La dimensión sí que importa

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Francesc Reguant | VIA Empresa
Economista, experto en estrategias de la agroalimentación
08 de Diciembre de 2022

La agricultura europea se ha estructurado tradicionalmente en explotaciones familiares agrarias (EFA). En Catalunya también.  Aun así, Martí Boada siempre insiste en que el nombre es inadecuado y habría que referirse a empresas agrarias, nombre que define mejor su identificación sectorial y razón de ser. En cualquier caso, entre los objetivos sostenidos de la Política Agraria Común (PAC) ha habido siempre la defensa de este tipo de unidades empresariales como base de la estructura del sector. Sin embargo, el escenario en el siglo XXI ha cambiado.

 

La Explotación Familiar Agraria en transformación

Por definición, el núcleo familiar es la base principal de la actividad productiva y de gestión de la EFA y la masía la base residencial y operativa a la vez.  Tradicionalmente la EFA ha tenido por vocación su autosuficiencia, un enfoque que le ha llevado a tener una actividad diversificada para atender las diversas necesidades. Obviamente, también le ha sido necesario producir una serie de productos para su comercialización desde donde obtener ingresos para poder adquirir lo que no le era posible producir. Joan Manuel Serrat nos lo recuerda: "Hacia la villa ya viene el payés, la bolsa vacía y el carro lleno de rojo tomate y de verduras cosechadas de su huerto."

Pero en los años cincuenta llegó la triple revolución agraria. La genética, de la que fue precursor el premio Nobel de la paz Norman Borlaug, la mecanización del campo y la revolución química con la incorporación de los fertilizantes sintéticos y pesticidas químicos. La entrada, desde los años cincuenta, de este alud de innovaciones supuso, por un lado, un incremento espectacular de la productividad, aunque con impactos medioambientales destacados, pero, por otro lado, la expulsión del campo de millones de personas que llegaron a la ciudad bajo el estigma de la pobreza.  Este hecho reforzó la imagen de atraso de la agricultura con el consecuente desprecio.  Al mismo tiempo, escondió que en el campo quedaba un sector tecnológicamente reforzado con unos rendimientos y dinamismo multiplicados.

 

Una finca viable de 30 ha de extensivos de secano en Tàrrega podía ser viable en el año 1950, ahora necesita como mínimo 200 ha

La tecnología normalmente incrementa la dimensión mínima eficiente de una empresa y muy especialmente en la agricultura donde el suelo es un activo limitado. Una finca viable de 30 ha de extensivos de secano en Tàrrega podía ser viable en el año 1950, ahora necesita como mínimo 200 ha. Esta dinámica destruye EFAs y redimensiona las empresas agrarias supervivientes. Menos EFAs pero con una producción total normalmente superior.

Este proceso de integración y redimensionamiento ha continuado, a partir del progreso tecnológico con la revolución digital y biotecnológica, el cual ha requerido empresas más grandes para ser viables y, también, por la dificultad de algunas empresas de asumir los costes de reestructuración y readaptación que están suponiendo los nuevos retos tecnológicos, medioambientales y de calidad. En este proceso ya han entrado nuevos actores desde otros eslabones de la cadena alimentaria o desde fondos financieros que buscan opciones de rentabilidad en un sector que se prevé crítico en los próximos años.  Esta es la realidad.

Al mismo tiempo, la distancia física y cultural rural-urbana se ha acortado, las familias se han reducido y nuclearizado. La ciudad, ahora más cercana, ofrece atractivos de servicios asistenciales, culturales y lúdicos que a menudo provocan deserciones al trabajo en el campo. Estos cambios se han interpretado como una caída crítica del relevo generacional. Ciertamente, algunas familias campesinas ven como sus hijos no quieren dedicarse a la agricultura y por lo tanto la EFA deja de tener continuidad generacional. Pero normalmente las tierras siguen cultivándose desde empresas de servicios agrarios o por absorción de otra EFA. No estamos ante una debacle agraria tal y como parece presentarse. Estamos simplemente dentro de un proceso de transformación donde intervienen factores culturales, sociales, económicos, medioambientales y tecnológicos.

Se ha impuesto una cultura que conserva la imagen del campesino empobrecido con boina y pantalones sucios y rotos

Algunas respuestas desorientadas

Es lógico que ante la presión transformadora se tomen actitudes defensivas, pero conviene no adoptar posturas culturalmente ludistas. Es preciso decirnos la verdad. Se ha difundido una cultura que conserva la imagen del campesino empobrecido con boina y pantalones sucios y rotos. Según parece la nuestra es una agricultura de abuelos que no tienen renovación generacional, por lo tanto, es cuestión de días que no haya agricultura. Esto no es nuestra agricultura. Cuando desde la Administración Pública se publican los datos de la edad de los campesinos confundiendo propietarios con trabajadores se está reforzando esta imagen (estadísticas denunciadas en mi anterior artículo). Cuando la televisión, por ejemplo, habla de revolución agrícola y eso significa el retorno a la tracción a caballo está equivocándose seriamente. Las opciones de agricultura o ganadería precaria son individualmente legítimas y posiblemente muy románticas, pero no son la realidad de la agricultura catalana, no lo son de su futuro y menos son una revolución. Al divulgar esta falsa imagen sobre la realidad y los potenciales de nuestra agricultura se separa a la sociedad de un sector que es crítico para nuestro futuro y se favorece el desprecio. Sin embargo, es aún más grave la popularización de que la única agricultura "buena" es la pequeña explotación, criminalizando la agricultura real y competitiva.

Dos Agriculturas

Cataluña es un país muy diverso desde el punto de vista orográfico, edafológico y climático. Como datos a tener en cuenta el 50,5 % de su superficie tiene una pendiente superior al 20 %, al mismo tiempo hay muchas comarcas con una baja pluviometría y, para el conjunto, pluviometría irregular. Como consecuencia de la acusada diversidad hay muchos tipos de agricultura en Cataluña. Pero por razones operativas vale la pena buscar un modelo simplificado que nos ayude a entender y acertar en las políticas a aplicar. Un modelo que puede ser operativo es el de dos agriculturas. Una "potencialmente competitiva" y la otra que llamaremos "agricultura en dificultad". Ambas agriculturas son importantes y necesarias, pero deben abordarse desde estrategias bien diferentes. Lógicamente dada la simplicidad del modelo admitirá muchas excepciones y solapamientos, el modelo simplemente nos ayuda a la interpretación y en consecuencia a una mejor planificación estratégica y gestión. En cualquier caso, cabe destacar que los objetivos de sostenibilidad y el necesario apoyo de la tecnología hacia la eficiencia son puntos comunes para el conjunto de la agricultura catalana.

La agricultura potencialmente competitiva

  1. Localización: En áreas de regadío, pero también en secano húmedo y en secanos de con cultivos extensivos vinculados a la ganadería intensiva. La viña, en general pertenecería a esta categoría, pero con particularidades evidentes dada su relativa aceptación del secano y su orientación a la calidad.
  2. Objetivo básico: Producir alimentos para dar respuesta a la demanda del sistema alimentario local y global. Se trata de una agricultura normalmente intensiva y es, en consecuencia, la agricultura que aporta la mayor parte de la producción.
  3. Estrategia operativa: Su estrategia de base estará orientada a costes por más que la calidad se convertirá en un valor añadido también presente en la estrategia, sobre todo en lo que se refiere a aspectos de calidad sanitaria y medioambiental.
  4. Mercado: Es una agricultura abierta al mercado global.
  5. Claves de viabilidad: Su punto crítico es la escala de producción, un aspecto que hay que vigilar para situarse por encima de la dimensión mínima eficiente. Dada la dimensión relativamente reducida de las empresas agrarias catalanas y la necesidad de atender los nuevos retos tecnológicos y medioambientales habrá que considerar vías para sumar, para hacerse mayores. Este redimensionamiento puede proceder directamente de la integración horizontal y vertical o a través de la comercialización conjunta o mediane la búsqueda de acuerdos win-win a lo largo de la cadena alimentaria, etc. En cualquier caso, la forma societaria cooperativa es la que mejor permite conservar la identidad de la EFA i, al mismo tiempo, ganar la dimensión necesaria. Sin embargo, la legislación que afecta a las cooperativas debería seguir mejorando, separando e impulsando los valores solidarios sin comprometer la eficiencia en la gestión empresarial y patrimonial. Ciertamente, la dimensión sí importa.

La agricultura en dificultad o agricultura de desarrollo rural

  1. Localización: En la montaña y en los secanos sin opción ganadera. Desde un punto de vista diferente encontramos agricultura en dificultad también en el entorno periurbano.
  2. Objetivo básico: En general el objetivo de esta agricultura es permanecer por la importancia de su presencia en la defensa y equilibrio del territorio.
  3. Estrategia operativa: Su estrategia será forzosamente de diferenciación y valor añadido.
  4. Mercado: Aunque las puertas de los mercados globales están abiertas, con algunos ejemplos emblemáticos de prestigio en mercados exteriores, en general, esta agricultura se orienta a las cadenas cortas de los mercados de proximidad. De ahí la importancia de impulsar y defender estos mercados locales y de acceso directo.
  5. Claves de viabilidad: El punto crítico de esta agricultura es la demanda, la cual hay que impulsar con estrategias adecuadas. La viabilidad de este tipo de explotaciones a menudo debe acompañarse de lo que se ha denominado multifuncionalidad, es decir, integrando toda la cadena vía transformación y comercialización del producto, bioeconomía forestal, servicios de agroturismo, ecoturismo, servicios medioambientales, etc. La escala también es importante si bien dados los condicionados a menudo es difícil alcanzar los niveles competitivos. La dimensión puede ganarse a través de la asociación y la cooperación productiva y/o comercial. Aquí también la dimensión importa. En este caso será de gran utilidad la tecnología digital adaptada a pequeña escala, cada vez más desarrollada.

En cualquier caso, esta agricultura es imprescindible, porque la agricultura es el sector que mejor fija la población en el territorio. El agricultor es quien pisa el territorio con mirada crítica ayudando a su sostenimiento, es quien defiende bosques y pastos, quien dibuja el paisaje que creamos y visitamos, quien gestiona el agua desde su origen. Estos servicios públicos necesarios siempre los ha ofrecido la agricultura de manera gratuita, es necesario, sin embargo, que no sea así. Este es el sentido del apoyo al desarrollo rural en áreas en dificultad. En general nos parece normal y obvio que se paguen con dinero público las carreteras, las escuelas, la cultura, la sanidad, etc. Hay que ver del mismo modo el apoyo específico a la agricultura en dificultad.