Cuando el crédito condiciona la economía

El nuevo análisis del economista Ivan Aguilar sobre el crédito plantea, entre otras cuestiones, si vale la pena proteger un puesto de trabajo "a costa que otro trabajador no tenga trabajo"

Después de la Gran Recesión los economistas entendimos que nuestros modelos macroeconómicos sin bancos estaban incompletos. El motivo es que a los libros de texto se asume que los bancos sólo son intermediarios financieros y, por este motivo, no tienen ningún papel en las reglas de asignación del capital. Esto es una simplificación no trivial de la realidad, puesto que los bancos crean el dinero y, de facto, tienen un papel decisivo en la asignación de capital y en la formación de la estructura económica.

El estudio de la productividad también ha sufrido un impulso importante a raíz de la introducción del sistema financiero en los modelos macroeconómicos. El motivo es fácil de entender:



La relación entre crédito de nueva creación y PIB es muy fuerte, el que sugiere que podemos estudiar las variables reales a partir del crédito. Por ejemplo, Borsi (2016) estudia la relación entre crédito privado y tasa de paro. Concluye que hay una relación muy fuerte entre ambas variables. El ciclo de ocupación y crédito es contracíclic pero tiene dos características básicas que son ciertas por todas partes: Y) Una contracción del crédito implica una contracción de los salarios reales e II) Una contracción del crédito aumenta la tasa de paro. La relación entre paro y crédito no es simple. Cuanto más elevado es el ritmo de creación de crédito en la fase expansiva, más cae el paro cuando llega la contracción. También incluye el paro juvenil y las instituciones laborales como variables de control.

El crédito y sus conclusiones
Las conclusiones son dos. El paro juvenil es muy sensible al crédito y a las instituciones, de forma que los mercados laborales rígidos sufren tasas de paro más elevadas y más persistentes que los flexibles. Es el caso de los países del sur de Europa: las indemnizaciones y la sobreprotecció de los contratos indefinidos tienen un coste muy elevado en tasa de paro. Vale la pena proteger un puesto de trabajo a costa que otro trabajador no tenga trabajo? No lo creo .

Además, la composición del crédito también importa, así que la política monetaria macroprudencial del Banco Central es decisiva en la configuración de la estructura económica. Todo ello nos trae a la relación entre sistema financiero y productividad de la economía. A pesar de que la carencia de bases de datos financieras es grave, sí que podemos construir datos de panel entre varios países para entender la relación entre bancos y productividad total de los factores.

Ferrando y Ruggieri (2015) analizan el impacto de las restricciones financieras (creditícies) en el crecimiento de la productividad entre 1995 y 2011. Los resultados nos dicen que la relación es negativa: Si el crédito cae, la productividad a medio plazo recibe un shock negativo. Además, estas restricciones afectan cuantitativamente de forma muy desigual. Mientras Alemania y Holanda tienen una relación débil pero significativa, España, Italia y Portugal –justamente los tres rescatados- tienen una relación extrañamente fuerte, puesto que la escasez de crédito bancario explica la pérdida de entre el 8 y el 10% del PIB real, sugiriendo un hipotético efecto expulsión financiero (crowding out) entre deuda pública y crédito bancario, tema que trataré los próximos meses en esta sección.

Especialmente nocivo es el efecto sobre la productividad del trabajo de estos países, y es que Cataluña estaría creciendo ahora al 6-7% con una regulación laboral del centro o norteño de Europa. Estas restricciones creditícies tienen impacto en los flujos internacionales de capital, puesto que las empresas no pueden invertir debido a estas restricciones financieras y no porque no haya oportunidades de negocio. Y es que resulta muy extraño decir que no hay oportunidades en llena cuarta Revolución Industrial. Estos agujeros son aprovechados por inversión extranjera directa, por lo tanto, si bien tenemos que celebrar que estas oportunidades no se pierden, no es menos cierto que aseguran escapes de capital a perpetuidad en forma de dividendos.

Productividad y salida al exterior
El aumento de la productividad ha permitido la economía catalana iniciar un proceso de internacionalización. Esta apertura hacia el exterior es un chico contradictoria con la productividad aparente de la economía catalana y con las restricciones financieras. Las empresas exportadoras tienen un perfil bastante específico, puesto que la internacionalización tiene costes fijas importantes cómo son las redes de distribución, costes de información y la segmentación del producto. Estos costes suelen ser financiados con dinero en efectivo y no con crédito bancario, puesto que el alta productividad de estas empresas los permite acceder a rondas de financiación y financiar vía capitalización.

Esta es la conclusión de Van den Bussche (2014) entre la relación productividad y demanda externa. Las exportaciones son una buena medida de la productividad sectorial. En Cataluña, estos costes hundidos son menores gracias al hecho que las oficinas de Acción de la Generalitat permiten reducirlos y compartirlos sustancialmente, cosa que permite incorporar empresas con un coste marginal de producción mayor a este proceso de apertura comercial. Las operaciones ordinarias comerciales suelen ser financiadas por bancos comerciales debido al alta productividad de las empresas exportadoras, puesto que tienen la capacidad de capturar yields más elevados que los de mercado (Antràs 2011).

Un cambio al sector financiero
En conclusión, la economía catalana tiene que dirigir el problema de la productividad contracíclica lo antes posible. Varias actuaciones necesitan ser dirigidas tanto a corto como largo plazo. A corto, una reforma profunda del mercado laboral intentando conseguir una flexibilidad parecida a la nórdica para conseguir una productividad pro-cíclica como por todas partes. También una reforma fiscal que reduzca las contribuciones sociales a cargo de la empresa y reduzca la presión fiscal al ahorro. Comparativamente ambas son demasiado elevadas para los estándares europeos. Paralelamente habría que aumentar la dotación de la reserva legal porque la capitalización empresarial es clave para conseguir niveles elevados de productividad.

A largo plazo, dos actuaciones son capitales. La primera, como argumenté en artículos antiguos, es una política de obra civil conservadora y orientada a la productividad: red ferroviaria de mercancías desde Tarragona hasta Francia y Cercanías son dos ejemplos claros. La segunda, incentivar la creación de un sistema financiero catalán. Las potencias manufactureres y tecnológicas tienen todas una sede financiera destacada. El motivo es que esta financiación requiere especialización y alto know-how para ser lavable. Esto implica un sector financiero que aporte entre un 5 y un 10% al PIB, mientras el catalán no llega al 2,5%.

En el último informe Global Financial Centros, Barcelona ni aparece en una lista de 87 centros financieros de todo el mundo. No es de extrañar, la quiebra de las cajas ha causado un coste reputacional elevado hacia los políticos del país. Además, el uso continuado del coste reputacional de los agentes sociales hacia la banca privada para extraer rentas no es un buen incentivo para atraer bancos foráneos ni para la iniciativa privada. Todo está para hacer en Cataluña hacia el sector financiero.

Este artículo es la continuación de un primer volumen "Cataluña, condenada a tener empresas pequeñas?".
Hoy Destacamos
Lo más leido