• Una empresa es, también, un colegio

Una empresa es, también, un colegio

En una sociedad en la que el 40% de la población entre 25 y 45 años ha nacido en el extranjero, la empresa debe convertirse en colegio para ser un centro de aprendizaje de catalán

politica linguistica escola collegi
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Redacción VIA Empresa
Barcelona
05 de Noviembre de 2025 - 09:52

Este artículo no es, lector, ni la réplica ni la respuesta a uno de los artículos más leídos de hace dos semanas, titulado Un colegio es, también, una empresa, de Xavier Roig. Es, simplemente, otro recordatorio de que aquello que conocemos ampliamente como empresa –una unidad económica para la producción de bienes o servicios– lleva asociado desde tiempos inmemoriales un aspecto formativo sin el cual no habría podido nacer, reproducirse ni evolucionar.

 

Contra lo que se suele pensar, la empresa no nace con el capitalismo industrial de los siglos XVIII y XIX. Puede muy bien ser que en aquel momento diera el vuelco hacia lo que nuestro imaginario postindustrial reconoce como origen de nuestro mundo actual: el sistema fabril, la máquina de vapor, el crecimiento de las ciudades... Antes, sin embargo, ya existía la empresa artesanal basada en los pequeños talleres especializados que más tarde se agruparían en corporaciones de menestrales o gremios, también llamados colegios, formados por colegas o compañeros de profesión o de actividad.

Es bien sabido que para abrir un taller y poder ser miembro de un gremio, el aprendiz debía formarse bajo las órdenes de un maestro artesano. La formación era, pues, obligatoria e imprescindible, una característica que, debidamente transformada, ha llegado hasta las empresas de hoy en día.

 

Entonces, ¿qué tiene que ver todo esto con el catalán? En una sociedad como la catalana en la que el 40% de la población trabajadora entre 25 y 45 años ha nacido en el extranjero y, por lo tanto, apenas ha sido escolarizada en lengua catalana, la empresa debe convertirse en colegio para ser, también, un centro de aprendizaje (y uso) de catalán. Las razones son claras y transparentes en el caso de los trabajadores que atienden al público. En los demás casos, resulta de sentido común apelar a la responsabilidad social de las empresas para formar a los trabajadores en un capital de conocimiento y prácticas fundamental para evitar una fuerza de trabajo escindida entre aquellos que pueden acceder a trabajos más cualificados y aquellos que no pueden hacerlo por falta de conocimiento de la lengua propia y oficial de Catalunya.

Grandes empresas de Catalunya, sobre todo del sector de servicios, necesitan contratar mano de obra que no encuentra entre los nacidos en el país. El desconocimiento de la lengua en trabajadores que han superado la edad escolar se tiene que suplir posteriormente, y es por eso que en un futuro próximo veremos grandes marcas notorias del país añadiendo la lengua en el catálogo de formaciones que ofrecen a los trabajadores.

Estas iniciativas buscan promover un entorno laboral inclusivo y facilitar el crecimiento profesional mediante la adquisición progresiva del catalán. A veces bastará con diseñar programas basados en contextos laborales reales, o creando sistemas de mentoría interna, donde trabajadores y trabajadoras con buen dominio del catalán actuarán como referentes lingüísticos.

Colegios y colegas en la empresa serán clave, pues, para los nuevos trabajadores que deben ser participantes activos de una sociedad más cohesionada.