Green Urban Data es una de esas herramientas donde una podría sumergirse durante hora si es un poco freak de los mapas. La startup empezó con un plano abierto donde se podían ver las calles de València de acuerdo con diferentes indicadores como temperatura, calidad de la vegetación y sombras. Era curioso y sorprendente ver dónde se formaban islas de calor y, en definitiva, cuál era la calidad ambiental en cada parte de la ciudad. Era un proyecto piloto que ya no está disponible en la web. El motivo: lo presentaron en la feria de Málaga Greencities y, dada la buena aceptación que tuvo, Alejandro Carbonell y José Miguel Ferrer -dos arquitectos de carrera- vieron claro "que podía convertirse en un producto".
Pensado y hecho. Tocaron a la puerta de "la aceleradora de referencia", Lanzadera, y los seleccionaron para el programa Garaje (incubación de startups) en 2017. Invirtieron inicialmente 35.000 euros y empezaron tres personas; ahora son cinco. La cosa fue creciendo y llegaron a Lanzadera. Se han independizado hace poco, en octubre de 2019. Y ya tienen una cartera de clientes que no está mal: trabajan con los Ayuntamientos de València, Zaragoza, Torrent, Alcoi y Fuenlabrada, y también lo han hecho con los de Elda y Gandia. En cuanto a empresas privadas, tienen como clientes Idom y Ferrovial. En 2018 y en 2019 han facturado una cantidad similar, alrededor de los 100.000 euros.
Indicadores ambientales para ayudar a tomar decisiones
¿En qué consiste Green Urban Data? "Es una empresa que pretende mejorar la calidad de vida de las personas que viven en las ciudades en el ámbito medioambiental. Hemos desarrollado un software que permite elaborar indicadores ambientales para ayudar a tomar decisiones sobre las acciones más interesantes para la ciudad y donde se tienen que hacer", explica Carbonell. Concretamente, utilizan las imágenes que recogen los satélites a escala mundial y trabajan con ellas, información de acceso gratuito que ofrece el programa Copernicus de la Agencia Espacial Europea. "Lo que cuesta realmente es el análisis de la información, dar un dato que sea relevante para el municipio que estás analizando", observa el CEO. Así, captan datos físicos como la temperatura superficial de la tierra y del mar, la calidad de la vegetación, la humedad del suelo o la contaminación lumínica.
Isla de calor de València
Con esa información crean indicadores para ayudar a tomar decisiones. Por ejemplo, de temperatura: qué zonas son más o menos calurosas en la ciudad, qué colegios están más afectados por la radiación solar o qué áreas tienen menos vegetación y una exposición más grande al fenómeno "isla de calor" en verano. También analizan la vegetación, su efecto positivo, la reducción de temperatura que logran, la absorción de contaminantes, de ruido o de CO₂; igualmente, evalúan si está "bien mantenida" y tiene calidad. De este modo se pueden identificar qué zonas son más vulnerables a las temperaturas extremas, a los incendios, a la sequía o a posibles plagas.
"Veníamos del campo de la eficiencia energética, donde de manera casi inmediata podemos apreciar que si cambiamos a LED, ahorramos energía y dinero. Pero cuando hacemos una actuación urbana en la ciudad, ¿cómo medimos esa mejora? Nosotros somos capaces de medir cuánto CO₂ absorberá una actuación, cuánta temperatura reducirá, qué ahorro supondrá, etc. Tanto los ayuntamientos como las empresas que quieren hacer acciones de responsabilidad social corporativa pueden tener datos reales del que ha conseguido. Sabíamos que era bueno, pero ahora sabemos cuánto de bono es y nos permite hacer un seguimiento para ver si hemos logrado el objetivo que nos planteamos", señala Carbonell.
El CEO de Green Urban Data cuenta que se inspiraron en Sudamérica, donde ya "se estaba estudiando a escala científica la utilización de satélites por monitorar temas ambientales en las ciudades, puesto que al tener extensiones tan grandes, el uso de sensores no es viable". Su software SaaS también ofrece una aplicación de rutas saludables que compara el trayecto más corto con el más saludable -con más sombra, con menos alérgenos o con menos ruido- para moverse de un origen a un destino. Además, tienen un repositorio de recomendaciones que ponen a disposición de sus clientes. "Muchas veces nos encontramos que los técnicos ya tienen experiencia y no las necesitan, pero en otros casos, sí que nos piden que a nuestra herramienta informática se le añada una labor de consultoría", apunta Carbonell.
La entrada en 2020 marca un aumento de la demanda pública
Las recientes declaraciones de emergencia climática a las instituciones revelan un aumento de la concienciación para lograr un modelo urbano sostenible. En Green Urban Data han notado un incremento de la demanda sobre todo desde la entrada en 2020: "Más ayuntamientos se están poniendo en contacto con nosotros, preguntan más... cada vez tienen más inquietudes y necesidad de incorporar este tipo de información en su día a día".
La startup ha puesto al alcance del Ayuntamiento de València un visor de temperatura superficial y de la vegetación de la ciudad con un histórico de dos años que da un pronóstico de cuál será el impacto de las temperaturas hasta el año 2100 y qué impacto tendrá el fenómeno isla de calor. Además, permite ver la calidad de la vegetación en todo el término municipal y calcular ratios por habitante en barrios o zonas determinadas donde se quieren emprender acciones, así como comprobar la capacidad de absorción de CO₂ de los árboles o la superficie verde real que hay en los barrios.
La startup trabaja con València para saber el impacto de las temperaturas hasta el año 2100 y qué impacto tendrá el fenómeno isla de calor
Poner cifras a las acciones de RSC
El repunte de la demanda pública los ha sorprendido después de estar "paralizada por las elecciones", motivo por el cual decidieron abrir negocio a la empresa privada. Se centran principalmente en medir el impacto de las acciones de RSC, como las que se hacen para "compensar la huella de carbono con repoblaciones de árboles". "Nosotros los podemos ayudar a saber cuánto CO₂ compensará su acción", cuenta Carbonell. Igualmente, destaca que Green Urban Data es útil para las empresas que optan a un contrato público, puesto que las permite ajustar los servicios "el máximo posible a las necesidades reales del municipio".
Pone un ejemplo: "Una empresa nos ha consultado para presentarse a un concurso público para dar solución a un problema de saturación de la gestión de la poda doméstica. Nos pidieron la estimación de cuánta poda se está produciendo y cuántos residuos genera para ofrecer un servicio dimensionat. Son unos datos que, para conseguirlas con personal, necesitarías dos semanas".
Una tercera pata de Green Urban Data podría ser el público general, un target que dice que han valorado, a pesar de que no saben como llegar a él, qué ofrecer y como monetitzar-lo.
De cara al futuro, sólo se plantean "seguir creciendo y ser una empresa de referencia en cuanto a datos ambientales y sistema de gestión ambiental a las ciudades". Están centrados a seguir contratante con ayuntamientos y sobre todo con clientes privados. Carbonell cuenta que hay empresas parecidas a Green Urban Data y recuerda que el proyecto europeo Copernicus "tiene su propia aceleradora". "Más tarde o temprano aparecerán empresas que ofrecerán servicios similares y tenemos que intentar correr y posicionarnos cómo antes mejor", sostiene. La internacionalización, en cambio, la ven todavía lejos: "Preferimos ser profetas en nuestra tierra". Sin embargo, gracias a su política de partners, ya hay "alguna empresa" en México ofreciendo su producto.