El futuro de la soberanía energética renovable catalana

El panorama es complicado, pues el grueso de la transición energética está fuera del alcance del Govern, que pierde oportunidades de generar riqueza

Central hidráulica en el río Segre, Catalunya | iStock Central hidráulica en el río Segre, Catalunya | iStock

Hace unos días publicábamos, en este mismo medio, las conclusiones del informe de situación de 2021 sobre el progreso de la implantación de energías renovables en Catalunya, realizado por el Observatori de les Energies Renovables a Catalunya. Conclusiones que, por un lado, dejaban datos reveladores sobre la situación en la que nos encontramos y, por otro, preguntas claras sobre cuál es el futuro, tanto a corto como a medio y largo plazo, que nos depara.

Según este informe, en 2021 se ha caracterizado por la progresiva normalización del consumo energético después de la pandemia, aunque seguimos lejos de los datos registrados en 2019. Además, Catalunya ha aumentado su dependencia de recursos externos para cubrir la demanda de electricidad, a pesar de haber puesto en servicio 12.776 nuevas instalaciones solares fotovoltaicas de autoconsumo, un 72% más de lo instalado en 2020. Estos datos preocupan porque dejan patente la dificultad para alcanzar los objetivos para 2030.

Ana García, vocal de la Junta de Govern y presidenta de la Comissió d’Economia i Sostenibilitat del Col·legi d’Economistes de Catalunya, considera que “los objetivos eran muy ambiciosos y el ritmo de inversiones no iban tan rápidos como para lograrlos. Todos los objetivos deben enmarcarse en una circunstancia y en un momento dado. El escenario actual tendrá que revertir la planificación y los plazos para conseguir la descarbonización de la economía.”

Jaume Morron: “La respuesta no es abandonar. Es necesario corregir lo que no hace posible llegar a los objetivos”

El informe, remarca, que el Observatorio siempre ha considerado arriesgado poner el foco de la transición energética en una narrativa a largo plazo con meta en 2050, dado que aleja las metas inmediatas y aplazar las decisiones más necesarias. Así pues, ¿cuál es el camino a seguir a partir de ahora?

“La respuesta no es abandonar. Es necesario corregir lo que parece que no hace posible llegar a los objetivos de 2030 replanteando lo que se ha hecho hasta ahora. Los inversores en proyectos de energías renovables han presentado a la Generalitat proyectos más que suficientes para alcanzar la nueva potencia de generación renovable que debe estar en servicio en 2030”, razona Jaume Morron, gerente de Elioccat.

Dificultades

El Decreto Ley 24/2021 es la herramienta jurídica del Gobierno para la materialización de su estrategia de implantación de energías renovables pero, a pesar de la mejora, deberían simplificarse todos los procedimientos y, frente al colapso , la administración debería apostar por la colaboración público-privada y acelerar la tramitación de forma eficiente, fiable y con garantías.

“El principal problema es la lentitud en su tramitación. La Generalitat no dispone del personal suficiente para afrontar todos los proyectos propuestos, que suman más de 10.000 MW entre parques eólicos y huertos solares fotovoltaicos. La Generalitat debe ampliar las plantillas de los Servicios Territoriales del Departamento de Acción Climática para que puedan tramitarse a la velocidad que permita alcanzar los objetivos”, explica Morron.

Sería recomendable, pues, siempre según el mencionado informe, que se marcaran plazos claros y breves en los procedimientos. La modificación del Decreto ley 24/2021 propone declarar la urgente tramitación de los procedimientos de autorización por razones de interés público de los proyectos solares y eólicos de hasta 5 MW. La medida debería ampliarse al resto de proyectos para que tenga un impacto efectivo y no sólo cosmético.

Morron: "La Generalitat debe dotarse de los recursos necesarios para poder tramitar todos los proyectos que se le han presentado"

El panorama es complicado, pues el grueso de la transición energética está fuera del alcance del Govern, que ve cómo también pierde oportunidades de generar riqueza: los 7.000 MW eólicos proyectados en Aragón, en Cataluña supondrían 248 millones de euros anuales en impuestos de construcción; 27 millones de euros anuales en impuestos municipales y 21 millones de euros anuales en concepto de alquiler, a lo largo de los veinticinco años de vida del Parque. Además, se estiman 8.300 puestos de trabajo en fase de construcción y otros 3.000 derivados de su mantenimiento.

Así, Morron reitera que “la Generalitat debe dotarse de los recursos humanos necesarios para poder tramitar todos los proyectos de energías renovables que se le han presentado, suficientes para alcanzar los objetivos del año 2030 establecidos en la Prospectiva Energética de Cataluña 2050”. De acuerdo con un exhaustivo estudio de FEGiCAT, se necesitarían 18.051 personas trabajadoras cualificadas para cubrir las necesidades de hoy del sector de los instaladores. Para el año 2030 se necesitarían otros 19.851 y, si miramos las necesidades del 2050, los lugares suman 177.992.

Alta dependencia de la energía nuclear

La demanda ha sido cubierta, principalmente, por la energía nuclear (un 52,06%), que ha aportado casi siete veces lo que ha aportado la hidráulica, nueve veces más que los parques eólicos y más de 62 veces la aportación solar fotovoltaica, ¿cómo se puede solucionar esta dependencia de la energía nuclear?

“No hay transición energética sin utilizar energías transitorias y esto estaba claro desde el inicio”, comenta Garcia, quien sigue diciendo que “dado el escenario en el que nos encontramos, la prioridad de la UE es garantizar el suministro para evitar cualquier corte de energía. Por ahora, ante el trilema de energía verde, económica y suministro, deberemos resolver el suministro”, explica.

García: "No hay transición energética sin utilizar energías transitorias y esto estaba claro desde el inicio"

Ana Garcia, además, reflexiona sobre la posibilidad de una transición energética sin energías de transición, la cual no es posible, y sobre cuáles serán estas energías: “la UE, etiquetando como energías “verdes” la nuclear y el gas lo ha dejado claro”, dice. Así pues, “veremos nuevas inversiones en nucleares, para conseguir la transición debería duplicarse la generación en los próximos 30 años”. Hay que tener en cuenta que “los nuevos reactores nucleares son más seguros y fáciles de gestionar, no debemos olvidar que el principal problema de la energía nuclear son los residuos latentes”, añade.

Por su parte, Jaume Morron cree firmemente que "no hay que invertir en ninguna nueva central nuclear" en Cataluña. “Primero porque es una tecnología extremadamente más cara que las tecnologías energéticas renovables, tal y como muestran todos los estudios que se publican. Y segundo, porque desde que se diseña una central nuclear hasta que se pone en servicio pueden pasar fácilmente 25 años, según todas las experiencias, muy pocas, recientes en Europa Occidental”.

Recursos al alcance

A la nuclear le siguieron las importaciones con un 11,26% (+255% respecto a 2020), los ciclos combinados con un 10,76%, y la cogeneración con un 10,15%. Por lo que respecta a las fuentes renovables, la hidráulica aporta un 7,52% de la demanda, la eólica un 5,85% y la solar fotovoltaica un 0,84%, mientras que el resto de tecnologías renovables suman el 1,22% de la demanda eléctrica. En cuanto a la demanda térmica cubierta por renovables, la bioenergía, y en especial la biomasa, está creciendo con fuerza en Catalunya y en 2020 fue la renovable que aportó más potencia instalada, 66 MW.

Y es que “muchas tecnologías y sectores quedan lejos de los objetivos de la hoja de ruta. Este difícil retraso sólo se recuperará si las inversiones en renovables son grandes, y si la tecnología en baterías y almacenamiento se acelera. La descarbonización de la economía no es sólo la electrificación, y al no poder electrificarse todos los procesos productivos, debemos hablar de transición no eléctrica que será cubierto por el vector energético hidrógeno y los biocombustibles”, comenta Garcia.

Ana Garcia: "Las palancas que tenemos en Cataluña son: ahorro energético y eficiencia energética y despliegue de renovable"

Así pues, la preocupante tendencia apunta a que el 94% de la energía renovable de Catalunya en 2030 se cubrirá con importaciones. ¿Qué medidas deberían impulsarse para incentivar la inversión en este tipo de energía en nuestro país?

Jaume Morron cree que “hay que actuar decididamente al corregir esta tendencia e instalar -a la velocidad de la luz, como dice el vicepresidente de la Unión Europea, Frans Timmermans- nuevas instalaciones de generación eléctrica a partir de fuentes de energía renovables. Los proyectos están ahí. No es cuestión de incentivar ninguna inversión. Lo que hace falta es tramitar los proyectos que ya existen. A la velocidad de la luz".

Mientras Ana García especifica que “las palancas que tenemos en Catalunya para conseguir una descarbonización de la economía son: ahorro energético, eficiencia energética y despliegue de renovables. No debemos olvidarnos del aumento del autoconsumo, ¡todo ayuda! Podremos avanzar hacia una transición energética si las administraciones son flexibles y pueden adaptarse al ritmo de las innovaciones. No debemos olvidar la seguridad jurídica que necesitan las industrias para avanzar hacia energías más limpias”. "¿Hasta qué punto el desarrollo, la innovación y la tecnología podrán suplir los déficits de esta transición energética?”, se pregunta Ana Garcia.

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