Los alemanes en Catalunya, una larga historia empresarial

Cuál es el origen de la inversión de grandes multinacionales como Basf, Siemens, Bayer o Henkel en Catalunya?

La planta de BASF a Tarragona | EP La planta de BASF a Tarragona | EP

Si consultamos estadísticas oficiales, comprobaremos que el país con más empresas en Catalunya es Alemania, seguida my de cerca de Francia y los Estados Unidos. Este tridente de países supera las 1.000 firmas establecidas en Catalunya cada uno de ellos. Desde el punto de vista de su peso, representan casi el 40% de las multinacionales establecidas en el país.

De entre las alemanas, y por orden de volumen, encontramos Seat, Lidl, Basf, Siemens, Bayer, Henkel o Boehringer. Si dejamos de lado la compañía de automoción y los supermercados, comprobaremos que el resto corresponden al segmento químico-farmacéutico, un sector estratégico de alto valor añadido. Podría pensarse que la presencia de este repóquer de grandes empresas germánicas es algo moderno o fruto de la casualidad, pero en realidad las raíces catalanas de estas empresas son profundas.

"El 40% de las multinacionales establecidas en Catalunya son alemanas"

Uno de los hilos donde estirar para averiguar los orígenes de la presencia germánica en Catalunya es la fundación de una empresa el 1922 llamada Fabricación Nacional de Colorantes y Explosivos (FNCE), que tiene una nómina de accionistas iniciales muy reveladora. Allí encontramos a Leopoldo Sagnier Villavecchia, Antonio Sagnier Costa, Pablo Sagnier Costa, Josep M. Milà Camps, Artur Sedó Guichard y Francisco Belil Roure, la mayor parte de ellos muy conocidos por sus apellidos con regusto de alta burguesía y con un último miembro de la lista que dejará huella en las relaciones germano-catalanas en años futuros. Sólo un año más tarde, nació en Barcelona la Asociación Económica Alemania, embrión de la actual Cámara de Comercio Alemania para España (CCAE).

Una fusión de Navidad

Empujada por la oficina en Barcelona del Deutsche Ueberseeische Bank (el Banco Alemán Transatlántico, embrión del actual Deutsche Bank), en 1926 la firma alemana IG Farben entró en el capital de la FNCE, adquiriendo un 50%, en el que fue un paso clave en las relaciones entre los dos territorios en el ámbito del sector químico.

La IG Farben era una sociedad creada el día de Navidad de 1925 a partir de la fusión de varias grandes compañías que ya operaban conjuntamente desde los tiempos de la Primera Guerra Mundial. Para hacernos una idea de la magnitud del consorcio, tengamos en cuenta que las empresas que se unieron para formar esta nueva entidad eran Bayer, la BASF, la Hoechst y Agfa, además de otras industrias de menor relevancia.

Una vez finalizado el otro gran conflicto bélico, la Segunda Guerra Mundial, muchas empresas alemanas fueron expropiadas por orden de los aliados, vencedores de la guerra, y esto afectó también en las industries establecidas en suelo español. El papel de la IG Farben en la guerra no fue en absoluto secundario, porque era la sociedad que tenía patentado el temible pesticida Zyklon B, que producía una de sus filiales y con el qué fueron exterminados millones de personas en las cámaras de gas de los campos de concentración.

Més info: El adiós de un Titán

En 1951 la IG Farben fue troceada -a pesar de que formalmente continuó existiendo hasta muy avanzado el siglo XXI- en las empresas que lo habían constituido, de forma que Bayer, BASF, Hoechst y Agfa volvieron a operar de manera independiente y no se vieron salpicados por las responsabilidades penales de su compañía matriz.

En tiempos recientes, Hoechst también tendría su propia implosión para transformarse en un puñado de firmas, cuando cedió parte de sus negocios en compañías más pequeñas como Clariant, Nutrinova o Celanese, mientras que el núcleo vinculado al negocio farmacéutico fue fusionado con la francesa Rhône-Poulenc, para ser lo que hoy en día es Sanofi, que tiene la sede española precisamente en Barcelona.

Mientras tanto, en Catalunya, en 1955 tanto la Bayer como la BASF recuperaron posiciones en la FNCE comprando un 25% y a la vez se producía el relevo generacional, que permitió que Francisco Belil Palau heredara la posición influyente de su padre -Francisco Belil Torres- en la empresa, quien por cierto, había accedido al cargo para ser hijo de uno de los fundadores, el Belil Roure que veíamos hace un rato.

Hilos alemanes en la sombra española

No es ningún secreto que en muchos casos la pérdida de titularidad alemana de los negocios después de la Segunda Guerra Mundial fue sólo formal, porque algunos ciudadanos españoles ejercieron de testaferros de unos socios alemanes que seguían moviendo los hilos en la sombra. En este periodo -y también en los siguientes- encontramos, como decíamos, el apellido Belil vinculado a los negocios germánicos en Catalunya.

Desde aquel primer miembro de la familia, el del 1922, los Belil siempre han mantenido una relación extraordinaria con la Bayer, hasta el punto que en cada generación han tenido cargos relevantes y han sido cuatro, nada más y nada menos, los tres que ya hemos visto y un último caso es el de Francisco Belil Creixell. Este último empezó su carrera en la firma de la aspirina en 1972, en la sede central, para llegar a ser consejero delegado de Bayer Hispania (la principal filial en España) entre 1994 y 2006. Curiosamente, puso punto y final a su carrera ejerciendo de primer ejecutivo de otra compañía alemana, la Siemens.

En paralelo a la apuesta de Bayer por FNCE durante los años sesenta, la empresa alemana usó una estrategia alternativa para volver a entrar en España, como fue el acceso al accionariado de Productos Electrolíticos, de la familia Cantarell. En 1966 los alemanes se van convertiendo en socios de los hermanos Francesc (1911-1988) y Lluís Cantarell Cornet (1919-2012), en un vínculo que perduraría a lo largo de los años.

Un miembro de la siguiente generación, Javier Cantarell Fontcuberta, ha sido directivo de empresas en la órbita del grupo empresarial Bayer durante muchos años. Resulta significativo que su primo hermano, Lluís Cantarell Rocamora (1952), también haya tenido una relación estrechada con una empresa centroeuropea, porque fue uno de los principales directivos mundiales de Nestlé, hasta su jubilación, en 2016. Otro cargo ocupa este último protagonista es el de miembro del Consejo de Administración de los laboratorios Uriach, donde, curiosamente, comparte responsabilidades con Francisco Belil Creixell.

La historia de los vínculos entre empresas alemanas y Catalunya no acaba aquí, sino que tiene todavía más grueso como veremos en la cercana entrega, donde seguiremos hablando de empresas químico-farmacéuticas, pero también de bancos, de automoción e, incluso, de cerveza.

Més informació
Juan Carlos I, el declive de un símbolo (el hotel)
Hoy Destacamos
Lo más leido