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Daniel Arenas: "Ignorar los retos de la transición energética no es una solución para resolverlos"

El profesor de Esade, especialista en ética empresarial y responsabilidad social, insta a articular mecanismos para compartir las decisiones en las compañías

    Daniel Arenas, durante una conferencia
    Daniel Arenas, durante una conferencia
    Barcelona
    07 de Julio de 2025

    Daniel Arenas es profesor Titular del Departamento de Sociedad, Política y Sostenibilidad de Esade, Universitat Ramon Llull (URL). Es PhD y MA por el ‘Committee on Social Thought’ de la Universidad de Chicago, licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona (UB) y diplomado del Programa de Desarrollo Ejecutivo de Esade.

     

    Es profesor de Sociología, Ética Empresarial y Responsabilidad Social de la Empresa. Sus intereses investigadores se centran en el área de la ética empresarial, la teoría de los ‘stakeholders’, la responsabilidad social de la empresa y la interacción entre movimientos sociales y actividad empresarial. También está interesado en los ámbitos de la filosofía política y la estética. Es profesor de la escuela Esade desde el año 2002. Sus investigaciones se centran en las relaciones entre empresas y movimientos sociales, así como en la democracia deliberativa, la organización de los bienes comunes y las comunidades. Sus trabajos se han publicado en revistas como ‘Organization Studies’, ‘Academy of Management Review’ y ‘Business Ethics Quarterly’.

    En un artículo reciente, comentaba que la democracia deliberativa se podía enriquecer con la presencia de los estudiosos de la gestión. ¿Cómo se deberían incorporar a la vida pública?

     

    Uno de los factores que se están produciendo actualmente en las organizaciones empresariales es que la gente que trabaja en ellas, sobre todo los perfiles más imprescindibles, quieren participar en la toma de decisiones. Ya se ha dejado atrás la creencia de que los empleados sólo están para recibir órdenes. Este fenómeno aún se da más en las compañías que dependen de los conocimientos de los empleados, de forma que estos resultan esenciales para mejorar la trayectoria de la empresa. En este contexto, los trabajadores, además de participar, desean identificarse con los valores de la firma. Si este supuesto se produce, las organizaciones acostumbran a ser más democráticas, aunque hay un espectro amplio de participación de los trabajadores: desde una incursión puntual hasta formar parte de la propiedad. En este ámbito, cada vez existen más estudios académicos que defienden esta teoría. Podríamos afirmar que hay un cierto ‘revival’ de formas de participación y democracia en el seno de las organizaciones. También está vinculado a aspectos generacionales, donde se está demostrando que el compromiso laboral a largo plazo ha dejado de existir.

    ¿Cómo se puede lograr entonces un avance en el marco de unos objetivos conjuntos?

    Las empresas se dan cuenta de que sin este ‘input’, la participación de las plantillas, no pueden retener el talento. De hecho, no se debe ignorar el punto de vista de los trabajadores para acelerar en temas de sostenibilidad, ya que sin hacer partícipe a todo el mundo o diseñando políticas verticales, de arriba a abajo, tampoco se avanza. La apuesta debe ser para involucrar a las personas, que tengan ganas de compartir una visión más social y medioambiental. La apertura a la participación es lo que nos hace más sostenibles. Para hacerlo posible, necesitas dialogar con los grupos de interés, lo que se denomina ‘stakeholders’, que son colectivos que reciben el impacto de las decisiones empresariales, a la vez que transmiten información. Se les debe saber escuchar.

    Podríamos afirmar que hay un cierto ‘revival’ de formas de participación y democracia en el seno de las organizaciones

    Uno de sus ámbitos de estudio es el ODS 12, que defiende modalidades de consumo y producción sostenible. ¿Cómo lo podemos articular?

    En los procesos empresariales para diseñar un nuevo producto o servicio, ya no se puede dejar de lado al consumidor. Hay que efectuar un análisis del impacto del producto, pero también del uso que hace el usuario, si lo recicla, cómo lo recupera. Por esta razón, resulta básico escuchar a través de herramientas como los focus group antes de tomar decisiones sobre la gestión o el diseño. Incorporar la experiencia del usuario y su aplicación. En este campo, se deben estudiar los diferentes niveles de ‘scope’. El scope 1 hace referencia a los elementos empleados durante la producción, el 2 alude a las energías que han entrado en juego, mientras que el 3, recoge el impacto ambiental que genera.

    ¿De qué forma debemos modificar nuestros hábitos de consumo para hacer posible esta sostenibilidad?

    Primero de todo, debemos ser conscientes de que nos queda mucho por hacer. También darnos cuenta de que nos encontramos en un contexto de inseguridad, incertidumbre o guerras. En este escenario, las preocupaciones por la sostenibilidad, la biodiversidad, las aguas o los residuos han quedado un poco apartados de la agenda pública. Sin embargo, los problemas continuarán aunque no se hable de ellos. Desde el punto de vista de las empresas, la inercia proseguirá. A pesar de los pasos atrás, el marco regulador ya está creado y las compañías y los consumidores siguen creyendo en él. La UE parece que trabaja en una ley ‘ómnibus’, en la que las medidas legislativas ‘verdes’ se reducen y su cumplimiento se extenderá en el tiempo. Esta decisión deriva de la creencia de que una normativa tan estricta podría restar competitividad a la economía europea. Curiosamente, antes, el relato era el contrario. El cambio de opinión provoca una sensación de impás. Las autoridades europeas no se pueden desentender de algunas acciones, como el desarrollo de las energías renovables o la apuesta por el coche eléctrico, ya que economías como la china lo están haciendo mucho más rápido. En las esferas de los responsables de sostenibilidad de las empresas, el convencimiento es que hay que hacer más y de forma más ágil. A pesar de los riesgos, se vislumbran oportunidades si las cosas se proyectan de una forma diferente. Los dirigentes políticos creen que ignorar los retos de la transición energética es una buena opción, cuando realmente no es ninguna solución para resolverlos. No se desencallarán de forma automática. Hay algunos ejemplos, como el control de los riesgos o el respeto a los derechos laborales, que las empresas ya aplican y son acciones que no tienen marcha atrás. Igual que la supervisión de las cadenas de suministro o de proveedores. 

    ¿Qué grado de cumplimiento se está produciendo en empresas y la sociedad con los ODS? ¿Cómo se puede incrementar este compromiso?

    Aunque el porcentaje de adhesión no es muy elevado, siempre queda la esperanza de que se cumplan en parte, aunque te quedes a medio camino. Con la vuelta de Donald Trump a la presidencia de los EEUU, el problema básico es que no existe un consenso global para llegar a nuevos acuerdos. Este hecho frustra la posibilidad de lograr nuevos compromisos. Se deben dibujar nuevos objetivos, a pesar de las dificultades. Está bien haber creado los ODS, pero se debe avanzar con consenso, con la voluntad de empujar a todos los agentes de forma conjunta.

    Con la vuelta de Donald Trump a la presidencia de los EEUU, el problema básico es que no existe un consenso global para llegar a nuevos acuerdos sobre sostenibilidad 
     

    ¿Cuál es la manera más adecuada de ejercer un liderazgo sostenible?

    Especialmente, con coherencia e integridad. El líder, aunque parezca un poco tópico, debe dar ejemplo desde arriba. Es la única forma de que se convierta en auténtico y creíble, a la vez que la empresa se presente como sostenible. Este ejemplo interno es el que se encarga al resto del equipo. Actualmente, la sociedad, los consumidores castigan el ‘green washing’ o el ecopostureo. Las acciones deben ir acompañadas de una manera de gestionar más abierta y dialogante que permita conocer las inquietudes, los problemas y los impactos sociales y ambientales. En definitiva, actuar de una forma más participativa.

    ¿De qué forma se deben preparar las empresas para afrontar los retos y cambios sistémicos? Situación geoestratégica, inseguridad, conflictos bélicos, guerra arancelaria... Y las más pequeñas, ¿de qué recursos disponen?

    Existe una cierta preocupación por la situación de las pymes. Se les piden requisitos y obligaciones como si fueran empresas grandes. Además, tienen poco apoyo público y deben soportar unas políticas reguladoras como las compañías con más tamaño o las multinacionales. Así, las normas de gestión ambiental están pensadas para este tipo de organizaciones. Desde la Administración, es necesario que se adapten estas leyes, se les asesore o se otorguen ayudas para que sean capaces de cumplir estas exigencias. Ante estos retos, las pymes se ven amenazadas. Por otra parte, otras pequeñas y medianas empresas aprovechan estos desafíos para innovar en sus procesos, presentar nuevos productos, siendo ejemplos y casos de éxito. Hay que remarcar esta apuesta por la variedad, la diversificación o la innovación.

    ¿Vamos hacia un escenario de renacionalización, ‘nearshoring’, después de décadas en que ha triunfado la globalización?

    Es cierto que algunas grandes empresas, que tenían sus proveedores muy lejos, ahora los han acercado. Si antes, operaban con el sudeste asiático, ahora lo hacen con Turquía o Marruecos. En esta decisión, han ayudado las amenazas que planean sobre el comercio internacional, motivo por el cual se ha optado por diversificar los proveedores. Teniéndolos más cerca, se evitan determinados riesgos. Parece un inicio de desaceleración de la globalización, a falta de analizar el impacto real de la guerra arancelaria en cadenas de valor tan extensas. A la vez, un hecho evidente es que relocalizar las cadenas de suministro no resulta tan fácil. En este aspecto, ayudaría un estudio que avalara que una renacionalización de la producción favorecería la reducción de la huella de carbono y mejoraría el impacto ambiental de la actividad. 

    Para relocalizar la producción, sería necesario un estudio que avalara que favorecería la reducción de la huella de carbono y mejoraría el impacto ambiental de la actividad
     

    ¿Qué papel juegan los movimientos sociales o ciudadanos en que las empresas integren el componente ambiental?

    Los movimientos sociales han ejercido durante mucho tiempo una presión considerable sobre empresas, consumidores e inversores para que integren cuestiones sociales y ambientales en sus agendas. Además, han ejercido un papel activo en la configuración y creación de nuevos mercados que fusionan la actividad económica con los valores morales. Algunos ejemplos son los mercados que promueven la moda ética, la banca ética, el reciclaje, la alimentación ecológica y el comercio justo. Estas alternativas a los mercados tradicionales se han denominado ‘mercados morales’.  En un estudio que presentamos hace pocos meses, en el que nos centramos en Guifi.net, una red de telecomunicaciones comunitaria en Cataluña, creada inicialmente para reducir la brecha digital en zonas rurales, mostramos cómo se ha convertido en una de las iniciativas de telecomunicaciones comunitarias más grandes del mundo, abarcando una variedad de operadores con y sin ánimo de lucro, y evolucionó del uso de antenas al despliegue de cables de fibra óptica. A medida que los mercados morales se expanden, corren el riesgo de perder sus valores originales debido a la atracción por las fuerzas del mercado impulsadas por el lucro. Sin embargo, los activistas detrás de Guifi.net utilizaron varios mecanismos de encuadre que les permitieron ajustar su comunicación y posicionamiento estratégico.

    Esade ha situado el estancamiento productivo como uno de los riesgos de este año para la economía. ¿Cómo se puede actuar al respecto?

    Ante una desaceleración de la agenda medioambiental, también preocupa el estancamiento productivo, especialmente visible en Alemania y en el norte de Italia. Esta situación se evidencia sobre todo en el sector del automóvil, motivo que hace que se vayan reorientando las prioridades. La pérdida de fuerza de la producción industrial nos debería poner en alerta. Antes de nada, debemos ver cómo hacemos compatible esta actividad con la agenda verde. Una posible solución sería articular paquetes de ayudas públicas, como han hecho en China, para tratar de acelerar una reconversión productiva e industrial. Se necesita una inversión inteligente con fondos públicos. China e India han demostrado que es posible y necesario. Detrás de estas medidas, se constata de nuevo el cambio de paradigma del modelo neoliberal, en que se cuestiona la autorregulación del mercado.

    ¿Qué empresas podrán sobrevivir a un entorno tan incierto como éste?

    Las que cultiven la resiliencia, la innovación y hagan una apuesta por asumir riesgos. En un mundo aún tan globalizado, ofrecer productos que te puedan diferenciar hará que seas más competitivo. La construcción de los equipos se debe hacer con trabajadores comprometidos. Para hacerlo posible, la gestión debe ser más participativa y dialogante, haciendo que los empleados se identifiquen con el proyecto. Eso sí, también necesitas un punto de suerte y que se alineen algunos factores que no puedes controlar.