El coronavirus ha sido el empujón definitivo para el Cirque du Soleil. La empresa de espectáculos más conocida del mundo, que ya estaba en una situación complicada antes del estallido de la pandemia, se ha declarado en quiebra. Acumula una deuda de 900 millones de dólares, ha anunciado que despide a toda su plantilla, de unos 3.480 trabajadores, y ha presentado un plan de reestructuración del capital.
El Gobierno de Quebec aportará 200 millones de dólares una vez se haya reestructurado el negocio, mientras que el resto de inversores -TPG Capital de EE.UU., la china Fosun Capital Group y el fondo canadiense Caisse de Dépôt et placement du Québec- inyectarán 100 millones más. Estos últimos, que compraron la compañía en 2015 por 1.500 millones de dólares, han presentado el plan de reestructuración al Tribunal Superior de Quebec y esperan respuesta de las autoridades.
Además, los propietarios han asegurado que crearán dos fondos de 20 millones de dólares para compensar a los profesionales que despedirá, así como a los contratistas. Aún así, el presidente y consejero delegado del circo, Daniel Lamarre, asegura que la intención es "volver a contratar a una sustancial mayoría de los empleados despedidos cuando lo permitan las condiciones económicas, una vez que se cancelen todos los cierres obligatorios y se puedan reiniciar las operaciones".
Ahora, se abre un periodo de 45 días para que se puedan presentar otras ofertas por la compañía. Después, será el Tribunal Superior de Quebec quien decidirá cuál es la oferta ganadora.