Esperando el "milagro" de la energía

La fundación Naturgy expone el futuro de la transición a las renovables, las alternativas al gas natural y el contexto en que queda el mercado europeo con la invasión a Ucrania

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La incertidumbre en cuanto al futuro del suministro energético en Europa "nunca ha sido tan alta" como en el contexto actual. La guerra en Ucrania y el cambio que esta ha supuesto en cuanto a las relaciones con Rusia, la crisis de suministros y el impacto de la transición energética hacia las renovables sobre un sector estratégico y transversal a las economías del continente si bien no cuestionan el acceso mismo a la energía, sí que plantean dudas profundas sobre el modelo que se ha seguido hasta ahora. El reto de la reducción de la dependencia energética exterior y de los hidrocarburos es "ingente", según avisa el profesor part time de la Florence School of Regulation Christopher Jones, y los 27 necesitan recorrer este camino cuanto antes mejor – a un ritmo que, lamenta el académico, ahora mismo no se está logrando. "Los milagros son posibles, pero no habrá uno si no actuamos con una velocidad diferente", augura.

En un debate organizado por la Fundación Naturgy bajo el título Nueva política energética en Europa en tiempos de crisis, Jones ha apuntado que el problema de los elevados precios de la energía permanecerá con nosotros todavía "dos o tres años". Las espirales de subidas de precios, como lamenta el mismo profesor, han aumentado sustancialmente el porcentaje de los ingresos de la ciudadanía dedicados a la energía – una situación que, avisa, ha hecho aumentar la pobreza energética al continente. La gran incertidumbre que reitera Jones, pero, deja un camino con múltiplos ramals, una situación en que "no existe una alternativa ideal", un camino evidente que devuelva la seguridad al mercado energético europeo. Existen, aun así, alternativas diversas, muchas de ellas que suponen cambios profundos en la forma en que se entiende la energía en Europa.

Jones: "Hace falta un planteamiento europeo, sería una pena que se destroce lo que se ha hecho en los últimos años"

"Los grandes precios del gas han llegado para quedarse", añade el presidente de Eolia Renovables y exsecretario de Estado de Energía Nemesio Fernández-Cuesta. Aún así, recetas como la eliminación del gas como marcador marginal del precio de la energía no son la solución, según apunta Jones, porque las mismas tendencias del mercado harían que los países no productores de gas establecieran el precio, con consecuencias para el mercado similares a las que ya sufre. Por otro lado, la limitación de los precios del gas también es una "alternativa tramposa", en cuanto que puede dejar el continente sin unos suministros que hoy por hoy tiene garantizados – en cuanto que los vendedores simplemente accederían a otros mercados. La alternativa "menos mala", añaden, sería una limitación de los precios del gas que fuera acompañada de un sistema de subsidios para los productores, generando "un impacto positivo en el conjunto del mercado eléctrico y un beneficio para todo el mercado eléctrico".

El mismo Fernández-Cuesta, sin embargo, se afana a subrayar que las intervenciones de este tipo tendrían que ser, en todo caso, temporales, y siempre ligadas exclusivamente a su conveniencia coyuntural. Y, además de ajustada en el tiempo, tiene que ser una solución expansiva en el espacio – común de la Unión Europea, que afecte a todo su mercado. "Hace falta un planteamiento europeo – acuerda Jones – seria una pena que se destroce lo que se ha hecho en los últimos años" en materia de coordinación energética. El excomisario de energía de la Unión Europea y profesor a la Florence School of Regulation Andris Piebalgs es optimista respecto de estos espacios de cooperación. "Tengo la impresión que estamos más unidos que nunca, no creo que haya una ruptura y cada país vaya por su lado".

Menos vínculos con Rusia

"La gran necesidad es diversificar las fuentes energéticas", reflexiona Piebalgs, porque la dependencia europea de Rusia se reduzca a su mínima expresión. El profesor celebra la decisión de la Unión Europea de deshacerse de dos tercios de las importaciones de gas natural del país a finales de 2022, a pesar de que alerta contra las "acciones" que pueda tomar el gobierno ruso. Avisa, además, que el desacoplamiento de la energía del este será complejo, con consecuencias para los consumidores y empresas europeos. "Este no será proceso corto, será un trastorno, algo que tendremos que enfrentar".

Piebalgs: "Ahora mismo la energía tiene una dimensión de seguridad nacional"

Hasta un tercio del consumo europeo venía de Rusia, cosa que hace imposible una transición rápida y sin dolores hacia las fuentes alternativas. De hecho, de los 155 BCM – unidad de medida del gas natural, mil millones de metros cúbicos – que se importaban del país no podrán ser sustituidos por gas otros lugares, sino que o bien tendrán que ser cambiados por otras fuentes energéticas o suplidos por "recortes a la demanda". Además, otras regiones del planeta optan, por su parte, por un aumento en el consumo de gas, cosa que hará que el mercado se tense aún más, especialmente con la progresiva retirada del carbón de China y la India que, según Fernández-Cuesta, doblarán su consumo a corto plazo.

En los próximos meses, el reto es "sobrevivir en invierno" sin emular las situaciones de precios disparados que se han vivido durante los primeros meses de 2022. La situación es diferente, en cuanto que en esta ocasión, como explica Piebalgs, muchas de las reservas gasísticas de Gazprom no se rellenaron a propósito – uno de los causantes de los "elevados precios y percepción de desabastecimiento" que se ha sufrido durante semanas. El mismo profesor conmina los gobiernos a "obligar a los mercados a rellenar las reservas de gas" con una gran intervención que reduzca la dependencia externa. "Ahora mismo la energía tiene una dimensión de seguridad nacional", avisa. El problema, nunca ha sido el acceso al gas, sino su distribución. "Las reservas no están en los lugares correctos ni se suministran de forma correcta", establece Fernández-Cuesta.

Transición verde

La cuestión del gas natural toma, además, especial relevancia cuando se piensa en el contexto de la transición energética y la lucha contra el cambio climático. Parte de la reducción de la dependencia del gas natural ruso depende, de hecho, del hecho que su papel lo adopten energías alternativas, principalmente renovables. Una de las más relevantes a futuro, según los ponientes, es el hidrógeno verde – y azul. "Necesitaremos ocho millones de toneladas, cuanto antes mejor", proyecta Jones, que se cuestiona los incentivos que harán falta porque consumidores y empresas hagan el salto a esta fuente energética. "Hace falta un precio por emisiones altísimo", constata, según indican varios estudios recogidos por los mismos documentos de la Florence School of Regulation.

Fernández-Cuesta: "Los ingenieros a menudo olvidan las restricciones económicas, y los economistas las restricciones técnicas. Cuantas menos restricciones se olviden, mejor para todo el mundo"

El camino hacia la sustitución del gas por el hidrógeno será un proceso, según proyectan tanto Jones como Fernández-Cuesta. "Pasaremos del gas natural a un hidrógeno mixto, y después solo usaremos el hidrógeno", espera el profesor. El modelo actual, además, abre la puerta a los incentivos al hidrògen, en cuanto que las inversiones necesarias para su proliferación tienen más espacio en un ecosistema marginalista de precios elevados del gas cómo el que funciona ahora mismo. "Las inversiones en renovables tienen un coste fijo elevado, pero un variable inexistente", cosa que genera regresos especialmente buenos en el mercado actual. Dejar funcionar a los actores del mercado, pero, es esencial, según el exsecretari de Estado. "Los flujos de capital son libérrimos, lo que tenemos que hacer es atraer inversiones".

La reducción de la huella energética y el logro del net-zero en emisiones no va solo de alternativas energéticas. Cómo recuerda el ponente, cerca de un 50% de la reducción potencial de emisiones pasa por una mayor eficiencia energética y por una correcta captación de las emisiones – algo que pide adelantos técnicos, pero también, reconoce, intensivos procesos de reforestación. La transformación de mercados como el de la automoción y la apuesta general por la electrificación son un garante, por su parte, de la eficiencia de la nueva producción y consumo. "Los motores eléctricos son más eficientes que los de combustión, y esto se traslada a toda la economía", añade Fernández-Cuesta, que concluye con la necesidad de apaciguar las relaciones entre progreso técnico y viabilidad de negocio. "Los ingenieros a menudo olvidan las restricciones económicas, y los economistas las restricciones técnicas. Cuantas menos restricciones se olviden, mejor para todo el mundo".

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