
30
de Marzo
de
2016
Act.
31
de Marzo
de
2016
Cuando hay un acontecimiento deportivo de la magnitud de los Juegos Olímpicos es habitual que las ciudades que los acogen vivan un tipo de depresión postparto un golpe se acaban. Las grandes inversiones gubernamentales se suelen frenar, y la moral decae recubierta de nostalgia. Este agosto las Olimpiadas pasarán por Río de Janeiro, pero en el Brasil la crisis se ha avanzado muy bien un par de años, e incluso llegó antes del Mundial de Fútbol del 2014. Por si no había basta, la crítica situación del gobierno de Dilma Roussef después de que este martes lo abandonaran sus aliados, deja el país en una situación delicada. Aún así, el director de la oficina de Acción a Sao Paulo, Josep Maria Buades, vaticina que "después de los Juegoshabrá una inyección de optimismo. Es probable que a finales de año se note un clima empresarial y político menos pesimista, después de las elecciones municipales de octubre".
En una sesión para presentar la misión empresarial que Acción organizará en el Brasil a finales de noviembre, Buades ha querido situar donde se encuentra actualmente el país. Con 204 millones de habitantes y una renta per cápita mediana de unos 15.000 dólares, el que algunos señalaban como 'milagro brasileño' se ha convertido en una caída sostenida del PIB durante los últimos años, logrando un cifra del -3,8% el pasado 2015. Más fuerte todavía ha sido la caída del PIB industrial, que ha llegado al -6,2%; mientras la inflación se disparó hasta el 10,7%.
Las causas externas de la crisis
El Brasil, igual que otros países de su entorno, ha sufrido las consecuencias de varias casuísticas económicas mundiales. La primera ha sido la situación de la China, que es el principal socio comercial del Brasil, quién le compra las materias primeras y el que másexporta productos industrializados. "Las dudas sobre la solidez de la economía china se han hecho notar", apunta Buades.
Otra situación que ha afectado negativamente el Brasil ha sido la caída drástica en el precio de las commodities sobre las que sustenta su economía, como por ejemplo el petróleo, la soja o la carne de pollo. "También hay la amenaza constante de la subida de los tipos de interés en los Estados Unidos, que harían menos interesantes para los inversores mercados como el brasileño", insiste el dirigente de Acción a Sao Paulo.
El lastre de la corrupción
Pero no todos los males vienen de fuera. Buades apunta como causas internas de la recesión "la debilidad política, con la amenaza de impeachment a Dilma Rousseff y los diversos escándalos de corrupción que llenan la prensa cada día". Además, el desequilibrio fiscal o el aumento continuado del endeudamiento del país, tampoco ayudan la situación económica.
Un modelo en decadencia
Precisamente el modelo económico brasileño ha vivido años de "milagro" en base a un consenso en tres patas básicas: el superávit primario, las metas de inflación (6,5% como máximo) y el cambio fluctuante entre el real y el dólar. Todo ello con una exigente ley de responsabilidad fiscal por los cargos públicos para garantizar que se cumpliera.
"Esto ha evolucionado a un modelo donde se ha incluido al consumo muchas clases populares con mayor distribución de la renta, el aumento del salario mínimo, más gasto público o facilitando el acceso al sistema bancario", recuerda Buades. También ha habido "intervencionismo del Gobierno en la producción con programas de aceleración del crecimiento, y la selección de 'campeones nacionales' porquehaya emprendidas seleccionadas a dedo que puedan ser players globales", añade.
En el sector externo, a diferencia otros países sudamericanos como Chile, el Brasil ha apostado por el proteccionismo, con aranceles altos (a pesar de que dentro de los límites de la OMC), y poniendo dificultades a la aceptación de homologaciones otros países.
Se ha acabado construir
El cónsul adjunto del Brasil en Barcelona, Michael Laham, celebra que "un 95% de las infraestructuras previstas a raíz de los Juegos Olímpicos ya están acabadas". De hecho, el sector de las obras públicas, el inmobiliario y, en consecuencia, el de los materiales de construcción, son algunos de los más afectados por la crisis. Josep Maria Buades también señala el del petróleo y el gas, así como el automovilístico, como el resto de sectores más perjudicados por la recesión.
Por el contrario, el director de la oficina de Acción a Sao Paulo destaca que la agronegoci, las energías renovables, las telecomunicaciones, las TIC, o la producción audiovisual "están resistiendo mejor", y pueden ser un campo a estudiar por las empresas catalanas. "Ahora vivimos una oportunidad con el precio del real respete el euro, es un buen momento para entrar en el Brasil", asegura. Un país que, ahora como factores optimistas, mantiene unas grandes reservas de dólares (370.000 millones), y una inversión extranjera directa de 70.000 millones de dólares el 2015.
Oriol Balaguer, socio consultor de Nearco, coincide que la celebración de los Juegos Olímpicos puede ser un punto de inflexión en el estado de ánimo del país. "Volverán el orgullo al país, especialmente en el área de Río de Janeiro, a la que aportarán una marca reconocida". Por Balaguer, especialmente esta área del país "es un buen lugar para captar talento, un entorno propicio para las start-ups y hacer trabajo en sectores como el de las smart cities".
De hecho, "Río de Janeiro no es una ciudad industrial, depende del petróleo y el gas", advierte Flavio Soares, socio del despacho de abogados Soares & Vacite, que ha ayudado varias empresas catalanas a entrar al Brasil. "La segunda industria de la región es el textil, la moda", añade.
En una sesión para presentar la misión empresarial que Acción organizará en el Brasil a finales de noviembre, Buades ha querido situar donde se encuentra actualmente el país. Con 204 millones de habitantes y una renta per cápita mediana de unos 15.000 dólares, el que algunos señalaban como 'milagro brasileño' se ha convertido en una caída sostenida del PIB durante los últimos años, logrando un cifra del -3,8% el pasado 2015. Más fuerte todavía ha sido la caída del PIB industrial, que ha llegado al -6,2%; mientras la inflación se disparó hasta el 10,7%.
Las causas externas de la crisis
El Brasil, igual que otros países de su entorno, ha sufrido las consecuencias de varias casuísticas económicas mundiales. La primera ha sido la situación de la China, que es el principal socio comercial del Brasil, quién le compra las materias primeras y el que másexporta productos industrializados. "Las dudas sobre la solidez de la economía china se han hecho notar", apunta Buades.
Otra situación que ha afectado negativamente el Brasil ha sido la caída drástica en el precio de las commodities sobre las que sustenta su economía, como por ejemplo el petróleo, la soja o la carne de pollo. "También hay la amenaza constante de la subida de los tipos de interés en los Estados Unidos, que harían menos interesantes para los inversores mercados como el brasileño", insiste el dirigente de Acción a Sao Paulo.
El lastre de la corrupción
Pero no todos los males vienen de fuera. Buades apunta como causas internas de la recesión "la debilidad política, con la amenaza de impeachment a Dilma Rousseff y los diversos escándalos de corrupción que llenan la prensa cada día". Además, el desequilibrio fiscal o el aumento continuado del endeudamiento del país, tampoco ayudan la situación económica.
Un modelo en decadencia
Precisamente el modelo económico brasileño ha vivido años de "milagro" en base a un consenso en tres patas básicas: el superávit primario, las metas de inflación (6,5% como máximo) y el cambio fluctuante entre el real y el dólar. Todo ello con una exigente ley de responsabilidad fiscal por los cargos públicos para garantizar que se cumpliera.
"Esto ha evolucionado a un modelo donde se ha incluido al consumo muchas clases populares con mayor distribución de la renta, el aumento del salario mínimo, más gasto público o facilitando el acceso al sistema bancario", recuerda Buades. También ha habido "intervencionismo del Gobierno en la producción con programas de aceleración del crecimiento, y la selección de 'campeones nacionales' porquehaya emprendidas seleccionadas a dedo que puedan ser players globales", añade.
En el sector externo, a diferencia otros países sudamericanos como Chile, el Brasil ha apostado por el proteccionismo, con aranceles altos (a pesar de que dentro de los límites de la OMC), y poniendo dificultades a la aceptación de homologaciones otros países.
Se ha acabado construir
El cónsul adjunto del Brasil en Barcelona, Michael Laham, celebra que "un 95% de las infraestructuras previstas a raíz de los Juegos Olímpicos ya están acabadas". De hecho, el sector de las obras públicas, el inmobiliario y, en consecuencia, el de los materiales de construcción, son algunos de los más afectados por la crisis. Josep Maria Buades también señala el del petróleo y el gas, así como el automovilístico, como el resto de sectores más perjudicados por la recesión.
Por el contrario, el director de la oficina de Acción a Sao Paulo destaca que la agronegoci, las energías renovables, las telecomunicaciones, las TIC, o la producción audiovisual "están resistiendo mejor", y pueden ser un campo a estudiar por las empresas catalanas. "Ahora vivimos una oportunidad con el precio del real respete el euro, es un buen momento para entrar en el Brasil", asegura. Un país que, ahora como factores optimistas, mantiene unas grandes reservas de dólares (370.000 millones), y una inversión extranjera directa de 70.000 millones de dólares el 2015.
Oriol Balaguer, socio consultor de Nearco, coincide que la celebración de los Juegos Olímpicos puede ser un punto de inflexión en el estado de ánimo del país. "Volverán el orgullo al país, especialmente en el área de Río de Janeiro, a la que aportarán una marca reconocida". Por Balaguer, especialmente esta área del país "es un buen lugar para captar talento, un entorno propicio para las start-ups y hacer trabajo en sectores como el de las smart cities".
De hecho, "Río de Janeiro no es una ciudad industrial, depende del petróleo y el gas", advierte Flavio Soares, socio del despacho de abogados Soares & Vacite, que ha ayudado varias empresas catalanas a entrar al Brasil. "La segunda industria de la región es el textil, la moda", añade.