¿Ven los ciudadanos las acciones para hacer Valencia sostenible?

Las "cuatro hélices de la innovación" implican al sector público, privado, universitario y civil

Imagen de la catedral de Valencia | iStock Imagen de la catedral de Valencia | iStock

Valencia presentó el pasado 31 de enero los documentos requeridos por la Unión Europea para ser escogida como una de las 100 ciudades que consiga la neutralidad climática en 2030. Una elección que se dictaminará entre los meses de marzo y abril, habida cuenta de las 377 candidaturas recibidas.

Asimismo, por segundo año la capital del Túria ha sido considerada la Ciudad más saludable del mundo en el ranking de Money, basándose en preceptos como la esperanza de vida, la contaminación del aire, las tasas de obesidad o nuevos parámetros como la accesibilidad de la cobertura sanitaria o el número de profesionales dedicados a la salud mental.

Puede plantearse, sin duda, que algunas de las acciones de la coalición que forma el Ayuntamiento son discutibles. O si no ellas, al menos sí su manera de comunicarlas o incluso imponerlas sin haber consultado previamente a los colectivos implicados.

La psicohistoria de Hari Seldon nos sitúa en una peligrosa premisa: ¿seremos capaces de salvar nuestro ecosistema si lo fiamos todo a aquellos que, en teoría, lideran las instituciones?

Pero no es menos cierto que la mayoría de los visitantes foráneos recorren la urbe en bici, que 2022 no solo traerá los Goya sino también las capitalidades de Turismo Inteligente y del Diseño Mundial. Y que comienzan a plantearse contratos cuyos pliegos incluyen la sostenibilidad como un factor fundamental para su concesión.

Y sin embargo, no se percibe desde la parte civil que la ciudadanía piense que puede ser parte activa de este proceso, más allá de una cierta responsabilidad individual en reciclaje de residuos, pensamiento de compra de vehículos eléctricos o consumo de productos de proximidad.

¿Qué puede hacer una persona sola para cambiar el mundo?, se pregunta mucha gente cuando asistimos a Cumbres del Clima o acciones derivadas desde las grandes compañías tecnológicas. Pero lo cierto es que, al menos desde Valencia, se pretende que esa conciencia esté presente, como demuestra el hecho de que las denominadas Cuatro hélices de la innovación implican al sector público, al privado, al universitario y al civil.

El primer paso consistió en poner en valor presupuestos participativos, aunque la escasa llegada al ciudadano, el hecho de que la tecnología asociada todavía sea farragosa y la sensación general de que no se tratan en ellos grandes temas han obligado al consistorio a replantearlos.

Asimismo, el sesgo por ideología frena también muchas de las posibles iniciativas, que al asociarse a un partido (o partidos) determinado impide que algunas personas lo apoyen aun considerándolo interesante.

Si uno relee Fundación, la obra cumbre de ciencia ficción escrita por Isaac Asimov, le parece que la vida extraplanetaria no difiere demasiado de lo que vivimos hoy en la Tierra. La psicohistoria de Hari Seldon, que señala que los grandes parámetros estadísticos hacen avanzar a la humanidad a pesar de las actuaciones individuales, nos sitúa en una peligrosa premisa: ¿seremos capaces de salvar nuestro ecosistema si lo fiamos todo a aquellos que, en teoría, lideran las instituciones?

De momento, el calentamiento global constante nos da una respuesta clara. NO. Y es el momento de que alguien piense en cómo cambiar esta circunstancia. Porque, de lo contrario, esta vez sí que será demasiado tarde.

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