
"Los empresarios hace tiempos que sufrimos y afrontamos problemas para salir adelante. No hay ningún cambio que no genere temores, pero tenemos el convencimiento que el coste de la dependencia es mucho más alto que el de la incertidumbre temporal hasta que seamos independientes". Son palabras de Francesc Sànchez, coordinador de Empresarios por la Independencia, sectorial de la Asamblea Nacional Catalana (ANC).
En la presentación del estudio Impacto de la independencia en la empresa, Sánchez ha asegurado que "tenemos la voluntad de dar respuesta a estas dudas y sumar la empresariat catalán convenciéndolo con criterios de racionalidad". Según el empresario, "el Estado ha incomplert los pactos a lo largo de la historia, y es un lastre por las más de 600.000 empresas catalanas". En unas semanas donde el debate sobre las listas que tienen que concurrir a las elecciones del 27 de septiembre es muy vivo, una parte del sector empresarial quiere sumar adeptos a la causa independentista en un terreno donde no lo ha tenido nunca fácil. Además, una posible lista única sin políticos, a buen seguro que contaría con la presencia de empresarios.
El tejido empresarial, columna vertebral del país
El economista y miembro del secretariado del ANC Jaume Terribas, que ha coordinado el estudio junto con David Ros, destaca que "el tejido empresarial es la columna vertebral de nuestra nación". Como tal, Terribas reivindica la importancia que la empresariat pierda el miedo a una posible independencia de Cataluña.
"Hay que diferenciar el empresariat catalán del concepto de puente aéreo. Hay empresarios que se autodenominan así, pero no asumen riesgos", asegura Terribas. A su entender, "el cambio es imprescindible, la única solución. Es el resultado de renuncias y sacrificios de empresarios y de toda la sociedad. Pero con la gran ilusión de ser un estado".
Un modelo económico diferente
Precisamente David Ros, economista y redactor del documento, apunta como uno de los elementos esenciales el hecho que "el modelo económico catalán es de raíces industriales basado en el esfuerzo, la perseverancia y el liderazgo. Nos enfrentamos a un modelo económico centralizado, que con la democracia se ha reforzado a partir de la privatización de empresas estatales en 80". Según Ros, el gran pes de las empresas de grandes infraestructuras ligadas al mundo financiero de Madrid no se corresponde con el modelo económico catalán.
"La estructura económica de Cataluña es diferente, con un peso más elevado de industria y comercio por el contrario de los servicios, entidades financieras y administración pública de Madrid", dice Ros. Unas diferencias que "necesitan políticas diferentes para ser gestionadas, y ahora noestán". Al fin y al cabo, resume, "somos en un mundo global donde las regiones competimos las unas con las otras, y la nuestra juega con desventaja porque lo hace con otra región que es juez y parte a la hora de hacer las políticas económicas que las regulan".
El impacto de la carencia de inversiones
Diferentes estudios a lo largo de los años han coincidido a cifrar el déficit fiscal catalán alrededor de los 16.000 millones de euros anuales. Una dificultad que se suma a la carencia de inversiones. "Cataluña participa del 26% de las exportaciones, representa el 19% del PIB y aún así la inversión no supera nunca el 10%", denuncia Ros.
Una situación que "tiene un impacto a la empresa. Los costes de transporte son muy grandes en peajes y energía, que nos mengua la competitividad". Por David Ros, pero, "el más grave es la mala gestión y coordinación en las infraestructuras de todos los organismos que intervienen en el Puerto, el Aeropuerto o la Zona franca. Todos están en Madrid y no se coordinan". Para ejemplificarlo, recuerda que "el 25% de las mercancías frescas del aeropuerto se malogran porque no se contempló quehubiera camiones frigoríficos". Todo ello lo hace concluir que "necesitamos una gestión de proximidad".
La importancia de una normativa adaptada al mercado catalán
"No disponer de política fiscal, ni económica ni normativa nos hace perder un 2% del PIB", lamenta David Ros. El máximo responsable del estudio enumera varios problemas que dificultan el día a día de las empresas: "Tenemos una alta fiscalidad y una administración tributaria que sólo persigue el contribuyente regular, unos servicios aduaneros que dificultan el comercio y un bajo nivel de transferencia de conocimiento". Además, destaca también "el alta morosidad, el coste elevado de la energía y una administración con demasiados niveles (hasta ocho) burocratizada y poco amigable a la empresa". Todo ello genera, a su entender, "mucha inseguridad jurídica y una sobreregulació de la actividad empresarial".
El economista Joan Elias, que a principios del 2015 ya presentó un estudio sobre la mejor solvencia a los mercados que tendría una Cataluña independiente; destaca que "buena parte de las empresas se financian con el retraso en el pago a sus proveedores. Básicamente las grandes empresas haciendo que lo sufran las pymes".
La media de pago en España es superior a los 160 días, mientras que en Francia, por ejemplo, es de 40. En un mercado como el catalán, donde el 99,8% de las empresas son pymes, esta morosidad "es una de las principales causas de cierre de empresas". Por Elias, "si el nuevo estado se adapta a las necesidades del tejido industrial catalán, apoyando, la morosidad será una de las primeras cuestiones a resolver para situar-a a niveles europeos".
Las posibilidades con los impuestos
Conseguir una normativa más adaptada a la idiosincrasia de las empresas catalanas también es un punto fundamental por el economista Josep Maria Vàzquez. "Actualmente las pequeñas empresas tienen que cumplir una normativa con la misma complejidad que las empresas de más de 250 trabajadores". Este hecho, argumenta, "es un coste en personal y de gestoría muy complicado". Así pues, observa que "la primera oportunidad de la independencia para las empresas es hacer una normativa adaptada a la pequeña y microempresa". A la vez, añade, "también podríamos hacer unos servicios aduaneros que funcionen, no como los actuales donde a veces al final es el empresario el que está al servicio del funcionario", ironiza.
Según Vàzquez, una Cataluña independiente tendría "más capacidad para limitar el fraude fiscal, estimular la actividad productiva y recaudar más. Hay muchas posibilidades de juego por parte de un gobierno catalán como mínimo sin tocar el nivel de impuestos. Se podrían rebajar o no, pero nohabría necesitado de subirlos".
Sin temor a un boicot
"Espanya no tiene una política industrial, debe de ser porque no la necesita", lamenta Vàzquez. Con plena soberanía, afirma, Cataluña "tendría la oportunidad de hacerla y regenerar la industria, a la vez que podría coordinar la reindustrialización con la investigación".
Vàzquez, por otro lado, asegura que "nocreo en la Marca Cataluña, pero al menos nos podremos sacar la losa de la Marca España". Por el economista, "cuanto antes seamos independientes, antes se acabará el boicot". Esta posibilidad, que califica de "situación pasajera que en el peor de los momentos podría llegar a representar un 1,5% del PIB"; tiene poca relevancia "comparado con el déficit fiscal". Sea como fuere, Vàzquez nove un problema porque, de todos modos, "la tendencia de las exportaciones catalanas en España va a la baja".