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Explorando los sistemas de votación: ¿por qué no utilizamos sistemas electrónicos o telemáticos?

Será importante encontrar un equilibrio entre aprovechar las ventajas de la tecnología y garantizar la seguridad, la privacidad y la accesibilidad para todos los ciudadanos

Una mesa electoral durante las elecciones españolas del 23 de julio de 2023 | ACN
Una mesa electoral durante las elecciones españolas del 23 de julio de 2023 | ACN
Jordi Marin | VIA Empresa
Experto en transformación digital e innovación
Barcelona
08 de Mayo de 2024

Estos días, que estamos plenamente inmersos en la campaña electoral y a las puertas de votar el 12 de mayo de 2024, quiero reflexionar sobre los sistemas de votación con especial incidencia en los electrónicos o telemáticos. Concretamente analizaré cuál ha sido su implementación y por qué no los utilizamos en nuestro país. En la era digital en la que vivimos, muchos aspectos de nuestras vidas han sido transformados por la tecnología, y hemos hecho especial hincapié en otros artículos, desde la forma en que nos comunicamos hasta la manera en que realizamos transacciones financieras. No obstante, uno de los aspectos fundamentales en nuestra sociedad parece haberse mantenido relativamente inalterado, que es el proceso de votación en nuestro país. Aquí se sigue confiando en métodos tradicionales, como el voto en papel en las urnas.

 

Sea cual sea la modalidad de votación, los organismos internacionales marcan como prioritario que el sistema elegido respete los cinco principios de las elecciones democráticas

Para aclarar, el voto electrónico y telemático incluye todos los procedimientos de emisión, procesamiento y recuento del voto mediante medios digitales. Estos medios pueden encontrarse tanto en entornos controlados como no controlados. En el primer caso, se trata de urnas electrónicas en los colegios electorales, unas máquinas que se utilizan, por ejemplo, en algunos estados de los Estados Unidos, Brasil e India.

En el segundo caso, se trata del voto remoto emitido desde un dispositivo conectado a la red. Se utiliza en una decena de países, pero solo uno, como es el caso de Estonia, lo permite para todos sus ciudadanos y en todos los procesos electorales. El resto de países que han instaurado sistemas de voto por internet solo lo permiten a grupos de electores específicos. Entre estos, Suiza es donde más ciudadanos tienen acceso, tanto los residentes en el exterior como un porcentaje pequeño de los residentes en el interior, que varía en cada caso. El estado francés, Pakistán y Panamá ofrecen esta posibilidad a sus ciudadanos que viven en el extranjero. Armenia solo lo permite a militares y diplomáticos, y el estado de Nueva Gales del Sur de Australia lo permite a los ciudadanos con discapacidad visual. En Canadá se utiliza en las elecciones municipales de Ontario y Nueva Escocia, así como en las regionales de los territorios del Noroeste, por ejemplo. Como podemos ver, no hay tantos casos a escala global.

 

Gran parte de los países que han instaurado sistemas de voto por internet tan solo lo permiten a grupos de electores concretos

Por otro lado, la mayoría de informes de los organismos reconocidos mundialmente como especialistas en observación electoral no toman posición ni a favor ni en contra de estos sistemas de votación. En todos los casos, sea cual sea la modalidad del voto, marcan como prioritario que el sistema elegido respete los cinco principios de las elecciones democráticas: garantizar que el voto sea universal, libre, igual, directo y secreto. Y como hemos visto por su desarrollo, hasta ahora se puede garantizar, pero no se ha extendido.

¿Por qué hay resistencia?

¿Cuáles pueden ser las razones detrás de esta aparente resistencia? ¿O cuál es la dificultad para implementar estos sistemas, especialmente poniendo el foco en nuestro país? Quiero explicar por qué no se han implementado los sistemas electrónicos o telemáticos de votación en nuestro país. Entre las principales razones, más allá de las vinculadas a las garantías antes mencionadas, se pueden destacar

- Seguridad y confianza: Uno de los principales argumentos en contra de la adopción de sistemas electrónicos o telemáticos de votación es la preocupación por la seguridad y la integridad del proceso electoral. Existen temores sobre la posibilidad de manipulación o interferencia en el sistema por parte de actores externos malintencionados, como hackers o ciberdelincuentes.

- Protección de datos personales: Otro factor que ha contribuido a la reticencia hacia los sistemas electrónicos o telemáticos de votación es la preocupación por la protección de los datos personales de los votantes. En un mundo cada vez más preocupado por la privacidad en línea, la idea de recopilar y almacenar información personal en sistemas electrónicos de votación plantea preocupaciones sobre el uso indebido de estos datos.

En los dos casos habría que preguntarse por qué Estonia, o los países que han implementado por colectivos, o por diferentes partes del proceso estos obstáculos no han sido presentes.

- Desconfianza en la tecnología: A pesar de los adelantos tecnológicos, persiste una cierta desconfianza en la tecnología, especialmente cuando se trata de cuestiones tan fundamentales cómo el proceso democrático. Muchas personas se sienten más seguras con métodos tradicionales de votación, cómo el voto en papel, que pueden ser verificados físicamente y que ofrecen una sensación tangible de participación en el proceso electoral.

- Infraestructura y acceso: Además de las preocupaciones sobre seguridad y privacidad, también existen desafíos prácticos relacionados con la infraestructura y el acceso que deben abordarse antes de implementar sistemas electrónicos o telemáticos de votación a gran escala. Aunque tenemos una sólida infraestructura de telecomunicaciones, aún hay áreas del país que no tienen acceso a Internet de alta velocidad o que tienen una conectividad limitada. Garantizar que todos los ciudadanos tengan la oportunidad de participar en el proceso electoral de manera equitativa y accesible es fundamental para mantener la integridad y la legitimidad del sistema democrático.

A este punto, si bien la tecnología ofrece numerosas oportunidades para mejorar y modernizar el proceso electoral, la implementación de sistemas electrónicos o telemáticos de votación conlleva desafíos significativos que deben abordarse de manera integral. Algunos países, como hemos visto, ya han abordado con éxito estos desafíos. Será importante encontrar un equilibrio entre aprovechar las ventajas de la tecnología y garantizar la seguridad, la privacidad y la accesibilidad para todos los ciudadanos. Seguramente no ha ayudado mucho la escasa experiencia en nuestro país.

Pero sin duda necesitamos comenzar a abordar la modernización de nuestro sistema de votación, que es una parte fundamental de nuestras sociedades.