Todo al 2030... Con el riesgo que ello conlleva

En 2022 se cumplen 40 años de la entrada en vigor de l’Estatut d’Autonomia

La ciudad de Valencia | iStock La ciudad de Valencia | iStock

Siempre ha habido fechas clave en España (y por ende en la Comunitat Valenciana) que han proyectado esfuerzos que de otra manera se hubieran quedado en un cajón. Porque, como han demostrado el teletrabajo y la digitalización, los sectores público y privado dan la sensación de saber lo que hay que hacer, pero son incapaces de trabajar a nivel estratégico comidos por el día a día.

Nunca se planteó la automoción como sector clave en la región. Y, sin embargo, la llegada de Ford a Almussafes ha supuesto un 11% del PIB, que se verá aumentado en cuanto se inaugure la planta de motores de Volkswagen en Sagunto.

A este respecto, la inauguración del V Congreso de Economía Valenciana tuvo lugar la semana pasada en Alicante con la presencia del President de la Generalitat Valenciana y los agentes sociales, en una serie de encuentros que se desarrollarán hasta noviembre con el objetivo de construir estrategias compartidas para el futuro.

La llegada de Ford a Almussafes ha supuesto un 11% del PIB

En 2022 se cumplen 40 años de la entrada en vigor de l’Estatut d’Autonomia, lo que confiere a este tiempo un estatus único para echar la vista atrás y plantearse si lo que se vislumbraba en 1982 ha llegado o no a término. Podríamos pensar, en cifras absolutas, que en efecto la evolución ha sido positiva. Si atendemos por ejemplo al hecho de que la renta per cápita de los valencianos haya crecido un 60%. Pero, como siempre, bajo las estadísticas existen más matices de los que ofrece un simple titular.

Por ejemplo, las mejoras de productividad y salarios han sido inferiores a las de otros territorios, situando a la Comunitat 12 puntos por debajo de la media nacional en el PIB por persona cuando en aquellos tiempos se situaba en la media.

La reducción del peso de la agricultura y las manufacturas (hacia las que se ha vuelto de nuevo la vista tras la pandemia), los altibajos de la construcción, el aumento de los servicios o el refuerzo de las actividades tecnológicas resumen las últimas cuatro décadas. Aunque lo que de verdad salta a la vista el crecimiento exponencial del sector público hasta gestionar un volumen de gastos equivalente en 2022 al 50% del PIB.

La sostenibilidad, el gran reto

Todo ello deriva en la conclusión de que la competitividad valenciana está todavía lejos de ser sobresaliente, por lo que según diversos expertos afronta los retos de lograr un tejido productivo y un sector público que se apoyen en los activos que se basan en conocimiento, generar sostenibilidad medioambiental en su desarrollo y alcanzar un crecimiento económico inclusivo, con ambiciosas políticas de nivelación de las oportunidades e ingresos de las familias.

Muchas de estas premisas están presentes en los objetivos de descarbonización primero de la ciudad de Valencia y más tarde de toda la Comunitat, En la transición verde, la generación de nuevos empleos de calidad y la transformación a nivel energético de diversos sectores.

Y, por suerte para la región, no solo los fondos Next Generation ayudarán en este tránsito, sino también la apuesta de la Unión Europea por las ciudades climáticamente neutras y la aparición de nuevos players privados en la lucha contra la huella de carbono como por ejemplo la startup Climate Trade.

Necesitaremos legislaciones inmediatas para conseguir en ocho años lo que no se ha podido obtener en 40

Sin embargo, volviendo al inicio de este artículo, tener un objetivo claro no supone que éste se alcanzará ocurra lo que ocurra. La capital del Turia, por ejemplo, no fue capaz de mirar al mar hasta que llegó la Copa América. Castellón, en tiempos de guerra y crisis, debe usar métodos más contaminantes para producir azulejos como consecuencia de la subida de los precios de la energía. Y Alicante lucha por atraer a nómadas digitales mientras su conexión con el resto del país es todavía demasiado precaria.

Necesitaremos legislaciones inmediatas para conseguir en ocho años lo que no se ha podido obtener en 40. Pero, sobre todo, apoyo a los sectores privados, donde la agilidad que jamás tendrá la Administración será clave para poder avanzar. Y es ahí, precisamente, donde una vez más aparece el embudo. Y, por desgracia, no parece que vaya a desbloquearse a corto plazo.

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