Tejer la industria

La cooperativa terrassenca Tejedores produce productos textiles hechos en Cataluña por personas con capacidades especiales

Piezas con alma o productos únicos, son dos maneras de denominar el fruto textil que sale de los telares de la cooperativa Tejedores, situada en Terrassa. La iniciativa da trabajo a personas que sufren algún tipo de discapacidad psíquica o que tienen "capacidades especiales", como prefieren decir sus impulsores. No es flor de un día: ya suman más de 30 años de historia.

El proyecto se empezó a tejer en 1983. "Una de las personas impulsoras del proyecto tenía inquietud para facilitar la entrada al mercado laboral a personas con dificultades, y creyó que la herramienta idónea era el telar", explica Jaume Mas, presidente de Tejedores .

El crecimiento llegó después de una temporada de prueba, cuando se vio la posibilidad de sumar personas al proyecto porque el producto que se fabricaba tenía realmente salida comercial. El salto más significativo fue al año 2007, cuando se hizo una fuerte inversión que permitió internacionalizar el producto y crear un volumen de facturación para incrementar la plantilla hasta las 48 personas que la conforman actualmente.

Fuente terapéutica y de autoestima
Precisamente el telar no es un instrumento elegido de manera aleatoria. "Se ha demostrado que tiene unas calidades terapéuticas, la persona tiene que estar muy enfocada y concentrada porque hace falta mucha coordinación, porque el telar requiere un juego de manso y pies", afirma Mas.

Además, con el paso de los días los responsables notan como la persona que trabaja con el proceso gana autoestima. Esto es así porque saben que tienen una finalidad concreta que pasa para producir una prenda de ropa, hacer una obra, y también entienden que este resultado es el fruto de un esfuerzo, de un proceso de aprendizaje.

Formación y ocupación
"Aprender un oficio no es fácil", destaca el presidente. Para poder producir con normalidad hace falta entre uno y dos años de experiencia, y al final acaban teniendo un oficio, que puede ser el de enfilador, ordidor o tejedor.

La formación se hace en los mismos telares, situados al norte de Terrassa. La jornada laboral es de 8 horas, en jornada partida, y se intenta desestacionalitzar la producción tanto como se puede porque tenga el máximo de continuidad posible.

La cooperativa recibe una subvención pública que se destina a una parte del sueldo de los trabajadores al tratarse de un centro especial de trabajo y consecuentemente no poder jugar con las mismas cartas de competitividad que otras iniciativas empresariales. Además, se cuenta con una atención extra, con un equipo de psicólogos y trabajadores sociales que requieren más dedicación.

Un producto de poca monta
Las piezas que se elaboran a los talleres de Terrassa son de poca monta, no sólo porque tienen sello catalán sino porque el 70% de la producción se destina a productos para el hogar. Concretamente, el grueso se destina a la elaboración de mantas para sofá, mantas para camas o cubrecamas, por ejemplo.

La moda ocupa el resto de la producción, centrándose en prendas de vestir como por ejemplo bufandas, xals, ponxos y otros complementos.

Salida internacional
Los productos elaborados tienen un objetivo comercial. En casa nuestra se pueden comprar los productos en tiendas como la del centro de Terrassa o en lo alto de Barcelona.

A la cooperativa, pero, no la frenan las fronteras, y actualmente más del 50% de la producción se destina al mercado internacional. "Uno de los argumentos más fuertes que tenemos es el diseño propio, la calidad del producto y que está hecho bajo la marca Terrassa – Barcelona, no cabe otro país donde la producción manual se hace en grandes cantidades, como la India, por ejemplo", apunta Jaume Mas.

Fuera de Cataluña, el cliente solo ser un intermediario, tiendas donde se vende iluminación, mobiliario o piezas textiles donde el denominador común es el diseño. Aún así, también venden por internet y disponen de una línea dirigida directamente a los hoteles, para quienes producen piezas como por ejemplo mantas.

El año pasado la cooperativa cerró el ejercicio con una facturación de 869.000 euros, mientras que este año los cálculos que han hecho los hacen prever que facturarán unos 900.000 euros.

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