Del Rodatur al B-Travel

¿Cuántos turistas nos tenemos que permitir en Catalunya, una de las primeras regiones turísticas de Europa?

El salón B-Travel en Barcelona | EP El salón B-Travel en Barcelona | EP

El otro día estaban hablando un grupo de seniors activos del sector de los viajes sobre si tenía razón de ser hoy mantener una feria de turismo presencial. Con los millones de visitantes de las webs turísticas más frecuentadas y las otras, con los comparadores que te ofrecen precios online, con la capacidad de la inteligencia artificial de acercar tanto los monumentos como los establecimientos, con la vida intensa de las comunidades virtuales, con los numerosos portales de venta flash, nos preguntaban si merecía la pena hacer un gasto para presentar la oferta turística a través de un salón. Después de muchas vueltas, llegamos a una conclusión: "Si la feria de turismo está dirigida al público viajero final, de proximidad, si apela a las emociones y vivencias, a un viaje pendiente enfocando la normalización de la puesto-pandemia y es capaz de movilizar medio millar de empresas y más de 20.000 visitantes, sí".

Entre el Rodatur de hace años y el actual Salón del Turismo B-Travel, que abre las puertas a comienzos de abril, hay toda una visión 360 grados del turismo. En cuarenta o cincuenta años, tanto de la oferta como de la demanda de este sector, clave para la economía catalana y española, han sido acompañadas por las ferias y manifestaciones, que han escenificado su importancia. Aquellas primeras manifestaciones se producían cuando los roedores de toda Girona todavía bajaban a la Costa Brava a ligar extranjeras, por las mismas fechas que en Reus, los chicos dejaban a sus novias para buscar lo mismo que los gerundenses a Salou. Estas relaciones entre los nativos y nativas, por un lado, y las turistas y los turistas, por otra mezclados, ayudaron a forjar el cambio de mentalidad social y política; cuando menos, anticiparon los hábitos más liberales europeos. Cuando los presupuestos del Estado dependían en una tercera parte de las divisas que nos dejaran los turistas, los catalanes fuimos los primeros en darnos cuenta que las manifestaciones feriales eran necesarias como lugar de encuentro entre los jugadores de la oferta y los demandantes de vacaciones. Lástima, y no por culpa de la institución ferial, que el talento que las hacían posibles tuvo que emigrar; el Fitur actual no existiría sin este talento catalán. Ni mucho menos. Con nostalgia decimos que, en caso de no haber sido por muchas mezquindades, hoy dispondríamos de una feria turística punto de encuentro internacional, a la vez que de una más vivencial dirigida al consumidor final.

Los clientes buscan slow, productos kilómetro 0, ecología radical, contacto con las personas, con el territorio, y con el patrimonio, o vienen  para formarse o emprender mediante largas estancias

Las ferias de entonces eran más folclóricas. Pero lo ensayaban casi todo: animación, últimos enseres tecnológicos al servicio de una mejor experiencia preparando la estancia, encuentros sectoriales, sesiones paralelas, congresos dentro de los recintos... Ahora los clientes buscan slow, productos kilómetro 0, ecología radical, contacto con las personas, con el territorio, y con el patrimonio, o vienen para formarse o emprender mediante largas estancias. Ya no se trata de presentar la oferta de sol y playa, sino de ampliar propuestas, es decir, pasar del monocultivo a las múltiples expresiones del hecho de viajar.

Los turistas que queremos

¿Cuántos turistas nos tenemos que permitir en Catalunya, una de las primeras regiones turísticas de Europa? ¿Los veinte millones del 2019, máximo histórico? ¿Los 30 millones que predicaba el antiguo director general de Turismo por 2030 en el Summit Barcelona de hace tres años, a partir de las proyecciones de la Agencia Catalana del Turismo? ¿Cuanto más, mejor, como piden muchos relevantes del sector? ¿Y si nos despreocupáramos de una vez de la cantidad de turistas que llegan y buscáramos entre los extranjeros de media distancia europea y los de proximidad, España, un mix que nos permita aumentar sobre todo el gasto media, como ha pasado en los dos últimos años con los movimientos de la población autóctona? Está claro que tenemos que mantener los puestos de trabajo actuales e incrementarlos, pero no al precio de ser los más baratos de todos. Porque lo que vienen a buscar los viajeros no tiene nada que ver con lo que pedían a Rodatur. Ni hace dos años. Las tecnologías han cambiado la manera de vivir y algunas regiones turísticas del norte del país demuestran la rentabilidad de estar más cerca de estos nuevos turistas que otros.

La exigencia de los viajeros ha aumentado. La movilidad, la intermodalitat y las demandas ecológicas, también. Y cómo no, los motivos de los viajes, la forma de informarse y de contratar dentro de las comunidades virtuales

Es verdad que en los dos años de pandemia le han carecido a España los turistas internacionales, lo cual ha hecho caer brutalmente el PIB turístico (12,4%, en 2019; 7,4%, en 2021; y 10,5%, en 2022, este último, según previsiones de Exceltur) y cómo no, la población laboral. Catalunya ha mantenido su PIB turístico en contento crecimiento en los últimos años por encima de la media española. Hasta 2019, era el país más visitado de España, con unos veinte millones de turistas, seguido de las Islas Baleares y Canarias, según el INE. Con una Europa traumatitzada por la guerra en casa, no es buen momento para airear las expectativas, según las que tenderíamos a dos o tres años a consolidar los niveles anteriores al 2019. Pero, sí que es bueno no dejarse llevar por los cantos de sirena que nos permitirían volver a niveles históricos haciendo lo mismo que entonces. La exigencia de los viajeros ha aumentado. La movilidad, la intermodalidad y las demandas ecológicas, también. Y cómo no, los motivos de los viajes, la forma de informarse y de contratar dentro de las comunidades virtuales alrededor de los destinos y los establecimientos y mucho menos de los Inter mediadores clásicos. Ahora los turistas, que viajan más en tren, nos hacen ver que la vía férrea que acompaña la costa es una chapuza – un grillete a toda la playa – que la cantidad de cemento es excesiva en la primera milla cuadrada de la Mediterránea; que no desean las aglomeraciones; que el maridaje entre la gastronomía, el espacio de ocio, las propuestas culturales activas, los senders para andar, los servicios de calidad están muy por encima de los establecimientos. A la vez, están dispuestos a gastar más si se les ofrece algo mejor, y nada en productos sin alma.

Esta misma semana, la directora general de Turismo explicaba en VIA Empresa su deseo de que B-Travel ayude a posicionar Catalunya como una de los mejores destinos turísticos. Este es un objetivo loable, formar parte de la triple corona turística de la Mediterránea junto con Toscana y Provenza, antiguos reinos. Nos dejaremos sorprender por las actividades de esta feria para comprobarlo.

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