Vidrio, orfebrería, esparto y cerveza: tesoros de Navidad

Los Premios Artesanía reconocen pequeños talleres, algunos centenarios, que sobreviven gracias a los cambios y a su adaptación hacia nuevos mercados y consumos

Sara Sorribes, de Vidrio Sorribes | Cedida Sara Sorribes, de Vidrio Sorribes | Cedida

"No es lo mismo hacer artesanía que hacer trabajos manuales". Esta frase tan contundente y reveladora la dice Sara Sorribes, la enérgica artesana que ahora dirige el taller Vidrio Sorribes. Acaba de ser reconocida con el Premio Artesanía del Centro de Artesanía del País Valencià y no puede ser más feliz. Este mundo de empresas pequeñas y de elaboraciones con cuidados y cariño también sufre las crisis económicas y le ha afectado la pandemia, pero podríamos decir que no tanto como otros sectores porque su pequeña medida los permite más flexibilidad y margen de maniobra, orientarse hacia donde dan los números. Pero sobre todo, porque la tradición es su fuerza para mantenerse vivos y luchar para salvar un negocio que es más que un negocio. Lo hemos dicho: es artesanía. Escuchamos las reflexiones de algunos de los artesanos que han sido reconocidos en la presente edición de estos premios valencianos.

Vidrio Sorribes ha cumplido este año el centenario, y lo ha hecho por la puerta grande: cómo decíamos, ha ganado el Premio Artesanía, el principal de la convocatoria. La creó el abuelo del actual gerente en 1920 en un contexto sanitario que suena mucho hoy en día: vivían en plena pandemia de la gripe y creó, de la noche a la mañana, una pequeña empresa para hacer viales para los laboratorios. Después su hijo, José Sorribes, se abrió a los artículos de regalo y a la iluminación, cuando tuvo su "boom" en el País Valencià en los 80.

El Premio Artesanía, Vidrio Sorribes: "El secreto es saber cambiar"

La hija, Sara Sorribes, se hizo cargo de la empresa en un contexto personal nada fácil: murió su padre y se acababa de divorciar. Aun así, tuvo energías para hacer un cambio, desterrar el catálogo ("me aburren mucho los catálogos", asegura) y trabajar por proyectos e incorporar la técnica del fusing. Por inquietud, complementa con Vidriada, una web-juguete (cómo ella misma afirma) donde se dedica a vender complementos, pendientes, collars, pulseras, sortijas y colgantes. Trabaja para hoteles, fallas, restaurantes y marcas como Solan de Cabras, Coca-cola o Alhambra. Toda esta pasión ya se vio reconocida cuando ganó el premio Dona Artesana en 2015. Dice que este fue por ella, pero el de este año es, en realidad, un galardón para su padre y para su abuelo.

Los meses del confinamiento, Sara Sorribes podía continuar trabajando porque fue considerada actividad esencial, puesto que todavía trabaja con el sector sanitario. Dice que es el momento en qué "más miedo" pasó de su vida, porque temía por sus hijos en caso de contagiarse, y los clientes no dejaban de hacerle pedidos. Esto no quiere decir que no le perjudicara el contexto desde el punto de vista económico; todo el contrario. En marzo cerró con una facturación "brutal" de 40.000 euros; pero el cierre de los hoteles, uno de sus grandes clientes, hizo disminuir el trabajo drásticamente. Entonces se planteó dos opciones: cerrar y buscar trabajo o esperar. Esto último es lo que decidió, y "comer arroz durante seis meses" si hacía falta para salvar su taller, su pasión: "Cuando me preguntan qué es lo más importante de mi vida, siempre digo que es mi trabajo, ¡aunque mis hijos se quejan! Adoro mi vida y mi trabajo".

'Esperar' no quiere decir quedarse con los brazos cruzados: buscó otros clientes y ahora trabaja en proyectos de investigación, con arquitectas que están haciendo reformas y en exposiciones, como una del Museo de Ciencias Naturales de València u otra en Palma de Mallorca. Dice que trabaja 12 horas diarias y de vez en cuando necesita la ayuda, por horas, de una colaboradora autónoma por trabajos a las cuales no llega, como empaquetar o limpiar el taller. Con la crisis, también ha querido acercarse a sus clientes: "La gente ya no quiere unos pendientes de 80 euros porque no te los ven con la mascarilla o porque no pueden permitírselos. Por eso estoy trabajando ahora una línea con pendientes de 20 euros. El secreto de Vidrio Sorribes es saber cambiar".

Sara Sorribes: "Estoy trabajando ahora una línea con pendientes de 20 euros. El secreto de Vidrio Sorribes es saber cambiar"

Sara Sorribes defiende que la artesanía tiene que sobrevivir creando "piezas únicas y marcando la diferencia". La reivindica con entusiasmo: "Para mí, la palabra artesano es muy grande. Se tiene que saber diferenciar entre quién es artesano y quien hace trabajos manuales". Recomienda a los artesanos que colaboran con otros y acercarse a las necesidades de la población más afectada económicamente con "productos al alcance del bolsillo de todo el mundo sin bajar la calidad". ¿Cómo se consigue esto en un artículo artesano? "Haciendo un objeto que dominas más, que tengas más controlado, que te requiera menos tiempo y que tenga una tasa de rotura baja. Hago joyas que cada vez que quiero hacer una, se me rompen tres; esas piezas no se pueden vender trueques".

El Premi Tradició, Piró Orfebres: tres generaciones restaurando patrimonio

El Premi Tradició distinguió Piró Orfebres, un pequeño taller del centro de València que se remonta al año 1925. Cerró por la Guerra Civil y volvió a abrir a finales de los años 40. Hoy es gestionado por cuatro nietos del fundador -la tercera generación-, que cogieron las riendas en 2003 y aportaron conocimientos adquiridos a sus estudios de Bellas artes, Historia del Arte y Artes y Oficios. Hacen creación de nuevas obras, réplicas, conservación y restauración de patrimonio cultural y otras colaboraciones como esculturas o attrezzo para teatro.

Piro Orfebres
Piró Orfebres

Su principal cliente son, sobre todo, las iglesias, que representan el 80% del trabajo: restauraron y abrillantan objetos eclesiásticos como cálices o báculos, que van perdiendo su belleza por el uso y el desgaste. Trabajaron, por ejemplo, con la fundación de la Generalitat Valenciana La Luz de las Imágenes. Pablo Piró dice que ahora esto "ha decaído" y dice que el Covid-19 les ha afectado "muchísimo" porque se tuvieron que quedar en casa con el confinamiento y han tenido que sobrevivir tres meses "con recursos propios y gastando lo mínimo".

Cuenta que después han visto "un repunte" de los pedidos que les permite mantenerse y espera que esta crisis no sea como la de 2008, cuando tuvieron que despedir a un operario porque las iglesias y pequeñas parroquias vieron menos donativos, y esto se tradujo en menos trabajos de orfebrería.

El Premi Vanguardia, Simone Simons: "Productos de proximidad, no masivos y de calidad"

Hablamos también con la ganadora del Premio Vanguardia, Simone Simons, una holandesa establecida en València y artesana del esparto. Aprendió el oficio durante 10 años hasta que decidió montar la empresa en 2010, empezando como "afición" que con el tiempo, se convirtió en "profesión". Reflexiona que el valor de la artesanía es que ofrece "productos de proximidad, productos no masivos y de calidad, productos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente y permiten conocer a la persona que está detrás".

A pesar de que piensa que todo esto está cada día "más reconocido entre un público", cree que todavía es un trabajo "poco valorado y reconocida" en un contexto al cual la sociedad tiene un modelo de consumo predominante de "comprar barato y rechazar rápidamente". La crisis actual lo ha hecho perder clientes, pero ve una parte positiva: le ha regalado "tiempo para reflexionar". Vende sus productos principalmente en ferias especializadas y también hace talleres con museos, ayuntamientos, escuelas o asociaciones.

El Premi Innova, Birra&Blues: "Despacio la gente se fija en lo que compra"

En 2011 nació Birra&Blues, una marca de cerveza artesana en València. Lo hacía con el primero Brew-Pub-Restaurando, donde se puede comer y degustar las cervezas que se fabricaban allí mismo. Primero contaban con cuatro fermentadores para 2.000 litros; hoy ya tienen una capacidad de producción de 500.000 litros anuales. Da trabajo a tres personas de manera indirecta, y a cuatro de manera indirecta. Su CEO, David Frá, nos cuenta que el obstáculo más grande de los artesanos es que tienen "pocos recursos" para hacerse conocer y la "accesibilidad a según qué mercados es muy limitada": "La poca difusión de nuestro trabajo y del valor que aportamos es, quizás, nuestro hàndicap más grande". En cambio, señala como punto fuerte "el cambio en los hábitos de consumo": "Despacio la gente se fija en lo que compra. Le gusta comprar una cosa de calidad, con materias primas y elaboraciones cuidadas, la proximidad".

La crisis del coronavirus ha perjudicado a la hostelería, por eso, B&B ha visto bajar las ventas alrededor de un 60%: "El cierre de la hostelería ha desencadenado que la mayoría de los pequeños distribuidores a los cuales le vendemos hayan dejado de comprar porque no tienen clientes para vender nuestras cervezas". Sus clientes son, de hecho, distribuidores de tiendas gourmet, de bares y restaurantes, de gran consumo y de exportación (han llegado a países como China y Francia).

Premi Imatge, Cervezas Althaia: "Un buen momento para la revalorització de los productos artesanos"

Otro premio se ha concedido a una pequeña cervesera artesana, Cervezas Althaia, con raíces en la Marina Baixa. De hecho, en Altea es donde se concentra todo el proceso: de la mucha del gra a la maduración final en botella. Hoy ocupa a cuatro personas: dos empleadas y dos autónomas. La CEO, Mayte Pardo, valora que vivimos "un buen momento para la revalorización de los productos artesanos, transmitir el mensaje de que son productos hechos con cuidado y por profesionales, fabricados con los mejores ingredientes o materiales y, además, ayudan a fortalecer el tejido socioeconómico local".

La Cerves Althaia | Cedida
La cerveza Althaia | Cedida

Por el mismo motivo que B&B, han visto bajar las ventas por el coronavirus. Sus principales clientes son la hostelería, pero ahora están trabajando en "ampliar la cartera" en establecimientos especializados; también hacen, en menor medida, venta directa a clientes con un perfil de entre 25 y 30 años, "con intereses culturales y amantes de la gastronomía".

En los premios de artesanía del País Valencià se presentaron cerca de 90 candidatas. También resultaron premiadas Gemma Herrero Valls como Nuevo Talento, de la Universitat Politècnica de València; y Verònica Palomares Langa, con el Premi Dona Artesana. Ahora se exhiben los proyectos de los ganadores y finalistas en el Centro de Artesanía de València.

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