eficiente en las emisiones de gases de efecto invernadero y, en términos económicos, datos que -por comprobar- puedan representar una alternativa seria al mundo de la carne convencional. Tratar la cuestión como inexistente sería la peor estrategia en el sector cárnico. La sociedad seguirá comiendo carne convencional, pero este producto alternativo viene con argumentos económicos y ambientales. De hecho, la aparición de la carne biotecnológica reforzará la presión de los grupos animalistas. Según la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo (WCED) el desarrollo sostenible es aquel que "satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las próximas generaciones para satisfacer las suyas propias". La barrera de la sostenibilidad no se sitúa entre lo natural y lo artificial, sino en la capacidad de satisfacer las necesidades, en este caso los alimentos, con una afectación mínima a los equilibrios ambientales.

En lectura desde Cataluña, esta noticia no puede ocultar la preocupación en relación con el clúster cárnico, el primer sector manufacturero en el país y tercer sector exportador. Un sector que ha desempeñado un papel clave en el mantenimiento de la población rural. La ganadería intensiva se ha convertido en una alternativa viable en un entorno de gran dificultad para la agricultura competitiva. Convendría no anticipar los acontecimientos, pero sería necesario estar atento a la evolución de las alternativas, ya sean vegetales o biotecnológicas. Los avances hacia opciones de mayor valor añadido y la mejora de la circularidad del proceso de producción deberían favorecer la resiliencia del sector. La carne ecológica podría ocupar un espacio interesante entre las alternativas. Sin embargo, en cualquier caso, hay que reforzar la producción vegetal en Cataluña. Una opción vinculada a la promoción de una agricultura más intensiva, de más valor añadido pero al mismo tiempo más sostenible, es decir, agricultura de precisión gestionada con técnicas de producción más amigables con el medio ambiente, utilizando mejor los recursos (agua, suelo, energía), reciclaje de residuos, diversificación de cultivos, aprovechando sinergias entre diferentes cultivos y utilizando estrategias naturales para el control de plagas y enfermedades (lucha biológica, control integrado de plagas, biofertilizantes, etc.

En cuanto a la entrada del agua en los mercados de futuros, la noticia responde al creciente proceso de privatización y oligopolización de los recursos vinculados a un producto tan crítico como los alimentos. Un estudio de la Universidad de Oxford señaló en 2012 que, a nivel global, prácticamente el 100% del suministro de fertilizantes estaba controlado por siete empresas, que el 68% del mercado agroquímico estaba vinculado a cinco empresas, que tres empresas controlaban el 50% del mercado de semillas, más tarde Bayer adquirió Monsanto, continuando el proceso de concentración. El suelo agrícola es motivo de grandes operaciones de compra de países desarrollados como reserva estratégica para su proveimiento alimentario. Quedaba el agua para comprar, de la cual la agricultura es el primer usuario. Ahora el agua de California entra en los mercados de futuros.

Los mercados de futuros nacieron con el objetivo de estabilizar los mercados agrícolas, mercados que son muy volátiles y al mismo tiempo críticos. Sin embargo, la irrupción de operadores financieros sin fines comerciales ha llevado a la formación de burbujas especulativas de las que tenemos una historia dramática. La justificación de los operadores financieros no puede ocultar la prescindibilidad absoluta de su presencia, ni la perturbación que causan en mercados esenciales vinculados a un hecho tan sensible como la seguridad alimentaria. A menudo se olvida que detrás de los alimentos hay personas y hay sufrimiento e injusticia, hija de la desigualdad. Recientemente, a raíz de la propuesta Farm to Fork de la Unión Europea (del campo a la mesa desde Cataluña) dentro del marco de las estrategias del Green Deal Europeo, Olivier De Shutter declaró: "Es necesario dejar de tratar los alimentos como una mercancía y tratarlos como un bien común". El Profesor De Shutter, antiguo relator de la ONU sobre el derecho a la alimentación conoce bien el drama de lo que estamos hablando, algo que avergüenza a nuestra sociedad

El siglo XXI nos ha llegado lleno de desafíos, pero no debemos olvidar lo que es esencial. Por un lado, la sostenibilidad ambiental con toda su complejidad e implicaciones. Pero por otro, e inseparablemente con lo anterior, la justicia social y económica. Sin duda, es necesario deshacer el proceso imparable hacia la desigualdad y el control de unos pocos sobre los recursos esenciales, el futuro de todos depende de ello.

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