Ladras al supermercado

Centenares de empresas sufren pequeños robos de productos, una 'pérdida desconocida' que sólo puede implicar un volumen del 0,05% si se quiere garantizar la viabilidad del negocio

Toda empresa sabe que existe pero todo el mundo la niega. Hay productos que simplemente desaparecen, como si nunca hubieran existido, pero que figuran en albaranes o en las cuentas de los negocios. Latas de atún, puedes de leche o paquetes de arroz que, a pesar de estar contabilizados al inventario, nadie los consigue encontrar. Y es que la afectación más gorda la registran los grandes supermercados: con un inventario tan amplio y muchos metros cuadrados de sala de venta, es bastante complicado poder controlarlo todo.

La realidad es que centenares de productos se pierden cada año en el recorrido que hacen desde el almacén a la tienda. Incluso, desaparecen al mismo establecimiento. Conocida como la "pérdida desconocida", Pere Garcia, colaborador del departamento logístico de Día y Carrefour , sitúa el volumen aceptable en un 0,05%, a pesar de que en algunos casos se registran cifras superiores que hay que resolver. Este dato establece el umbral mínimo para garantizar que la empresa sea rentable y, por lo tanto, garantizar la viabilidad.

"En el transporte, el producto puede caer en tierra y romperse, o en la misma tienda, y en este punto se sabe qué ha pasado, como, y cuando, y se registra", explica el también profesor del posgrado de Logística Integral de la escuela universitaria Euncet. Ahora bien, hay situaciones en que el producto, sencillamente, desaparece. "Puede ser por un error de administración, que permite localizarlo, pero acostumbra a ser por una razón externa o interna", explica Garcia.

La desaparición en la cadena de venta
El primer caso se da cuando alguien de fuera de la casa se endú algo. Aquí hay un amplio abanico de opciones. "Los principales son el error humano, en qué alguien en el proceso se ha equivocado en el momento de etiquetar, el robo en el proceso de transporte, o que a la hora de cobrar la cajera no cobre todos los productos expresamente", explica Garcia.

En el segundo, la gente de casa, los trabajadores, son los responsables de la pérdida de manera consciente. Desde un empleado que coge una pieza para comérsela sin que figure en la contabilidad de la empresa, hasta no cobrar algún producto de manera intencionada.

El tipo de tienda hará depender, y mucho, la manera como se da esta pérdida y el momento en que se registra. Las tiendas propias tienen mecanismos de funcionamiento diferentes de las franquicias, y que hacen que se pueda identificar el responsable más rápidamente. En el primer caso se hacen pedidos según los días asignados, mientras que en el segundo hay una rigidez que hace que se soliciten los productos cuando hay disponibilidad económica.

"La pérdida desconocida es diferente en estos dos casos porque en las franquicias hay un control sobre la mercancía cuando esta llega, mientras que en el caso de las tiendas propias no se hace el registro hasta que no se dispone en las estanterías", señala Garcia.

Logística, el departamento débil
"En una cadena con 200 establecimientos hay muchos frentes, y habitualmente el logístico es siempre el punto más débil", asegura Garcia. Esta debilidad se sitúa, pues, en el almacén, a quien la tienda le pide cuentas cuando detecta algún problema con los productos servidos. "Es un error habitual, dado que en muchos casos son los clientes que roban el producto de la tienda. Al final el que se tiene que conseguir es que tienda y almacén sumen y no se enfrenten", añade.

"En una cadena normal se suelen tener entre 18.000 y 20.000 referencias, donde el valor mediano de cada caja de embalaje será de unos 10 euros, aproximadamente, por este motivo es muy importante tenerlo todo controlado", explica Garcia.

Detectar el robo in situ
Hay diferentes opciones que permitirán reducir el volumen de pérdida desconocida, desde los más sencillos, que implican concienciar los trabajadores, hasta aplicar la tecnología disponible. Todo ello, pero, dependerá de la capacidad económica y de la voluntad de gasto que tenga la empresa. Una primera medida pasa porque el trabajo se haga desde la sala de ventas para evitar robos y gastos no contabilizados. Aquí los trabajadores tienen un papel importante.

No hacer manga ancha también es importante. "Si eres a la línea de caja y vas sintiendo el bip de cobro todo va en orden, pero si hay algún producto que no se pasa puede ser o que haya algún error en el código o que la cajera esté pasando productos sin cobrarlos", añade el experto.

Los productos más caros suelen ser los más golosos. Por eso una de las medidas piden instalar dispositivos en los objetos, como por ejemplo productos de cosmética o licores, que si se roban, sonarán a la salida y delatarán los ladrones. Otro mecanismo de control implica instalar cámaras que graben todos los movimientos en las áreas más sensibles de la tienda o espejos que no dejen ningún rincón escondido. "Esto, pero, no es un remedio definitivo, porque igualmente se pueden robar objetos escondiéndolos bajo una falda, y aquí es muy difícil de detectar", añade Garcia.

Pero, el experto advierte, que los mecanismos que se apliquen para resolver la problemática no darán resultados de un día por el otro. "Es un proceso que se alarga entre 12 y 18 meses, no se tendrán resultados en cuatro días. 15 meses después se empezará a notar una mejora, y a los 18 se verá como las acciones empiezan a reducir el volumen de pérdidas", dice Garcia. "Es un proceso lento, como adelgazarse", sentencia.

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