El Grupo Prisa y la historia de Kiss FM

El laberinto de poder de los propietarios de La Ser y El País: de los más influyentes a perder dinero

Juan Luís Cebrián se presidente de honor en El País. | Àngel Bravo Juan Luís Cebrián se presidente de honor en El País. | Àngel Bravo

Hace muy pocas semanas saltó la noticia de que Kiss FM, la cadena de emisoras de radio propiedad de Blas Herrero, había presentado una oferta para la adquisición del grupo Prisa, en el qué parecía una reedición de aquello que pasa de vez en cuando cuando el pez pequeño se come el gordo. Todo el mundo conoce el grupo Prisa (Cadena Ser, El País, etc.), pero no tanta gente tiene en la cabeza la cadena de emisoras Kiss FM, que tiene unos orígenes bastante curiosos. Antes, pero, demos un vistazo a la oferta que presentó Herrero para mirar de tragarse lo que tiempo atrás había sido su gran portaaviones de los medios de comunicación en España. Según informaban la prensa, el importe que el propietario de Kiss FM estaba dispuesto a abonar por la totalidad del capital -incluida, por lo tanto, la participación del máximo accionista Amber Capital- ascendía nada más y nada menos que a 200 millones de euros, lo que provocó que las acciones de Prisa subieran más del 20% tan pronto como volvieron a cotizar después de la preceptiva suspensión. Una oferta que no estaba nada mal teniendo en cuenta que Prisa es un grupo incapaz de generar beneficios, pero finalmente los gestores del conglomerado mediático rechazaron la oferta para continuar con sus propios planes de reestructuración del holding.

Cómo hemos avanzado, Kiss FM y su propietario tienen un pasado muy curioso. Para encontrar las fases previas de la construcción de su fortuna tenemos que viajar hasta los años ochenta, en concreto al 1989, cuando consiguió suficientes licencias de radio como para montar una pequeña cadena llamada Radio Blanca. Las concesiones las había conseguido gracias a sus buenas relaciones con los socialistas, que en aquellos tiempos gobernaban España. En 1991 su red de emisoras sirvió para aumentar el potencial de la recién nacida Onda Cero, la cadena fundada por la ONCE.

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Cuando Telefónica adquirió Onda Cero, en 1999, se renegociaron los términos de la relación entre las emisoras de Blas Herrero -ahora ya Kiss FM- y la cadena, de forma que los nuevos propietarios le ofrecieron un canon por oyente. En aquella Telefónica tan malbaratadora de recursos de la época Villalonga, hicieron un cálculo a ojo muy pesimista en cuanto a las audiencias que esperaban que la cadena lograra, ofreciéndole el importe de 3.000 pesetas por oyente. Con el paso del tiempo resultó que Kiss FM experimentó un crecimiento de audiencia muy por encima de las previsiones, de forma que la cuenta a abonar superó los 33.000 millones de pesetas (unos 200 millones de euros) y Telefónica se negó a pagar. Después de tiempo con litigios, y con Onda Cero vendida a Planeta (que se encontró el pastel por sorpresa), se tuvo que llegar a recurrir a un laude judicial que estipulaba la cifra a abonar, ya en 2006. De este modo, Blas Herrero se hizo rico y ha tenido músculo financiero suficiente para encabezar un grupo de inversores en el intento, de momento frustrado, de adquirir Prisa.

La historia más radiofónica

La historia del grupo Prisa es mucho más larga y compleja que la de la cadena Kiss FM. La sociedad Promotora de Informaciones, SA se fundó en 1972 por parte del tándem Jesús de Polanco Gutiérrez y José Ortega Spottorno, hijo este último de José Ortega y Gasset. Ya en 1958 Polanco había fundado la editorial Santillana, que acabó liderando con mucha autoridad el mercado de los libros de texto, es decir, los manuales para estudiantes de escuelas e institutos.

El año 1976 salió al mercado uno de los productos emblemáticos del grupo como fue el diario El País, que tenía como misión modelar el pensamiento de los españoles con ganas de romper con el pasado y con ánimo de sentirse partícipes de un país que andaba hacia la modernidad. Una disidencia controlada y de salón para la que ficharon como ideólogo al periodista madrileño Juan Luis Cebrián Echarri, educado en el Colegio de Pilar e hijo de Vicente Cebrián Carabias, hilo-falangista que controlaba la prensa escrita durante el franquismo.

Por otro lado, la rama radiofónica de Prisa tiene origen en la misma fundación de Radio Barcelona en 1924, la primera emisora del Estado. La legislación vigente durante la dictadura de Primo de Rivera facilitó que Radio Barcelona fuera absorbida por una sociedad llamada Unión Radio, que disponía de casi todas las emisoras importantes de España.

"La rama radiofónica de Prisa tiene origen en la misma fundación de Radio Barcelona en 1924, la primera emisora del Estado"

Con el final de la Guerra Civil, Unión Radio fue rebautizada como Sociedad Española de Radiodifusión (SER) y sus nuevos propietarios fueron, entre otros, la familia Garrigues (Garrigues Díaz-Cañabate, Garrigues Walker). En esta nueva situación su gran competidor era la red pública creada durante la Guerra llamada Radio Nacional de España, todavía existente hoy en día dentro del ente Radio Televisión Española.

Al final del franquismo, la SER pasó a ser parcialmente propiedad del Estado, que por ley se otorgó un 25% del capital, lo que implicaba pasar a ser el máximo accionista. Y con la democracia empezó la entrada de Prisa a la cadena SER, comprando el primer paquete el 1983 y acumulando el 100% el 1992, después de que el gobierno de Felipe González autorizara la venta de las participaciones que atesoraba el Estado.

La edad de oro más influyente

El periodo que va desde inicios de los noventa hasta 2008 seria la edad de oro de Prisa, que fue acumulando medios de todo tipo, consiguiendo una capacidad de influir sobre la opinión pública insólita hasta el momento para un medio privado. A su decadencia coincidieron varios factores de diferente importancia, pero sin duda el más importante fue el exagerado grado de endeudamiento logrado cuando llegó la crisis financiera de 2008.

La corrua de compras, entre las cuales se incluía el lucrativo negocio del fútbol de pago, fueron financiadas con grandes cantidades de deuda, que resultó impagable cuando los resultados de los diferentes medios decayeron repentinamente. Los dos otros factores a tener en cuenta fueron la muerte del fundador y alma màter, Jesús de Polanco, justo antes de la crisis y la pérdida del favor de los gobiernos socialistas del qué habían disfrutado hasta el momento, porque la administración Zapatero prefirió mirar hacia el grupo de comunicación alrededor de la cadena televisiva la Sexta.

El periodo que va desde inicios de los noventa hasta 2008 seria la edad de oro de Prisa, que fue acumulando medios de todo tipo, consiguiendo una capacidad de influir sobre la opinión pública insólita

La implosión de Prisa se materializó en un cambio radical de accionistas, porque las grandes necesidades de dinero para capitalizar el holding, provocaron que la familia Polanco bajara del 71% que poseía hasta menos del 18%. Fruto de este cambio, fondos de inversión y bancos acreedores pasaron a tener un peso muy relevante en la nómina de accionistas. Hasta ahora, la única manera de generar caja ha sido la venta continua de participadas y de patrimonio inmobiliario, siendo la última de las ventas precisamente la editorial Santillana, embrión del grupo.

Para la editorial, vendida al grupo finés Sanoma, acaban de conseguir unos ingresos de 465 millones de euros que casi de manera íntegra irán a reducir deuda, que hasta ahora se ensartaba hasta los 1.500 millones de euros. Quién está poniendo más presión por la reestructuración del grupo es su máximo accionista, el fondo de inversión Amber Capital, poseedor del 30% del capital. Este fondo está gestionado por Joseph Oughourlian, un franco-armenio residente en Londres que inició la carrera por cuenta propia el 2001, después de acumular experiencia en Société Générale, y que ahora gestiona un patrimonio de unos 1.500 millones de dólares.

El futuro de Prisa es muy negro, porque el grupo que su día imponía su relato sobre la mayoría de la población española, hoy es una máquina de perder dinero y con unos accionistas que mayoritariamente desean salir a salto de mata de la compañía. Probablemente, desmenuzar el grupo de los últimos años será todavía el camino a seguir.

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