
"Hay muchos problemas sociales que no se consiguen resolver". De este modo explica Luisa Alemany, directora de la Esade Enterpreneurship Institute, el nacimiento de la denominada "inversión de impacto". Un dinero destinado a financiar proyectos de emprendeduría social, un concepto cada vez más habitual. "La filantropía tradicional no estaba consiguiendo resolver estos problemas", evidencia Alemán durante su conferencia en uno de los Almuerzos de Financiación organizados por Acción.
El problema básico de la filantropía, señala, es que trabaja por proyectos. "Se dan dinero por un año y cuando se acaban, hay que volver a empezar", indica la también directora de la Escuela de Business Angels de Esade. Aparte, añade, con la filantropía "hay poca implicación del donante aparte de poner el dinero".
La nueva disjuntiva
"El emprendedor social cuando tiene la disjuntiva entre maximizar el regreso social o los beneficios, escoge el regreso social", dice Alemán. A su entender, situarse ante esta disjuntiva es la manera de discernir si un proyecto es emprendeduría social o no lo es.
"El regreso principal de estos proyectos es como mejoran el impacto del problema que están resolviendo". Ahora bien, deja claro que un proyecto de emprendeduría social "puede tener y tiene que tener beneficios. Sólo así la empresa será sostenible a largo plazo".
El capital riesgo filantròpic
"Una moda? Quizás, pero se tienen que aprovechar los recursos que se destinan a hacer el bien", reflexiona Luisa Alemany. Moda o no, el cierto es que cada vez más los grandes capitales optan para destinar sus recursos. Fundaciones, family offices e incluso grandes multinacionales han empezado a reconducir el dinero desde el donativo hacia la inversión de impacto. Incluso instituciones como Oxfam ya tienen su propio fondo para invertir en compañías sociales.
Este cambio en la gestión de los recursos es el que trae Luisa Alemany a hablar del "capital riesgo filantròpic". Explica que los primeros fondos empezaron a aparecer hacia el año 1980, pero que no fue hasta el boom de Internet y Silicon Valley que aparecieron la mayoría, ya alrededor de los años 2000. "Se repartían casi al 50-50 entre los Estados Unidos y Europa, a pesar de que ahora cada vezencontramos más en la Asia".
La inversión de impacto se centra en proyectos vinculados a la educación, la salud, el trabajo, la energía y el medio ambiente, la discapacidad o la vivienda. En un principio se invertía básicamente en el propio país, respondiendo a la tendencia del capital riesgo, "que invierte en su entorno porque si quieres ofrecer valor, tienes que ser cerca de la empresa", dice Alemán.
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Luisa Alemany durante su conferencia a Acción | PGF |
Los últimos datos disponibles, pero, señalan que a escala mundial en 2013 "el 80% del dinero vienen de los Estados Unidos y de Europa, y el 70% se invierte en países emergentes", expone Luisa Alemany. En Europa, el 2013 ya se invirtió un 28% más que el año anterior, unos 687 millones de euros. Una cifra que Alemán destaca especialmente porque "todavía hay más dinero que empresas sociales".
Proyectos personales que reciben confianza
Así pues, las oportunidades para avanzar en este espacio son amplias. Alemany insiste que "estos fondos dan dinero pero también un valor añadido: contactos y equipo de gestión". La ayuda en la configuración del equipo es especialmente importante en proyectos que normalmente son "muy personales, de un solo emprendedor".
Luisa Alemany, pionera en el estudio de este tipo de inversiones, destaca que las diferencias en los criterios de inversión entre las startups habituales y los proyectos sociales. "Aquí el primero que se valora es el emprendedor y el segundo el impacto social. La estrategia y el mercado, el escalabilitat, etc., pasan a ser temas más secundarios en este campo". Dejar el escalabilitat al margen ya muestra de qué tipo de inversión se trata.
A la vez, muestra como en un 61% de los casos ni siquiera se hace valoración del proyecto. "En el pacto de socios no se acostumbran a utilizar la mayoría de cláusulas tradicionales. Esto demuestra que hay confianza entre las partes, el inversor cree que el emprendedor social hará el que dice". Confianza para invertir en un mundo mejor.