Las élites barcelonesas ya no tienen quien las quiera

Mientras las élites barcelonesas tradicionales no lo asuman, continuarán perplejas por su irrelevancia mientras añoran tiempos pasados, y mitificados, que no volverán

Los presidentes del Cercle d’Economia, Cecot y Foment del Treball, Javier Faus, Antoni Abad y Josep Sánchez Llibre | ACN/Elaboración propia Los presidentes del Cercle d’Economia, Cecot y Foment del Treball, Javier Faus, Antoni Abad y Josep Sánchez Llibre | ACN/Elaboración propia

Esta burguesía, de la que hay quien dice que no encuentra partido que sea su referente, en las próximas semanas va a elecciones en algunas de las organizaciones empresariales de referencia: Cercle d'Economia, Foment del Treball y Cecot. Y, de aquí a un año, la Cambra de Barcelona y las c-amaras de comercio del resto del territorio.

A menudo se pone énfasis en los recambios de liderazgos que se eternizan. El último gran exponente de esta serie de prohombres que se han identificado durante quinquenios con la organización que presidían es Antoni Abad, diecisiete años al frente de la Cecot. La patronal vallesana con vocación nacional y que durante estos años ha sido una de las más dinámicas del país. Es la patronal que mostró más sintonía con el proceso independentista, ante el acoquinamiento de algunos y la beligerancia en contra de la mayoría.

La tentación de los liderazgos eternos

Abad deja presumiblemente a un candidato de su cuerda, que es lo que pasa para bien y para mal con estos liderazgos tan largos e intensos, como ocurrió con Josep González, 24 años presidiendo Pimec. No fue así en el caso de la Cambra de Comerç de Barcelona, presidida por Miquel Valls durante 17 años y donde el continuismo saltó por los aires en lo que muchos consideran que fue la primera y más dolorosa derrota de las élites barcelonesas tradicionales frente a las nuevas hornadas empresariales.

Las élites catalanas ya no tienen quién las quiera. Ni siquiera quién les haga mucho caso

En el Cercle d'Economia, sin embargo, unos estatutos más modernos, para decirlo de alguna manera, establecen un mandato máximo de tres años. Aun así, hasta ahora siempre hubo una sola candidatura avalada por la junta saliente, con lo que podríamos hablar de una continuidad absoluta desde su fundación en 1958, hace 64 años. Ahora han surgido dos candidaturas pero no parecen, en términos programáticos, muy diferenciadas porque la diferencia más relevante es si las tradicionales jornadas anuales que siempre se habían celebrado en Sitges, se mantienen como ahora en Barcelona o vuelven a la blanco Subur.

En el Cercle, una alternativa más teórica que realidad

Aun así, por lo que se refiere a los miembros de cada candidatura, sí que podríamos hablar de un cierto cambio. La candidatura alternativa cuenta con miembros más jóvenes, el liderazgo y más proporción de mujeres y más pymes y empresas emergentes. En la candidatura oficialista, encabezada por Jaume Guardiola, la gran mayoría ya habían formado parte de juntas anteriores y reúnen a las grandes empresas de siempre con la guinda de algún académico de renombre. Podríamos pensar, a primera vista, que se trata de una disputa similar a la que se dio en la Cambra de Barcelona por edades, género y perfil de las empresas. Pero ya hemos apuntado las limitadas diferencias programáticas que se añaden al hecho de que la candidata alternativa es la esposa del conocido financiero Carles Tusquets, que fue precisamente quién perdió las elecciones en la Cambra. Todo queda en casa entre los 1.250 socios del Cercle.

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Guardiola ha avisado de que ahora no se morderá la lengua, como cuando era consejero delegado de Banco Sabadell. Una entidad presidida por el hombre que quería un Podemos de derechas y que contribuyó activamente a hacerlo posible. Guardiola salió del banco cuando fracasó la absorción a cargo del BBVA y con la entidad en la UCI. Un notable recorrido profesional, que no empresarial, para el principal favorito a presidir el Cercle.

La astucia de Sánchez Llibre

En Foment se han convocado elecciones anticipadas, todavía no se sabe muy bien por qué. Sánchez Llibre, cuando menos, se han movido con más astucia que su antecesor y no ha hecho bandera de la antiindependencia. Incluso se ha sabido que visitó discretamente a los presos políticos. Más allá de la maquinaria interna y de su estatus de gran patronal, Foment es una entidad envejecida, donde las empresas envían a sus presidentes de honor para que parezca que hacen algo. La habilidad y la experiencia lobista de su presidente ha sacado la entidad del pozo donde había ido a parar. Colau, que ahora les pacificarà -y revalorizará- los locales de Vía Laietana, se ha convertido en el objeto preferido de las críticas patronales. También levantó la voz en el tema de la ampliación el aeropuerto, pero a raíz del ridículo grado de ejecución de los presupuestos del estado, no dijo nada hasta que el presidente de la Cambra de Contractistes, uno de los puntales de la organización, levantó el dedo. Por una vez, Sánchez Llibre ha compartido protagonismo, no fuera que se malinterpretasen las críticas de Foment.

Decíamos que no se han explicado las razones del adelanto electoral. Podría ser que, como Pimec, fuera para disuadir o perjudicar ninguna candidatura alternativa. Hace años, doce, que no se convocan elecciones con más de un candidato, desde que Joaquim Boixareu desafió al omnipotente Joan Rosell. Pero nunca se sabe y toda precaución es poca para el antiguo dirigente de Unió Democràtica.

A la reconquista de la Cambra

Como vemos, cada organización empresarial es un mundo y el componente personal tiene un peso muy superior a cualquiera otro elemento o característica. Los mecanismo de elección son uno de los principales bastiones para mantener el statu quo de los que han mandado siempre. Aun así, fueron en buena parte estos singulares mecanismos que, en el caso de la Cambra de Comerç, causaron la derrota de las élites tradicionales y todavía son objeto de litigio judicial. De aquí a un año están previstas nuevas elecciones en la joya de la corona de las empresas catalanas. Mientras tanto, la entidad ha abordado una fase de modernización en la organización interna y de autofinanciación que no se había visto desde hace treinta años, con la llegada a la presidencia de Antoni Negre.

Seguramente Catalunya y Baviera tienen algunos elementos en común. Pero la República Federal Alemana se asemeja al Reino de España como un huevo a una castaña

Negre, recientemente desaparecido, se impuso al lobby constructor-hotelero-comercial que había mandado hasta entonces de la mano del promotor inmobiliario Josep Maria Figueras. Fue una disputa dentro de las élites en que el sector que utilizaba la ciudad como base de sus negocios fue inesperadamente derrotado por un conglomerado heterogéneo de representantes industriales y financieros. Veremos si Tusquets -después de la previsible derrota de su esposa en el Cercle- tendrá ganas de volver, pero algún miembro de la vieja guardia intentará reconquistar la Cambra para los de siempre. Entonces comprobaremos si el cambio en las élites que representó la Cambra fue una flor de verano basada en el factor sorprendida o si es una realidad más consolidada.

El huevo y la castaña

Este miércoles se presenta en el Cercle un libro sobre la trayectoria de uno de sus principales promotores y fundadores, Joan Mas Cantí. A sus 92 años, es uno de los que dice que no se siente representado por ningún partido político. Avanzado a su tiempo, fue uno de los hijos de industriales que vendió la empresa textil familiar y nunca ejerció de empresario. Como tantos otros miembros del Cercle, añora la época en que eran un interlocutor principal para la configuración de las políticas económicas del Estado. Intentó hacer política pero se topó con egos tan poderosos como el del mencionado Josep Maria Figueras, que después se reorientó hacia la Cambra.

A él, y quien sabe a cuántos de su generación y quizás de las más recientes, les gustaría un modelo político a la bávara, con una influyente CSU -que se eterniza en el poder en el land del sur alemán- y en una CDU que ha gobernado el estado alemán en la mayoría de periodos de la historia reciente. La tentación bávara también continúa viva en alguna de las mentes económicas más reconocidas del país y era también la vocación de los democristianos de Duran y Sánchez Llibre.

Las élites catalanas ya no tienen quién las quiera. Ni siquiera quién les haga mucho caso. Y es que seguramente Catalunya y Baviera tienen algunos elementos en común. Pero la República Federal de Alemania se asemeja al Reino de España como un huevo a una castaña. Mientras las élites barcelonesas tradicionales no lo asuman, continuarán perplejas por su irrelevancia mientras añoran unos tiempos pasados, y mitificados, que no volverán.

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