
De Ucrania a Gaza, de Sudán a Myanmar, pasando por Haití y el Sahel, el mundo atraviesa el mayor número de conflictos activos en lo que va del siglo. Según Naciones Unidas, más de 110 millones de personas se han visto desplazadas por la violencia, mientras que el gasto militar global alcanzó los 2,4 billones de dólares en 2024, superando con creces los presupuestos destinados a la crisis climática, la salud o la cooperación internacional.
En este contexto de combustión múltiple, una nueva guerra abierta entre Irán, Israel y Estados Unidos no solo intensifica el sufrimiento humano: representa una regresión sistémica para los avances en sostenibilidad. Desde la transición energética hasta los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), cada esfera se ve amenazada por un mundo en llamas, fragmentado y cada vez más militarizado.
La sostenibilidad empieza por salvar vidas
“No puede haber desarrollo sostenible sin paz, ni paz sin desarrollo sostenible.” Declaración conjunta ONU-PNUMA, 2024
La sostenibilidad no comienza con paneles solares ni métricas ESG. Comienza con la vida. Y hoy, esa vida está en riesgo. La guerra abierta entre Irán e Israel, con la entrada de EE.UU., ya ha causado miles de víctimas y amenaza con desencadenar una crisis humanitaria de dimensiones históricas. Naciones Unidas alerta sobre desplazamientos masivos, bloqueos humanitarios y una urgente necesidad de asistencia en zonas civiles.
Energía, inflación y retrocesos verdes en Europa
El Estrecho de Ormuz, punto crítico del comercio global, canaliza el tránsito del 20% del petróleo mundial. Un cierre prolongado, como el que se teme ante una intensificación bélica, podría disparar el crudo a más de 150 dólares por barril, según proyecciones del FMI. Las consecuencias serían inmediatas: subirían de manera generalizada costes operativos y logísticos, se ralentizarían inversiones en descarbonización e innovación y caeríamos en una mayor depenencia coyuntural de fuentes fósiles más contaminantes.
Además, la guerra también afecta directamente a sectores estratégicos como el tecnológico (semiconductores, litio, microcomponentes...), la automoción (piezas ensambladas en Asia) y la agroindustria (fertilizantes y productos de importación básica). El resultado es doblemente negativo: inflación y escasez, acompañadas de un aumento de emisiones por rutas comerciales más largas y contaminantes.
El coste medioambiental de la guerra, el rearme y el retroceso social
Las guerras no solo arrasan vidas y ciudades. También contaminan y degradan los ecosistemas. Según el Conflict and Environment Observatory (CEOBS), entre el 5% y el 10% de las emisiones globales de CO₂ provienen de conflictos armados en sus picos de intensidad. De hecho, durante los conflictos bélicos se producen grandes contaminaciones químicas de aguas, suelos y hábitats naturales, además de todo lo que implica la reconstrucción posterior (cemento, acero, transporte), que multiplica el impacto ambiental a medio y largo plazo.
Las guerras, además, implican incrementar la inversión en gasto militar, y eso tiene unas consecuencias directas en la política presupostaria de un país. Por ejemplo, tras la invasión rusa de Ucrania, el gasto militar europeo alcanzó los 552.000 millones de euros en 2023, según el SIPRI. Una nueva guerra en Oriente Medio aceleraría esa espiral.
Tras la invasión rusa de Ucrania, el gasto militar europeo alcanzó los 552.000 millones de euros en 2023
¿El precio? Presupuestos públicos reorientados hacia defensa, mientras se reducen recursos para otras partidas, como educación, salud pública, protección social, o energías limpias y resiliencia climática
Sin paz, los ODS están en peligro y no hay sostenibilidad posible
Las guerras erosionan el multilateralismo, justo cuando más lo necesitamos para afrontar crisis globales interconectadas. Sus efectos colaterales incluyen cumbres climáticas como la COP que pierden fuerza política y efectividad, paralización de acuerdos sobre biodiversidad, océanos y finanzas sostenibles, y una fractura de la cooperación para una transición justa y global.
“La sostenibilidad no es una decisión técnica, sino ética.” — Manifiesto por la Paz Climática, 2025
Mientras Europa debate sobre taxonomía verde, eficiencia energética o bonos climáticos, también debe mirarse al espejo: ¿Es coherente impulsar un futuro sostenible mientras se financia destrucción?
Las guerras no son fuegos lejanos. Son incendios sistémicos que amenazan el equilibrio global. Y si no se apagan, no habrá planeta que salvar ni sociedad que sostener.