• Economía
  • Ciudades más verdes, vidas más plenas

Ciudades más verdes, vidas más plenas

La experiencia natural se asocia a un aumento de la felicidad, el compromiso social y la disminución de la angustia mental

La ciudad de Ámsterdam | iStock
La ciudad de Ámsterdam | iStock
Ariadna Romans
Politóloga y filósofa
Barcelona
11 de Septiembre de 2022

Hace pocas semanas que he llegado a una nueva ciudad. Una de las cosas que más me ha sorprendido y emocionado de Ámsterdam es la gran presencia de la naturaleza en su entramado urbano. En el caso de la capital holandesa, verde y azul no es mala combinación, ya que conforma una presencia exclusiva y única de la naturaleza como elemento plenamente integrado en la ciudad. Mires donde mires ves uno de los dos colores, además de la radiante variedad de flores que decoran sus calles, plazas y avenidas. El azul grisáceo de los canales y el fuerte verde de los árboles y plantas conforman una atmósfera mágica donde los edificios y grandes monumentos conviven en armonía con la vegetación urbana.

 

Existen múltiples estudios que demuestran la correlación entre la presencia de naturaleza en el entorno y la salud mental. Hace unos años, un equipo internacional liderado por las prestigiosas universidades americanas de Washington y Stanford crearon un marco para permitir a los planificadores urbanos medir los beneficios de la salud mental que comporta la presencia de la naturaleza en los planes y políticas de las ciudades y sus residentes. Algunos de los resultados se compartieron en la revista académica Science Advances, pero no eran nada que no pudiéramos imaginar. Según el estudio, la experiencia natural se asociaba a un aumento de la felicidad, el compromiso social, la capacidad de gestionar diferentes tareas y disminuir la angustia mental. Como explicaba la coautora del estudio, Gretchen Daily, directora docente del proyecto Capital Natural de la Universidad de Stanford, la experiencia de la naturaleza también demostró mejor el funcionamiento cognitivo, la memoria, la atención, la imaginación, la creatividad y el rendimiento escolar en el caso de los niños. Para la profesora, estos vínculos ponían sobre la naturaleza algunas de las dimensiones más importantes de la experiencia humana y el propósito de sus vidas.

La experiencia natural se asocia a un aumento de la felicidad, el compromiso social y la disminución de la angustia mental

Según el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, el hombre sólo puede ser bueno cuando se encuentra en la naturaleza. En su descripción del que llama como el mito del buen salvaje, Rousseau explica y desarrolla cómo es la entrada en sociedad la que corrompe al hombre y le conduce a la guerra, mientras que en un estado de naturaleza el hombre es bueno y, ausente de una moral social, actúa de forma innata de forma igualitaria y bondadosa. Si bien es cierto que Rousseau era consciente de que un estado puramente natural seguramente no habría existido nunca, defendía que era vital recordar ese momento fundacional para no perder el hilo del que era realmente el hombre: un ser bondadoso, pero sólo cuando se encuentra en la libertad que le abastece la naturaleza. Rousseau nació mucho antes de que el ecologismo fuera un movimiento político y social como tal, pero son contribuciones como las suyas las que, extrapoladas a la vida social y comprendidas en los parámetros de nuestra época, que podemos recuperar lo que ya muchos sospechaban: no podemos huir de la naturaleza.

 

Para muchos, el acceso a la naturaleza y los paisajes ha llegado a considerarse una cuestión de justicia ambiental. Éste es el caso, por ejemplo, de Arne Naess o de Raimon Panikkar. Para ambos autores, el vínculo entre el ser humano y la naturaleza se ha debilitado con la entrada en la era moderna, donde hemos dejado de considerar la tierra como un ser integrado y vivo para pasar a ver en ella poco más que una fuente de recursos materiales. Así, estos autores proponen reiniciar una nueva relación con la naturaleza desde una filosofía que acepte la condición humana como parte indistinta de esta, que se articula en el original nombre de ecosofía.

Ecofeminismo

Otro colectivo que ha realizado contribuciones de valor en esta dirección son las pensadoras ecofeministas. Una de las autoras que más énfasis hace en la necesidad de encontrar el equilibrio entre nuestra indiscutible dependencia respecto a la naturaleza (ecodependencia) y nuestra dependencia respecto a otras personas (interdependencia) es la antropóloga e ingeniera Yayo Herrero. Según la autora, el ecofeminismo, poniendo en la misma lucha la libertad de las mujeres y la recuperación de la naturaleza como elemento esencial en nuestras vidas, permite repensar otras nociones sociales como pueden ser nuestro sistema productivo, la forma en que trabajamos o nuestro ajuste a los límites físicos del planeta. Sólo con la conciencia de nuestra dependencia respecto a nuestro entorno, sea natural o humano, podremos avanzar hacia una sociedad más justa, equitativa y, en definitiva, más plena y feliz.

Si Barcelona aspira a ser pionera y habitable, necesita repensar la presencia de los colores verde y azul en su paisaje urbano

Vivir en un sitio nuevo siempre te pone, inevitablemente, en la posición de comparar el escenario que ahora te rodea con tu casa. Y es que no he podido evitar volver siempre al pensamiento de que, en Barcelona, ​​falta mucho verde. Si bien es verdad que Barcelona está rodeada de parques como Montjuïc y Collserola, su centro tiene una gran falta de naturaleza, casi únicamente reducida al Parque de la Ciutadella. Barcelona necesita ver el cielo y estar cerca del agua, tener árboles, pero que no priven a los caminantes de ver las fachadas. El Plan Cerdà fue una idea pionera por la ciudad, pero ha quedado obsoleta en su forma actual (que no sus aspiraciones) como una respuesta efectiva a los retos que la ciudadanía barcelonesa necesita. Tenemos arquitectos y planificadoras urbanas de primer nivel en Barcelona, ​​que ya han realizado propuestas de gran valor para repensar su entramado urbano y planificación. Además, y esto creo que tiene un gran valor, lo han hecho de muchas formas diferentes que nos permiten un amplio abanico de opciones para decidir hacia qué modelo de ciudad queremos avanzar. Pienso en personas como Vicent Guallart o Zaida Muxí. Si Barcelona aspira a ser pionera y habitable, necesita repensar la presencia de los colores verde y azul en su paisaje urbano. Debemos pasar de una ciudad con verde a una ciudad verde, y es vital hacerlo lo antes posible.