
La pandemia ha hecho juegos de manos. España encabeza a estas alturas dos ranking europeos a la vez: el del nivel de pobreza y el del ahorro. Por un lado, la exclusión social sube en menos de un año en el Estado, del 25,3% al 27; afectando a doce millones de personas (CaixaBank, 2020); sin los ERTES y la renta mínima de inserción, la población vulnerable –los más jóvenes, y las mujeres en general- se hubiera disparado mucho más. Por otro, con una tasa de ahorro por las nubes, el 16% de los españoles ha economizado más durante la pandemia, en proporción superior a la francesa o alemana, mientras el 40% afirma que sigue holgado y gana más de lo que gasta. La restricción de la movilidad, el menor interés por comprar productos y la previsión ante la bajada de ingresos han sido las causas principales (Intrum, 2021).
Crecen las bolsas de pobreza a través de todas las capas sociales. Esta población difícilmente recibirá ningún efecto beneficioso del Next Generation EU y tendrá que esperar a la reavivada económica a 2023 o 2025 para que llegue algún dinero a sus bolsillos y puedan empezar a salir del pozo.
Qué hacer con el dinero ahorrado
Las familias benestants guardan en el bolsillo más de 60.000 millones de euros adicionales (INE, 2021). Sin querer aguar la fiesta, vale recordar que una parte importante de la riqueza de los españoles rae en el inmobiliario; a pesar del alto valor sentimental del piso propio, la rentabilidad a la corta para la familia acontece muy baja. Lo mismo podríamos afirmar de los planes de pensiones, que representan el 6% del total del ahorro: se aprovechan más las generaciones siguientes que la que contribuye.
"Si no se pone en juego el dinero ahorrado en los bolsillos de los bienestantes poco cambiará la realidad"
Sea como sea, a esta parte de la población le sobra el dinero y no sabe qué hacer y, lo peor, donde invertirlos. Se incrementan los depósitos en renta fija, en renta variable o en fondo de inversión –por este orden (Inverco, 2021)-, pero su rentabilidad y la del inmobiliario muestran unos perfiles tan negativos que a pesar de ser mayoritarios atraen muy poco. Hay otra cultura inversora, mucho más moderna de acuerdo con la sociedad digital, pero que desgraciadamente avanza muy lenta. Se trata de vehicular los ahorros a través de plataformas de crowlending, diversificando los riesgos entre varios objetivos, o de participar en algunas de las rondas de las startups antes, durante o después de la fase de semilla; el riesgo es superior, muy acotado, y la rentabilidad no tiene nada que ver.
¿Qué hay que esperar de una situación cada vez más poliédrica? Aparte de mantener la intervención pública para mitigar la situación de los más débiles –indispensable, pero bastante poco transformadora de su realidad-, si no se pone en juego el dinero ahorrado en los bolsillos de los bienestantes poco cambiará. Son vasos comunicantes. Estos recursos y los que vendrán de Europa tendrían que acelerar la recuperación. Se tiene que trabajar en la divulgación de los proyectos, de los canales, de los riesgos comparados y de la cultura inversora nueva para espolear la inversión privada.
El momentum
La mitad de estos 60.000 millones de euros de sobre-ahorro lo gastarán los españoles durante 2021 y la otra mitad, en 2022 (Funcas, 2021). Hay que añadir: si han condiciones. Aparecen tres. La primera es la definición temporal de cuándo se produzca la conjunción entre la vacuna/el pasaporte sanitario/ y la inmunidad de rebaño, que minimizará el miedo a afrontar mayoritariamente e ingresar en algún tipo de normalidad. La segunda es si esta normalidad se abrazará inmediatamente, incluso con precipitación inmediata, o bien será gradual, escalonada o componiendo otras curvas. Y la tercera es de la actitud de los consumidores después del confinamiento: comprarán productos parecidos a lo que hacían antes y con la misma intensidad o bien la pandemia habrá provocado un efecto disuasorio en verso a determinados corderos, fruto de un cambio de valores.
"Identificar la oportunidad es el arte de aparecer en el 'momentum' oportuno"
Analizando estas tres variables de oportunidad, aparecen escenarios diversos, pero algunas características comunes.
- a) La pandemia no ha sido un paréntesis, sino que ha actuado de revulsivo en la forma de consumir.
- b) Impactan nuevos valores, como por ejemplo la moderación, la reducción de desechos, la adopción de medidas cotidianas sostenibles, el interés al participar en la producción y el servicio, hacerlo propiamente o reutilizar en vez de comprarlo.
- c) El tiempo de confinamiento ha hecho descubrir facetas inéditas o poco trabajadas, que perdurarán, como por ejemplo el uso de las nuevas herramientas digitales o el teletrabajo, que sustituirán numerosas relaciones presenciales.
- d) El tiempo se repartirá diferente a como se hacía antes; un año entero de nuevas rutinas ha abierto nuevas expectativas.
- e) Se refuerzan las tendencias al reencuentro de la familia, el hogar, la vecindad, que conducen inequívocamente al redescubrimiento de la corta distancia, de la ruralidad, que impulsa a las reformas de los apartamentos, a los cambios de domicilio, a la busca de la ruralidad.
- f) Habrá un periodo de explosión de consumo justo al momento de salida, distinto para cada grupo social, que se concretará en un denominador común como por ejemplo el turismo, la oferta cultural, la gastronomía, el wellness, es decir, principalmente en todo aquello que ha faltado durante la pandemia.
¿Avanzarse o esperar? Es un dilema relativamente fácil de resolver. Ninguna empresa, tanto si mantiene la actividad anterior, la modifica, o se va hacia otro sector, será capaz de estar presente en este rompecabezas de escenario más o menos inminente si no se avanza a diseñar su oferta precisa por el tempo de la salida. Las nuevas herramientas digitales hacen milagros para identificar la demanda puntual del consumidor, el nivel de satisfacción buscado, el momento de compra, el margen de precio deseado o el canal para recibir el producto, identificar la oportunidad es el arte de aparecer en el momentum oportuno. Mucho antes, sería prematuro y de difícil viabilidad mantener tanto de tiempo el tirón; una hora después, demasiado tarde. Es la conjunción de tenerlo todo preparado y presentarlo unos minutos antes.