Los tipos de interés subirán después de once años

Los préstamos hipotecarios y de consumo se encarecerán, mientras que los depósitos bancarios serán más rentables

El BCE ha decidido volver a los tipos de interés positivo iStock El BCE ha decidido volver a los tipos de interés positivo iStock

Con una inflación disparada, el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido volver a los tipos de interés positivo. A efectos prácticos, una subida de éstos hace que incrementen los intereses de los créditos dirigidos a familias y empresas que quieren endeudarse. Esto provoca una reducción del consumo y la inversión y, a la larga, una acumulación de stocks. Para dar salida a este producto, las empresas se ven obligadas a bajar precios para seguir vendiendo, reduciendo así la tasa de inflación.

Teniendo en cuenta la economía doméstica, los grandes perjudicados a corto plazo por la subida de tipos son claramente las personas endeudadas o que quieren endeudarse, y los efectos ya se han empezado a notar. El euríbor a un año cerró junio en el 0,85%, un punto y medio más respecto al ejercicio anterior. Una subida de este tipo, según pronosticaron las asociaciones de usuarios, se traduce en un incremento de las hipotecas de entre 1.000 y 2.000 euros al año.

Por el contrario, los grandes beneficiados serán los ahorradores, pues en los próximos años tendrán rendimientos positivos por el simple hecho de tener depósitos en los bancos. Sin embargo, esta mejora en la rentabilidad no será suficiente para compensar la caída de ingresos derivada de la inflación actual.

Diferencias

La reducción de precios esperada por el BCE será muy diversa entre los sectores de la economía. "Dónde más tardará en notarse es en los bienes de primera necesidad", señala el profesor de finanzas de EAE Business School, Josep Bertran, quien considera que, los efectos de la política monetaria sobre actividades como la alimentación, se traducirán más bien en un cambio de hábitos de consumo.

Además, Bertran también señala la energía como uno de los sectores que se verá menos afectado por la subida de tipos, que es precisamente el principal catalizador de la escalada de precios. Por el contrario, actividades vinculadas al ocio y al turismo, la compra de automóviles y la adquisición y reforma de viviendas serán las más perjudicadas por la nueva estrategia de política monetaria.

La heterogeneidad de la eurozona también implicará un impacto distinto entre países. De hecho, según los últimos datos de Eurostat referentes a junio, las tasas de inflación en la zona euro se movieron entre el 6,5% y el 22%, registradas en Francia y Estonia, respectivamente. Según los expertos, los países donde más se notará la subida de tipos serán aquellos con una deuda pública más elevada, como es el caso de España, Italia, Grecia o Portugal. Además, no se descarta volver a oír la palabra "austeridad" de cara al próximo año si las incertidumbres no se desvanecen.

Complicaciones

Los expertos ven complicado hacer predicciones sobre cuándo se empezará a notar una desaceleración del IPC, pues, según la política monetaria, podemos tardar meses en ver caer la inflación. Sin embargo, el BCE se encuentra en una situación compleja, donde apostar por una subida de tipos demasiado brusca también puede comprometer la recuperación económica. Además, la enorme incertidumbre en el continente complica la labor puesto que, si ésta continúa, el riesgo de que el endurecimiento de la política monetaria se traslade sobre las expectativas de crecimiento económico aumenta.

De lo que no cabe duda es que el encarecimiento de los productos, seguirá siendo superior al incremento de los salarios, desencadenando la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores. Y una caída del consumo y la inversión obligaría a las empresas a sacrificar parte de su margen para sobrevivir, lo que podría acarrear una pérdida de empleo durante la segunda mitad del año.

Ante este escenario, Josep Lladós, profesor de economía de la UOC, sugiere avanzar hacia un pacto de rentas para reconducir la inflación, dado que la política monetaria tiene efectos limitados. "Deberíamos firmar un pacto de rentas plurianual de al menos tres años, que apuntase hacia la inflación subyacente y que propusiera incrementos salariales de acuerdo con los objetivos del BCE; así bajarían claramente las expectativas de inflación, tendríamos la garantía de que en dos o tres años recuperaríamos la capacidad adquisitiva y dejaríamos claras las reglas del juego a los empresarios", defiende.

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