Día de la empresa: innovar para ganar

¿Qué podemos hacer para conseguir que las empresas innoven más y mejor?

 La innovación sistemática ayuda a crecer de manera sana, con margen y a crear campeones en nichos de mercados específicos | iStock La innovación sistemática ayuda a crecer de manera sana, con margen y a crear campeones en nichos de mercados específicos | iStock

El día 27 de junio se ha establecido como el Día Nacional de la Empresa, una iniciativa que reconoce la tarea de las empresas desde el punto de vista de aportación de valor compartido mediante aspectos como la gestión y promoción del talento, el crecimiento económico, el consumo responsable o la sostenibilidad, un enfoque especialmente estratégico visto el entorno socioeconómico que vivimos, lleno de incertidumbres y de desigualdades. Siempre, y más en la situación actual, el hecho de sumar esfuerzos para sacar adelante un proyecto que ponga un producto o un servicio al mercado y genere ocupación, impuestos y, por lo tanto, riqueza, es algo que hay que cuidar y potenciar. Pero, ¿cómo lo podemos hacer de forma sostenida en el tiempo? ¿Cuál es la mejor manera de ayudar a que las empresas generen este valor?

Dependiendo de a quién le hagamos la pregunta, obtendremos respuestas muy diversas desde el punto de vista de la regulación del marco legal y fiscal, desde el ángulo de la sostenibilidad o de los recursos humanos. Pero en estas líneas me quiero centrar en uno de los factores que aporta competitividad a las empresas, yo diría que el vector principal y el que garantiza el crecimiento sostenible a largo plazo: la innovación .

Para valorar el nivel de la economía catalana en este punto, Acció hizo una encuesta hace unos meses donde preguntaba a las empresas sobre su nivel de innovación. Las respuestas eran muy positivas cuando se preguntaba si se innovaba o no. Más de un 80% decían que sí que lo hacían. Cuando se les preguntaba cómo, pero, la cosa cambiaba. Nos encontrábamos entonces que apenas un 20% entendían la innovación como la manera de mejorar procesos o productos con soluciones que no se habían hecho antes. Además, de entre las que sí que entendían la innovación adecuadamente solo una parte reconocía que lo aplicaba de manera proactiva o sistemática, es decir, no solo reaccionando a una necesidad de un cliente o para afrontar la competencia y no solo "de vez en cuando".

En Catalunya dedicamos un 2% de nuestro PIB a la Investigación, el Desarrollo y la Innovación (I+D+I)

En Catalunya dedicamos a innovar, en concreto a la Investigación, el Desarrollo y la Innovación (I+D+I) aproximadamente un 2% de nuestro PIB. La media de la Unión Europea es del 3% y la de las zonas más desarrolladas, como el sur de Alemania, es del 4-5%. Esto por no compararnos con países como Israel o Corea que superan con creces este 5%. ¿Son Israel, Baden Württenberg o la gran Lyon más competitivos que Catalunya? La respuesta mirando los guarismos macroeconómicos es que sí. Y una de las principales causas es su capacidad de invertir en I+D+I de manera sistemática, tanto desde el sector público cOmo desde el privado.

¿Qué podemos hacer para acercarnos a los niveles de competitividad de estos países y así mejorar nuestras empresas y nuestra sociedad? Pues, para empezar, promocionar la I+D+I sistemática.

La innovación sistemática

Hay una estadística dentro del estudio menciondo de Acció y de otro de Idescat interesante y que apunta que, de las empresas que innovan sistemáticamente, la mayoría, más del 70%, lo hacen colaborando y, especialmente, con centros tecnológicos. Esta tendencia es creciente y buena prueba de esto es el incremento del número de empresas que trabajan con estos centros, como Eurecat o Leitat, en el ámbito privado, o las entidades públicas Tecnio. En el caso de Eurecat, desde su creación en el 2015, ha más que triplicado su número de clientes, es decir, de empresas con las cuales trabaja proyectos de I+D+I. Durante este periodo, también ha crecido de 28 millones de euros de facturación a los cerca de 60 millones de euros con los que espera cerrar. Esto es buena señal y lo es más si nos fijamos en las empresas que repiten, es decir, las que innovan de manera sistemática y que se han multiplicado por cuatro en seis años. Pero es insuficiente si ponemos la atención en estas regiones más desarrolladas o si nos fijamos en una que tenemos más cerca: el País Vasco. En Euskadi los centros tecnológicos son más utilizados por las empresas para innovar sistemáticamente y resultado de esto es que su centro tecnológico de referencia, Tecnalia, factura cerca de 115 millones de euros, si bien hay que tener en cuenta que Tecnalia nace en los años 90 y que Eurecat lo hizo en 2015.

En nuestra casa, el 99% de las empresas catalanas son pymes y el 95% micropimes

Otra virtud de la mejora de la competitividad que aporta la I+D+I sistemática es la capacidad de crecer y, por lo tanto, de ganar dimensión empresarial. Este es un aspecto crítico de nuestro tejido empresarial como siempre mencionan, acertadamente, tanto desde las administraciones, como desde las patronales y asociaciones empresariales. En nuestra casa, el 99% de las empresas catalanas son pymes y el 95% micropimes. Esta innovación sistemática tiene como objetivo mejorar la competitividad y, por lo tanto, puede llegar a resolver uno de los problemas más relevantes de nuestro sector industrial y de la empresa catalana en general: la carencia de escala.

La innovación sistemática ayuda a crecer de manera sana, con margen y a crear campeones en nichos de mercados específicos, empresas dinámicas, flexibles y altamente competitivas. Estas campeonas son pequeñas y medianas empresas líderes en sus subsectores que cada vez son más ME-s y menos PI. Esto es exactamente el que pasa en el sur de Alemania, por ejemplo, donde cada pueblo de 5.000 o 10.000 habitantes cuenta con un par de empresas de más de 500 trabajadores o más de 1.000.

Como decía anteriormente, si promocionamos la I+D+i sistemática nos acercaremos a los niveles de competitividad y bienestar de estas regiones más desarrolladas. Sin duda, nos hacen falta también otras cosas, pero si nos fijamos, también tienen que ver con innovar. Estableciendo un paralelismo, la mejora de nuestro sistema sanitario o educativo, implica aplicar mejor el talento y las mejores tecnologías, es decir, innovar. Tanto estas mejoras como la promoción de la innovación requieren, pero, acuerdos de país de largo plazo, con un horizonte de 15-20 años, que fijen una hoja de ruta, como también se hace en estas regiones, más allá de los ciclos electorales.

¿Qué podemos hacer para reproducir su éxito y conseguir que las empresas innoven más y mejor? Pues muchas cosas, pero me centraré en dos, una macro y otra micro. Una que puede hacer la administración pública y otra que pueden hacer las empresas, cada una dentro de su realidad y su día a día: la nueva legislación en materia de ciencia e innovación y la sistematización de la R+D+I empresarial.

La nueva ley de la ciencia nació sin el apellido innovación

En estos momentos, se encuentra en trámite la nueva ley de la ciencia, buena noticia. Esta ley, pero, nació sin el apellido innovación. Esto tiene remedio y la comisión parlamentaria que la impulsa seguro que será sensible a este hecho, consciente, cOmo somos todos juntos, que en Catalunya estamos por encima de la media europea en producción científica, pero no en la traslación de esta ciencia en PIB, competitividad empresarial y bienestar para la sociedad, es decir, en innovación. Hace falta que usemos esta ley para impulsar esta transferencia de conocimiento del ámbito científico al empresarial, ayudando a las empresas a hacer más y mejor I+D+I y a usar herramientas que se han demostrado efectivas para hacerlo, como los centros tecnológicos. En Euskadi, unos años después de que Catalunya lanzara su ley de la ciencia hicieron la suya, que ha permitido la articulación del Plan de la Ciencia, Tecnología e Innovación. Esta nueva ley que se está tramitando es una oportunidad. Aprovechémosla.

Por otro lado, y como última reflexión, hace falta que cada empresa, pequeña o media o grande se pregunte cómo puede aprovechar mejor su capacidad innovadora. Está claro que la tienen, porque si no ya no estarían en el mercado. Y esto, por la experiencia otras regiones y la que tenemos en Eurecat, quiere decir innovar de manera sistemática. Del mismo modo que planificamos la producción, las ventas, o las finanzas de nuestra empresa y lo hacemos dedicando personas, tiempos y, por lo tanto, recursos; igual lo podemos hacer con la innovación. Creémos equipos de personas innovadoras en nuestras empresas que acumulen y generen ideas, que las prioricen y las conviertan en potenciales proyectos innovadores, que mejoren nuestra competitividad y que tengan regresos de inversión claros. Probémoslo de manera eficiente, dedicando recursos limitados y equivocándonos rápido para no invertir más de la cuenta y aprender del error, y colaborando, si hace falta, externamente con centros tecnológicos o de investigación o universidades, por ejemplo. Si la prueba sale bien, escalémoslo y convirtamos la idea en una mejora de proceso o en un nuevo producto que nos haga más competitivos. Innovar aporta todas estas ventajas y el cómo innovamos es tan importante como con qué lo hacemos. ¿Nos acompañáis?

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