Estados Unidos reinventa la industria del cine

La industria de la gran pantalla busca nuevos modelos de exhibición. Estrenamos la sección 'Importación de ideas', una compilación de iniciativas empresariales del mercado norteamericano

La cómoda y barata propuesta nocturna de sofá, pizza y película no es imposible de rebatir para algunas cadenas de cines norteamericanos. La empresa Alamo Drafthouse, nacida en Austin (EE.UU.) el 1997, se ha expandido en otras ciudades del país y prepara nuevas salas a San Francisco y en Nueva York. Ofrece ciclos especiales de películas, sus butacas son más amplias y, el más novedós, tienen incorporadas mesas donde los camareros sirven la cena al espectador. No es una cena exclusiva ni de etiqueta, es el que se podría encontrar al restaurante de la esquina.

Es sólo una de las formas de negocio que exploran los cines de los EE.UU., un mercado bastante saturado, con un consumo individualizado pero que da por acabada la recesión global. Las taquillas de Estados Unidos y Canadá facturaron el año pasado 10.800 millones de dólares, un 6% más comparado con el 2011 y un 12% más que cinco años atrás, según datos de la Motion Picture Association of America, que engloba las seis grandes mayoristas de Hollywood.

Ver y beber a la vez
Es habitual aquí encontrarse espectadores tomando durante la película una copa de vino blanco con almendras –en el caso de cine independiente- y más bien cerveza –en films más comerciales. Algunas compañías exhibidoras han presionado para cambiar legislaciones estatales o han puesto el cartel de "prohibida la entrada a menores" para poder mover ficha en el mercado de la bebida alcohólica.

Los que se dedican dicen que los espectadores tienen más probabilidad de pedir una segunda copa que una segunda bolsa de palomitas, que en este país, ya de por si, acostumbran a ser difíciles de acabar. Algunas salas, incluso, ponen al menú cócteles o platos vinculados a la película que se está viendo.

Camareros en la sala
La gastronomía es otro terreno que se está explorando. Las salas son conscientes del escaso margen de beneficio que los deja la entrada –que supera los 10 dólares (7,30 euros)- y el elevado que ofrece, por ejemplo, una bolsa de palomitas. Por eso algunos cines han incorporado la cocina para servir la comida o la cena durante la sesión. El cliente acostumbra a marcar en una ficha de papel su pedido y se le sirve a la butaca.

Esto hace que las sillas sean cada vez más espaciosas. Algunas cadenas, como la gigantesca AMC, han empezado a instalar en ciertas sales asientos VIP, con textura de terciopelo y reclinables casi hasta llegar a una posición horizontal. AMC es consciente de como la capacidad de la sala se reduce, pero tiene en cuenta que la asistencia puede casi duplicarse y los precios que se cobran son más altos.

Un objetivo progresivo
La estrategia de los asientos VIP concuerda con el peso de las pantallas 3-D, Imax y Omnimax de visión completa. En ciudades turísticas como San Antonio, en Texas, a unos metros del Alamo, el edificio histórico más concurrido, hay un multicinema que proyecta diez veces al día, un film que recrea episodios históricos en la ciudad en calidad Imax. Son 42 minutos de película a 13 dólares la entrada (9,50 euros). Y aquí entra otro factor: No hace falta siempre exhibir el último estreno de Hollywood.

Cómo ya pasa en algunas salas catalanas, los proyectors digitales permiten exhibir óperas, partidos y series. Quién quiere ir más allá es el fundador de Vue Cinemas, Tim Richards, que estudia alquilar las salas en las horas de baja afluencia a los fans del videojuego porque puedan hacer competiciones en gran pantalla.

La esencia del vídeo-club
Hay cadenas, como la Alamo Drafthouse, que combinan los últimos estrenos con proyecciones de clásicos o films que atraen a los movie junkies. Las agrupan en ciclos temáticos, mientras invierten en newsletters y otras formas de dar a conocer la programación. Además, antes de empezar la película, a menudo hay una pieza previa, un pequeño espectáculo o una selección musical para acabar de hacer felices a los cinéfilos.

Quién ha encontrado también en los ciclos de cine la opción para vivir, o más bien, para sobrevivir es la industria independiente o extranjera , en un país que tiene muchos detractores de la versión original y del segundo carril. Algunas llegan a través de la cadena de cine independiente Landmark Theaters, fundada a Los Angeles, y otros a través de festivales temáticos o por orígenes geográficos. La organización Pragda, que distribuye cine español desde Nueva York, acerca films como Los niños salvajes y Los ilusos a través de pequeños festivales de cine español a varias ciudades del país.

La sección Importación de ideas presenta ideas empresariales del mercado norteamericano y global poco implantadas en Cataluña. Recogemos iniciativas ver en otros mercados y no exploradas en Cataluña a través de redaccio@viaempresa.cat

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