
Del 25 al 27 de abril se ha celebrado en Salamanca (y también en versión en línea) el XIII Congreso Ibérico del Agua impulsado por la Fundación Nueva Cultura del Agua. Este evento es un encuentro bienal donde expertos del sector del agua de toda la península ibérica, incluyendo diferentes territorios del Estado español y de Portugal, se reúnen para hablar sobre las tendencias del sector y los retos a afrontar conjuntamente.
Bajo el lema De la escasez a la redistribución social y ambiental del agua, la XIII edición del Congreso Ibérico reunió a investigadores, profesionales y agentes sociales de toda la península y de otras partes del mundo para impulsar un cambio de paradigma en la gestión del agua. En el AT1 se abordaron los grandes desafíos del ciclo urbano del agua ante el cambio climático, desde la captación hasta el saneamiento, así como la protección de fuentes, el uso de aguas regeneradas y la sostenibilidad urbana. En el AT2 se abrieron diálogos sobre la interdependencia entre los socioecosistemas hídricos y agrarios, resaltando la necesidad de reconocer y repensar las relaciones entre los espacios proveedores de servicios ecosistémicos y los beneficiarios urbanos. En el AT3 se destacó la urgencia de recuperar y conservar los paisajes y ecosistemas acuáticos, evidenciando la importancia de garantizar la calidad y cantidad adecuada de agua tanto para los ecosistemas como para las actividades humanas. Finalmente, en el AT4 se discutieron propuestas para avanzar en la gobernanza del agua en tiempos de escasez, reforzando la necesidad de mejorar la coordinación interadministrativa y potenciar la participación pública para afrontar la crisis hídrica en la península ibérica.
El congreso fue una oportunidad clave para conocer los últimos avances e iniciativas hacia una transición hídrica justa en este sector, que reunió a profesionales de la academia, el activismo, la práctica y la consultoría en sectores como la agricultura, la ingeniería hidráulica, las ciencias políticas, la gestión de residuos, la biología o, incluso, la filosofía.
La península tiene una larga tradición de afrontar retos hídricos. Históricamente, desde las inundaciones hasta las sequías extremas, nuestro territorio ha atravesado grandes fenómenos ligados al agua: embalses dictatoriales, crecidas de ríos en el norte, sequías en las zonas costeras mediterráneas, pozos ilegales, contaminación del agua y de otros bienes comunes. Por desgracia, ejemplos los tenemos desde Port de la Selva hasta Cádiz, pasando por Los Pedroches y terminando en el Mar Menor. De gestionar la incertidumbre, el sector del agua sabe mucho. El problema es que, tradicionalmente, este sector se ha regido por procesos muy técnicos, centrados en el diseño, y ahora, desde hace apenas unos años, se está abriendo a maneras de ser comprendido mucho más flexibles y arraigadas a los problemas sociales actuales. Además, desastres como la DANA o el uso del agua como arma de guerra en conflictos como el genocidio palestino abren nuevos horizontes en la reflexión sobre cómo el agua nos puede afectar en un futuro cercano.
Embalses dictatoriales, crecidas de ríos en el norte, sequías en las zonas costeras mediterráneas, pozos ilegales, contaminación del agua y de otros bienes comunes
Pero estos problemas no se gestionan solos, ni tampoco de manera aislada en un mundo y un continente donde se ven otras realidades muy similares. Entre los diferentes conferenciantes, Milo Fiasconaro, director ejecutivo de Aqua Publica Europea, defendió la necesidad de regular desde Europa la manera en que nos relacionamos con el agua, capturando nuevas responsabilidades y promoviendo cambios en los diferentes entornos que cuenten con la financiación adecuada. La activista Aura Vidal también recordó que el agua está reconocida como un derecho humano, pero que, a pesar de ser un gran avance, seguimos teniendo problemas de accesibilidad, de acceso universal y que, a pesar de los pasos impulsados desde colectivos como L’Aigua és Vida, aún quedan muchos avances pendientes, especialmente en las vulneraciones que, en algunos casos, generan las gestiones privadas del recurso y la concepción del agua como un bien mercantil.
Y es que, más allá de lo que pensamos, hay muchas personas que no tienen acceso al agua en Europa, ya sea por escasez o por contaminación. El caso de Los Pedroches, un pueblo de Castilla que atraviesa una importante crisis de acceso a agua limpia debido a contaminaciones, es un claro ejemplo. Por eso, a veces las soluciones se encuentran en innovaciones técnicas, basadas en la naturaleza y accesibles para todas las personas, pero en otros casos se trata de problemas políticos y de rendición de cuentas, donde la solución pasa por las personas y no por la naturaleza. Así, aunque el sector del agua sea percibido como altamente técnico, también es altamente político. En este sentido, el Relator Especial sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, Pedro Arrojo, explicó que cuidar de la eficiencia es importante, pero no garantiza ni de lejos ni la sostenibilidad ni los Derechos Humanos. "Matar de manera eficiente el planeta no nos llevará a ningún lado", expuso.
Otros temas como la emergencia de los megacentros de datos y su opacidad, el sesgo de género en el sector y la necesidad de mayor interseccionalidad, el potencial del agua para mejorar aspectos de salud pública, la necesidad de trasladar legalmente los avances en derechos del sector hídrico, el caso de Portugal como ejemplo paralelo, la importancia de aprender de otros casos de estudio como Gales, Colombia o Escocia, el potencial de la economía del agua en las zonas costeras que expuso Salvador Milà, o cómo transformar la transición hídrica en mucho más que una palabra bonita (buzzword) e impulsar un cambio político, cultural y epistémico, fueron algunas de las muchas cuestiones que se trataron en las sesiones en un edificio tan histórico como es el Colegio Arzobispo Fonseca.
El encuentro reunió a 200 congresistas, con 12 ponencias y 140 comunicaciones, para reflexionar colectivamente sobre los retos hídricos urgentes de la península ibérica. En un contexto marcado por la sociedad del descarte y la cultura del "pelotazo", se reivindicó la necesidad de recuperar la cultura (que escasea) y de proteger el agua (que también escasea), tal como señaló Fernando Valladares del Comité Científico del Congreso Ibérico. Ante las nuevas condiciones impuestas por la crisis climática y los desequilibrios territoriales, el congreso subrayó la necesidad de una transición hídrica rápida y justa, orientada no desde el desconocimiento, sino desde una gobernanza robusta y deliberativa.