La importancia de ser productivo

España se ha comprometido ante Europa a incrementar la productividad general un 1,5% anual y Europa no lo ve imposible

"Generalment, lliguem la productivitat a les ganes de treballar i a la feina feta per cadascú de nosaltres" | iStock "Generalment, lliguem la productivitat a les ganes de treballar i a la feina feta per cadascú de nosaltres" | iStock

El gran avance de Occidente respecto al resto del mundo ha estado motivado, sobre todo, por el aumento de la productividad. Este es una palabra que suena mal, puesto que se acostumbra a asociar productividad a la mera explotación del hombre, pero no es así necesariamente. Una de las grandes aportaciones del judaísmo a la historia de la humanidad consiste en establecer el principio que el hombre tiene derecho a disfrutar del fruto de su trabajo. Antes de que este principio fuera aceptado, la gente trabajaba para los dioses, para el rey -que era el representante de los dioses-, etc. Pero a partir de un momento dado alguien establece que los resultados del trabajo son para el mismo goce. Y a partir de aquí la productividad adquiere un gran sentido: si produzco más de lo que necesito para comer, puedo disfrutar de más cosas.

Viajando por el mundo he podido observar que las sociedades que no tienen claro que el estado del bienestar solo puede existir gracias a un excedente -que proviene de la productividad-, están destinadas a vivir en la inopia permanente. Y este parecería ser uno de nuestros defectos. Cuanto más productividad tienen los individuos de un país, mejor será su estado del bienestar, puesto que, inevitablemente, hay más riqueza a repartir. Establecido este principio analicemos el estado de la productividad actual.

Es muy difícil establecer los elementos que afectan a la productividad. Generalmente, lo ligamos a las ganas de trabajar y en el trabajo hecho por cada cual de nosotros. Pero me parece ya haber mencionado algunas paradojas en artículos anteriores de opinión. Si tenemos dos trabajadores, uno de los cuales hace agujeros en tierra y la otro los tapa, podemos establecer dos maneras de medir su productividad. A escala individual podemos decir que tienen una alta productividad. Si fijamos como medida de productividad el número de metros cúbicos que cada uno de los trabajadores trabaja, la productividad puede llegar a ser altísima, fabulosa. Pero si lo miramos colectivamente, la productividad es exactamente cero. Porque después de su enorme esfuerzo resulta que todo está como estaba: uno ha hecho agujeros y el otro los ha tapado. En catalán existe una frase popular muy conocida: "No es lo mismo trabajar que hacer trabajo".

Las sociedades que no tienen claro que el estado del bienestar solo puede existir gracias a un excedente -que proviene de la productividad-, están destinadas a vivir en la inopia permanente

Por lo tanto, ya vemos que la organización es fundamental para conseguir una buena productividad. También lo es la formación. La tecnología utilizada y los niveles de automatización. La cultura de empresa. El entorno social colectivo, etc.

La productividad en la Unión Europea ha aumentado en los últimos años. Hay países punteros, como siempre. Pero en general podemos decir que los estados que más han contribuido al incremento de la productividad han sido los que partían de un retraso más elevado. Los países del Este han tenido crecimientos de la productividad importantes. Bulgaria ha pasado de tener una productividad 100% en 2015 a 174% el 2020, mientras que Francia ha quedado estancada. No deja de ser lógico. Como he dicho, los factores adicionales al factor humano son fundamentales: tecnología, organización, etc. La tendencia al estancamiento en los países avanzados es evidente. Del 1974 al 2008 la productividad en el Reino Unido creció un 2,3% anual. Pero del 2008 al 2020 se ha reducido a razón de un 0,5% por año. Lo mismo sucede en Estados Unidos, del 1995 al 2005 la productividad creció un 3,1% anual. En cambio, desde aquella fecha se ha reducido un 1,4% anual. ¿Qué está sucediendo?

Ya he dicho que el ejemplo europeo no sirve porque es una economía de "perímetro variable" -se han incorporado nuevos miembros con economías poco avanzadas y que, por lo tanto, todavía están "haciendo el salto" hacia economías más productivas. Pero si miramos los dos casos que he mencionado más arriba (Reino Unido y USA) observaremos que el inicio del retroceso coincide con dos acontecimientos importantes: la entrada en la Gran Recesión y la aparición del primer smartphone, ideado por Apple. Un acontecimiento lo podemos considerar negativo (la Gran Recesión) y el otro positivo (el smartphone ha hecho surgir nuevos negocios de una aparente alta productividad).

En cualquier caso, todo parece indicar que estamos todavía en tiempo de adaptaciones. La productividad tiene que encontrar su lugar. La máquina de vapor se inventó hacia el 1770 (James Watt), pero no fue hasta la segunda mitad del siglo XIX que el ferrocarril quedó consolidado de manera generalizada. Un siglo. Los efectos de la innovación son inesperados, pero necesitan tiempos.

El señor Watt nunca imaginó que su invento indirectamente necesitaría fábricas para hacer raíces, vagones, maquinistas, estaciones, minas de carbón, etc. Podríamos decir que el choque tecnológico que hemos vivido los últimos años todavía no se ha consolidado, en cambio, el golpe de la Gran Recesión fue inmediato. ¿Es esta la explicación? No creo que nuestra generación lo acabe sabiendo. Pero parece que la implantación de la inteligencia artificial podría llevar a unos incrementos tales de productividad que haría factible la más gran reducción de horas de trabajo desde la instauración legal de las ocho horas diarias, ya hace más de un siglo.

Cuanta más productividad tienen los individuos de un país, mejor será su estado del bienestar, puesto que, inevitablemente, hay más riqueza a repartir

La productividad es fundamental. No solo para vivir mejor hoy y tener más prestaciones. También de cara el futuro. Cuando España solicitó recibir ayudas europeas por la pandemia de la covid-19 (Fondo NextGen) se comprometió a reformar el sistema de pensiones. Se trataba de garantizar la sostenibilidad económica -cosa que también han hecho otros estados miembros de la UE. El plan presentado por España, y aprobado por la UE, asume que los costes de las pensiones aumentarán el equivalente al 2,8% del PIB (entre 2022 y 2050). El aumento de la productividad tendrá que cubrir la mitad de este incremento -así lo asegura el plan-. España se ha comprometido ante Europa a incrementar la productividad general un 1,5% anual. Europa no lo ve imposible, puesto que hay margen -nuestra productividad es penosa-. Lo iremos comprobando a lo largo de los años próximos, sobre todo los jubilados.

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