Y después de las palancas, ¿qué?

¿El Barça puede afrontar tan delicada situación sin perder sus señas de identidad?

Joan Laporta en la presentación de uno de los últimos fichajes del FC Barcelona, Robert Lewandowski | EP Joan Laporta en la presentación de uno de los últimos fichajes del FC Barcelona, Robert Lewandowski | EP

Años atrás, cuando la gente aún empeñaba sus objetos de valor para salir de un callejón sin salida en la economía doméstica, hubiésemos encontrado la metáfora perfecta para situar esto del Barça y las famosas palancas. Consistiría en ir tan desesperado como para dejar el reloj a cambio de cuatro duros y acabar corriendo a un restaurante para celebrar que la circunstancia de tener dinero en el bolsillo te tuviese que durar toda la vida, como si la suerte hubiese cambiado de golpe. Lo llaman palancas, un concepto del management que Joan Laporta ha hecho suyo y proclamado a los cuatro vientos, pero que realmente podríamos etiquetar como venta de activos, que es de lo que se trata. Seguramente no quedaba otro remedio. Seguramente, es lo que hace falta, en una maniobra audaz para revertir la situación empezando por alterar el rumbo deportivo y dar el primer paso para que el club vuelva a competir con los grandes de Europa, a partir de tener un equipo de nuevo potente. Y este dinero ingresado, bastante que lo ve el lector, permite fichar a raudales y, en la mente de Laporta, recuperar de manera casi instantánea el potencial futbolístico perdido en los últimos años. De paliar la deuda, ni se habla.

La primera palanca está exprimida y, mientras tanto, nos esperan la segunda y tercera palancas ya preparades por si acaso, consistentes en la venta de una parte significativa del capital de BLM y de Barça Studios, dos filiales del club que tienen un potencial de futuro bastante desigual. Mientras BLM tiene como principal activo las tiendas de la marca Nike, Barça Studios tenía que ser la gran productora azulgrana de contenidos en diversos formatos, especialmente televisivos y de consumo por internet, pero que según algunas voces ahora sería la plataforma de lanzamiento hacia el metaverso, hacia la explotación de los NFT (ya hemos visto el primero, la reproducción virtual de un gol mítico de Johan Cruyff) y hacia otras maravillas virtuales de difícil comprensión. Por cierto, los NFT son los non-fungible tokens, una idea que puede estar muy bien para aplicarla a los smart-contracts, pero que en el mundo del coleccionismo podríamos traducir como Nueva Forma de Timo.

Lo llaman palancas, un concepto del management que Joan Laporta ha hecho suyo y proclamado a los cuatro vientos, pero que realmente podríamos etiquetar como venta de activos

Centrémonos en la primera palanca, la de los derechos de televisión, dado que acabamos de saber que ya se ha ejecutado el segundo tramo previsto. Tal como Roger Vinton explicó en este artículo reciente, también en Via Empresa, el primer tramo consistió en venderse el 10% de los derechos de televisión (únicamente los de la Liga española) de los veinticinco próximos años a la firma californiana Sixth Street a cambio de 207,5 millones de euros, con la aparición incluida de una misteriosa plusvalía contable de 267 millones que nadie nos ha explicado de dónde ha salido. Si en aquella operación ya echamos en falta información sobre los detalles financieros del acuerdo, en el caso del segundo tramo todavía andamos más hambrientos de datos concretos, porque el anémico comunicado azulgrana únicamente dice: “El FC Barcelona ha anunciado hoy una inversión adicional de Sixth Street, una compañía de inversión líder a nivel global y con gran experiencia en el mundo del deporte y medios de comunicación, que sigue a la adquisición previamente anunciada del 10% de los derechos de televisión del Club de LaLiga. Con esta segunda transacción, el FC Barcelona ha vendido un 15% adicional de los derechos de televisión del Club de LaLiga. En total, Sixth Street recibirá el 25% de los derechos de televisión del Club de LaLiga durante los próximos 25 años”.

En puridad, tenemos que decir que el comunicado es bastante más largo, pero todo el resto es palabrería comercial sin ningún valor informativo. La primera duda que nos surge es por qué importe se ha cerrado el acuerdo, ya que en el texto no aparece la cifra por ningún sitio. La segunda duda es por qué nos la ocultan. Y cuando no hay información oficial, hemos de poner el oído en los rumores, que cifran el valor de este tramo en 400 millones de euros, un dato muy extraño y que no resiste el ejercicio de la regla de tres que los estudiantes de EGB aprendían a calcular mucho antes de afeitarse. Si por un 10% el club ingresó 207,5 millones, sería muy razonable pensar que por el 15% adicional haya cobrado una cifra próxima a los 310 millones, totalizando un agregado de unos 520 millones de euros. Por otro lado, los lectores más iniciados en el laberinto de espejos de las finanzas barcelonistas recordarán que uno de los préstamos de Goldman Sachs, de 500 millones de euros, venía avalado precisamente por los mismos derechos de televisión que el club se acaba de vender parcialmente. Vamos, como si alguien intentase venderse un piso hipotecado sin saldar la deuda y como si la vivienda no tuviese cargas; del todo imposible. Como resulta que la gente de Wall Street no son precisamente memos, la transacción realizada ha encendido una luz roja en la sede de Goldman Sachs, de forma que, según algunas voces, los americanos han exigido que una vez ejecutado el segundo tramo de derechos de televisión, los primeros 100 millones de euros ingresados se destinasen directamente a reducir la deuda por este préstamo. Del todo razonable que si se reduce la garantía, se reduzca la deuda.

Por cierto, parece que el acuerdo con Sixth Street irá más allá de un simple compromiso escrito en un papel por parte del club barcelonista, porque en realidad los planes pasan por crear una sociedad conjunta entre el club y los californianos, en la que el Barça aportará los derechos de televisión para capitalizarla, y de la que Sixth Street se quedará parte de la propiedad y de los eventuales dividendos. Como en la mayoría de los aspectos relativos a las finanzas azulgranas, nos movemos en el terreno de las insinuaciones, los rumores y las filtraciones porque la entidad ofrece un nivel de información muy por debajo de lo que requerirían los estándares más básicos de transparencia.

“Como intentar salvar en el bingo una empresa en quiebra”

Sean cuales sean las cifras, lo que es seguro es que en la tesorería del Barça ha entrado dinero fresco que permitirá, de entrada, cerrar el ejercicio 2021/22 con beneficios y, en general, dar oxigeno a unas cuentas cercanas a la necrosis financiera. Aquí, unos servidores esperábamos que esta inyección resultara útil para intentar estabilizar la solvencia de la entidad, con un peso de la deuda realmente insoportable, pero parece claro y meridiano que Laporta no escogido la senda del administrador prudente y ha preferido poner todo el efectivo en el asador. De momento, la factura por fichajes asciende ya por encima de los 150 millones de euros, sin contar las nóminas de los recién llegados (ahora mismo, Raphinha, Lewandowsky, Kessié, Christensen i Koundé). En palabras de un tuitero influyente que hemos leído estos últimos días, “Como intentar salvar en el bingo una empresa en quiebra”. O de otro que decía: “El Barça está haciendo un doble o nada de libro”. Con todas las salvedades que requiere la popular red de microblogging, con imposibilidad física para matizar declaraciones por falta de espacio, cabe decir que todo apunta a que los tiros van por ahí; o sea, que Laporta se la juega buscando un gran rendimiento deportivo en el cortísimo plazo para empezar a revertir la situación. Este podría ser un enfoque válido -atrevido, pero válido- si no fuera por la existencia de un concepto que los financieros denominan “falta de congruencia de plazos”, que significa que ingresos y gastos no tendrán el mismo calendario y no se podrán compensar. Dado que el concepto puede resultar algo abstruso, nos detendremos en él un momento. Ante una serie de pagos futuros a los que debemos hacer frente, resulta conveniente disponer de unos ingresos previstos que, como mínimo, los igualen para evitar caer en una situación de impago. El Barça tiene en el horizonte unos compromisos por deudas contraídas que provocan que el futuro del club parezca una carrera del Grand National; si la política de fichajes estelares de Laporta tiene éxito, los beneficios se obtendrán a largo plazo, no de manera inmediata, mientras que la deuda mantendrá su calendario implacable de pagos desde mañana mismo. Es decir, que el premio por los éxitos deportivos puede llegar demasiado tarde y el club quedar en una situación de colapso provocado por sus pasivos desproporcionados. Si, por el contrario, el esperado resurgimiento no se produce a pesar de los elevados gastos realizados, el futuro del Barça puede empezar a tener forma de tres letras: SAD.

Una vez más, el barcelonismo lo ha de fiar todo a un ejercicio de absoluta confianza hacia Joan Laporta, el CEO de esta empresa familiar. Nadie plantea alternativa alguna. Sí, el club ha vendido patrimonio porque los derechos de televisión lo son. Sin caer en especulaciones que no llevan a ninguna parte, nosotros intentamos poner luz en la oscuridad, por emplear un concepto que ha hecho fortuna en el país en los últimos años. Todo apunta a que el club parece llevar a cabo una huida hacia adelante, con una deuda oficialmente cifrada en 1.350 millones de euros y el permiso de los socios para firmar un nuevo crédito de 1.500 millones adicionales destinado a la creación del Espai Barça. Unos planes que nos dejarían el pasivo de la entidad en la frontera de los 3.000 millones de euros, una barbaridad considerando el flujo de caja que es capaz de generar anualmente el club y, al mismo tiempo, una cifra que se acercaría peligrosamente a la valoración total del FC Barcelona en el caso que se optase por su desmutualización (se habla de un valor de unos 4.000 millones de euros).

 

¿El Barça puede afrontar tan delicada situación sin perder sus señas de identidad? ¿Continuará, como dice el tópico gastado, siendo propiedad de sus socios? Más vale no continuar con preguntas retóricas, aunque, a la catalana, nos hemos de formular la última y más importante: ¿Algún día el club se librará de esa horrible mochila heredada por la mala gestión de los anteriores presidentes? ¿Es viable pensarlo? Los resultados de los últimos ejercicios, cuando las martingalas de ingeniería financiera ayudaban a tapar agujeros y a redactar unos números tan presentables como arreglados no invitan al optimismo. Resulta harto difícil recordar cuando fue la última vez que el club presentó unos números espléndidos a cierre de un ejercicio.

El presidente Laporta quizá ya tiene escrito un discurso para leer ante la nación blaugrana anunciando el "destino manifiesto" blaugrana

En el verano de 1969 los americanos enviaron a tres hombres a la luna (bien, de hecho solo dos la pisaron, porque el tercero se quedó en el módulo de mando), en lo que fue uno de los hitos más relevantes de la historia de la humanidad. Afortunadamente, todo salió bien, pero el escenario de una eventual catástrofe planeó en todo momento sobre la administración yankee, hasta el punto de que el presidente, Richard Nixon, tenía un discurso preparado para leer a toda la nación en el caso que la cosa no saliese bien. Las palabras del entonces presidente debían ser las siguientes: “El destino ha querido que los hombres que fueron a la luna para explorarla en son de paz restarán allí descansando en paz. Estos hombres valientes, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no existe esperanza de recuperarlos. Pero también saben que hay esperanza para el ser humano gracias a su sacrificio. Estos dos hombres están dando sus vidas a cambio de la meta más noble del ser humano: la búsqueda de la verdad y el conocimiento”.

Esta digresión selenita viene a cuento porque unos servidores no pueden dejar de pensar que el presidente Laporta quizá ya tiene escrito un discurso para leer ante la nación blaugrana anunciando que “el destino manifiesto y la abominable herencia recibida han querido que todas las medidas encaminadas a reestablecer el equilibrio patrimonial del club hayan fracasado, de forma que necesitaremos pedir ayuda para revertir la situación antes de que el club caiga en bancarrota”. Y que “afortunadamente, el Barça es una marca tan potente, que hemos podido encontrar el partner más adecuado para recapitalizar el club. En los próximos días procederemos a transformar el FC Barcelona en una sociedad anónima deportiva en la que nuestro simpático y generoso socio americano inyectará 3.000 millones de euros a partir de una capitalización de la deuda, a cambio de la nimiedad de quedarse el 75% de las acciones de la nueva sociedad FC Barcelona, SAD”. Para rematar la faena y tranquilizar a la masa social (qué bien hallado está esto de “masa” cuando nos referimos a los socios barcelonistas) añadirá que “el socio no debe preocuparse de nada; saldrá ganando porque ya no lo volveremos a enviar a aquellas asambleas tan aburridas que nos hacían llegar tarde a los partidos”. La supuesta baraka de Laporta se encargará del resto.

En estos momentos no sabemos cuál será el futuro que nos espera, pero por si acaso, unos servidores no dejamos de repetirnos este earworm (qué buenos que son los anglosajones para crear neologismos): “Em sembla tan difícil afrontar el punt i a part, assumir que es desdibuixen els moments tan especials que he viscut, que he viscut al teu costat, Barça”.

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