Cafés Manigua y Cereria Masjuan, dos centenarios en ud

Desde el 1915, dos negocios con dos productos muy diferentes conviven en feliz armonía en una tienda singular en el centro de Mataró

Dos en ud. El local situado en la calle Santa Maria, 5, de Mataró, acoge en su interior dos comercios familiares centenarios. El año 1915, la Cereria Masjuan empezó a convivir con los Cafés Manigua, primero en dos espacios adjuntos, y desde los años 60, unificados en una misma tienda que ha llegado a nuestros días bajo la dirección de Enric Riera.

El pasado mes de mayo, Cafés Manigua recibió el premio al Comercio Centenario que otorga la Generalitat de Cataluña. Era la segunda vez que recogían el premio, puesto que la antigua Cereria Masjuan ya fue galardonada con el mismo reconocimiento unos años antes, el 2008.

Al principio fue la Cereria. Abierta en 1786, la cereria Masjuan fue pasando de padres a hijos hasta que, a principios del siglo XX, el negocio sufrió una fuerte bajada. Entonces fue cuando la familia decidió ir a hacer las Amèriques. Al volver, en 1915, la emprendedora bisabuela de Enric, Elvira Ricart, tuvo la idea de vender los cafés, chocolates y otros productos que habían descubierto al otro lado del océano. A los años 60, se hicieron reformas al local y la cereria y los cafés se fusionaron en un solo negocio: "Se unificaron dos cosas impensables, para ahorrar costes", explica Enric Riera, que lamenta que con esta reforma se perdiera la tienda modernista original.



Fieles a la tradición
Actualmente, la tienda está en manso de Enric y su mujer, que traen el negocio desde el año 1999. Disparo de una reforma realizada en 2002, Riera han conservado prácticamente intacta la idea de negocio: "Por mí, esta tienda es como una abuela. Le puedes cambiar el vestido pero no la esencia", explica, convencido que el que es importante es "mantenerse fiel a una idea de tradición".

No ha sido fácil. Dos productos tan dispares como las velas y los cafés han ido sufriendo altibajos al mercado. Un golpe duro fue el boom de la Nespresso y las cafeteres de cápsulas, admite Riera. "Nos hizo daño, pero nosotros nos mantuvimos en una postura firme y al final se ha visto que era el chocolate del loro, que son cafés caros y de no mucho calidad".

La calidad, para el responsable de Cafés Manigua, es una de las razones de ser. Por eso, explica, se han mantenido fieles a determinadas marcas y también a unos precios, porque, según dice, "nosotros no somos un todo a 100".

Un negocio traído con el corazón
Firmeza y pasión, este es el secreto de la longevidad del negocio. "Usamos más el corazón que la cabeza, sino, ya hace tiempo que habríamos cerrado", añade Enric, todo un romántico que, a pesar de las adversidades y las dificultades que supone salir adelante un comercio como el suyo, continúa al pie del cañón haciendo que el trabajo valga la pena.



Hoy, a Cafés Manigua se pueden encontrar desde los tradicionales cirios de oblació hasta cafés a granel, pasando por artículos más modernos como ambientadors, micados, incensos japoneses y tibetanos, chocolates, galletas y mermeladas u objetos de regalo. El producto estrella, pero, continúa siendo la mescla centenaria del café arábiga de diferentes países tostados a la leña.

Y es que una de las particularidades de Cafés Manigua es su fidelidad a la tradición del café torrefacte. "Somos los últimos que quedamos en Cataluña que tostamos el café con leña", remarca Riera con orgullo. Se nota que esta es su pasión por cómo explica el proceso de torrefacción: " ponemos los cinco sentidos".
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