La guerra en Ucrania bifurca la globalización

Javier Solana, Josep Piqué y Anthony Gardner repasan las consecuencias de un conflicto con el potencial de "crear dos mundos"

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El exsecretari general de la OTAN y exministro de exteriores del Estado Español –entre otros muchos altos cargos– Javier Solana compadece la situación de una economía y un sistema productivo ruso que, en palabras de Josep Piqué "pasaron de la noche a la mañana de ser una superpotencia a ser prácticamente un país en vías de desarrollo". El vilanovense, que ocupó la cartera de exteriores española durante los primeros compases del cambio de milenio, recuerda cómo el principal objetivo de Vladimir Putin al relevar a Boris Yeltsin en la gran silla de la Plaza Roja era "recuperar la autoestima del pueblo ruso". El presidente ruso, que aún no ha curado la herida de la caída de la URSS, explicaba ahora hace 20 años a Piqué que las principales herramientas para retomar el puesto en el mundo de Rusia eran "la fuerza militar, que continúa intacta, y la energía ". En dos décadas, unas promesas que los diplomáticos entonces recibieron con shock "han sido plenamente confirmadas".

Si bien los propósitos estratégicos de Putin con la invasión  –un paso más para la reconstrucción del glacis soviético que se añade a las acciones sobre el Maidan, Georgia o Kazajistán que ya ha completado con éxito– no están cerca de cumplirse, sí puede abrir un camino de regreso hacia el mundo bipolar que tenía a los Estados Unidos y la Unión Soviética como polos de la acción mundial. El mismo Solana avisa del peligro de que una polarización grave entre grandes potencias "divida el mundo en dos globalizaciones", una consolidada alrededor de los Estados Unidos y otra en los márgenes del poder chino, que cuenta con ciertas coincidencias estratégicas con Rusia en cuanto a las relaciones con occidente. El peligro se concreta, de hecho, en las reacciones de una serie de países que se abstienen de posicionamientos explícitos sobre la invasión, hecho que pueda enviar al mundo la imagen de una proxy war, una guerra por aproximación que se vea cómo un ramal del conflicto entre los EE.UU. y Rusia y China.

Piqué: "Putin quería restablecer la autoestima del pueblo ruso con la fuerza militar y el control de la energía"

A pesar de que no niega esta posibilidad, Piqué subraya que las diferencias en la hoja de ruta china y rsa son más importantes a largo plazo que los puntos similares. El interés común para hacer más débil la influencia de los Estados Unidos sobre, especialmente, los países de la Alianza del Atlántico norte queda empequeñecido por la emergencia de las relaciones comerciales entre empresas chinas y Europa –algo que Putin tiene cada vez más capacidad de rechazar por su acercamiento, precisamente, a esta suerte de países no alineados–. En este sentido, ambos diplomáticos celebran que, por ahora, Beijing respeta las sanciones comerciales contra Rusia, especialmente alrededor de la banca y las operaciones financieras, y no ofrece un apoyo explícito a la invasión, a pesar de que voces relevantes del PCCh han puesto el foco en los movimientos de expansión atlantistas como principales responsables de la guerra.

En este sentido, el exembajador de los Estados Unidos en la Unión Europea, Anthony Gardner –hijo del que fuera embajador norteamericano en el Estado, Richard Gardner; con una confusión familiar de Piqué incluida en su introducción– identifica tendencias dentro de las estrategias del gigante asiático hacia una separación más clara. Las finanzas chinas están buscando sistemas alternativos al sistema swift para sus operaciones internacionales después de la prohibición de operar a la banca rusa, y el desarrollo de monedas digitales independientes responde a un afán de independencia de los organismos y mercados financieros internacionales. El consejero del Brunswick Group teme que estas operaciones respondan a una futura invasión a Taiwán que "tiene que ser rápida, porque si hemos sido tan duros con Rusia es porque la crisis se ha alargado más del que pensábamos". Así, reclama una apuesta de las tendencias occidentales para proyectarse al mundo y "establecer los estándares" tecnológicos y económicos del mundo. "Tenemos que ser nosotros los que decidimos quién hay al frente de las principales organizaciones del mundo".

Las deudas del Maidan

"En 2014 no fuimos suficientemente rápidos ni contundentes con las sanciones hacia Rusia" durante la invasión y anexión ilegal de Crimea y parte del Donbass. En aquellas negociaciones, de las que Gardner formó parte como embajador norteamericano, los actuales presidente y secretario de estado de los Estados Unidos, Joe Biden y Tony Blinken, "quisieron ir más lejos mientras el resto de países abogaba por medidas graduales". La quiebra de la Unión Europea entonces, y su victoria ahora, demuestra su "carácter esencial", no solo como gigante económico, sino como entidad de seguridad militar en la sala de operaciones global. En este sentido, "la Unión Europea está haciendo las cosas magníficamente bien" con la guerra en Ucrania –las sanciones y reformas están siendo basta contundentes porque Putin tenga claras las "líneas rojas".

L'exsecretari general de l'OTAN, Javier Solana | EP
El exsecretario general de la OTAN, Javier Solana | EP

 

El éxito de las posiciones comunes europeas con el conflicto han sido lo gran "error de cálculo de Putin", cómo confirma Piqué. El mandatario ruso tomó como patrón las exiguas repercusiones de las acciones contra Geòrgia y Kazajistán o la intervención a Síria, y esperaba una "respuesta indolora" por parte de las autoridades europeas y norteamericanas. El foco de la estrategia internacional norteamericana, que mira hacia el sudeste asiático, y la falta de política exterior europea hacían pensar Putin que la invasión tendría el tipo de rechazo internacional más simbólico que material que ya había sufrido en otras ocasiones. "Ha sido una sorpresa la contundencia y la razonable unidad de la respuesta europea", confirma Piqué, que se añade a la satisfacción por los movimientos de la unión de los otros dos ponientes. Más todavía, después de años de un afebliment de los vínculos atlánticos, que voces cómo el mismo presidente Macron avalaron, habiendo declarado la "muerte cerebral de la OTAN".

La energía tiene la clave

A pesar de que Gardner está más que satisfecho con las sanciones y las reacciones de los países occidentales, teme que una fijación demasiado testaruda por la respuesta hacia Rusia acontezca finalmente una "distracción de los grandes asuntos" de los que realmente se tendrían que ocupar los entes supranacionales occidentales. "Ucrania nos distrae del cambio climático, el potencial de China o la necesaria reforma del comercio internacional", lamenta. Aún así, la relación con su oriente más inmediato ha marcado la política europea en ámbitos muy diversos, de entre los que destaca la política energética –central en las cuestiones de sostenibilidad–. En este punto, reafirma Solana, reside la clave de la resolución exitosa del conflicto en Europa.

Gardner: "Ucrania nos distrae del cambio climático, el potencial de China o la necesaria reforma del comercio internacional"

Cualquier unidad de acción internacional por parte de los 27 reclama, necesariamente, una hoja de ruta conjunta en el campo de la gestión de la energía. "No hay una política exterior europea que sea merecedora de tal nombre sin un mínimo de política energética común", proclama la exsecretari general de la OTAN, que lamenta décadas de separación en la hoja de ruta europea "por los diferentes intereses y creencias" de cada uno de los países miembros. Alemania es el ejemplo más claro de la quiebra de este modelo: décadas después de su apuesta por la interdependencia con Rusia –basada en el convencimiento que esta mejoraría las relaciones entre los países– esta se ha demostrado ineficaz, y ha llevado toda la Unión detrás. "Éramos adictos y compramos la droga más barata, que era el gas ruso", critica Gardner, recordando la "locura" de dar el control de parte las reservas centroeuropeas de gas a Gazprom el 2014.

Con todo, los poneentes reconocen la necesidad de un alto al fuego cuanto antes mejor, para acabar primero con la catástrofe humanitaria en el este de Europa y segundo con los efectos económicos del conflicto, que están frenando la recuperación después de grandes esfuerzos durante la pandemia. Piqué opina que "Rusia ya ha perdido la guerra, porque los objetivos esenciales no se están logrando", pero coincide con Solana que lo más difícil será, de hecho, que Putin admita la derrota. "Una retirada inmediata no será posible, pero iremos hacia una situación de cronificación del conflicto que acabe con un alto el fuego", prevé el exministro. Las posiciones del bloque atlántico, la contundencia de las sanciones y la velocidad de su implementación serán claves para cerrar este episodio. "Todo ello es compatible con que Rusia haya visto con claridad las líneas rojas".

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