
20
de Junio
de
2013
Act.
28
de Junio
de
2013
El intercambio de tarjetas de visita está a la orden del día en la era del networking. Pero cuando da una de estas tarjetas después de hacer un contacto, el más normal es que se pierda en la cartera o en una montaña de papeles sobre el despacho del receptor. Así pues, qué tiene que tener una tarjeta para sobresalir?
De verdad quiere destacar?
Esta es la primera pregunta que hay que hacerse, y la respuesta no siempre tiene que ser afirmativa. "Tenemos que mirar el cliente potencial; si nos movemos en un sector moderno, atrevido y en el que se valora la creatividad la tarjeta tendrá que seguir estos mismos principios, pero en sectores más tradicionales como la banca, el derecho o el comercial es mejor ser conservador", explica el profesor del ESDI, Lalo Quintana. Así que, si se dedica a alguno de estos sectores, mejor no invierta muchos esfuerzos al ser creativo. Si su oferta realmente interesa, el cliente guardará su tarjeta y lo acabará trucando.
Qué información incluyo?
Quizás la gran pregunta. Inundamos la tarjeta de información o apostamos por el básico? Quintana opta más por esta segunda opción. "Anteshabía un bombardeo de información, pero creo que, hoy en día, es mejor optar para poner el nombre, el logotipo de la empresa, algún contacto y la página web, donde el cliente ya podrá ver nuestro trabajo", argumenta.
Un punto creativo
Optar por la simplicidad extrema es una opción, pero puede quedarse corta en algunos ámbitos más creativos. En estos casos, se puede buscar que el diseño hable sobre el trabajo que se hace. Es el caso del cantaor Cristian Saucedo, que quiso crear unas tarjetas que mostraran los diferentes palos del flamenco que dominaba. El encargado de hacer el proyecto una realidad fue Kevin Sabariego, de la empresa Tabula Raída. "El esencial para crear una tarjeta diferente es saber qué se quiere comunicar; en este caso era que el cantaor tocaba diferentes palos, que funcionan en varias secuencias rítmicas y que podíamos reflejar en un simple juego tipográfico", explica Sabariego.
Con qué otros elementos podemos comunicar?
En el caso de Saucedo se optó por la tipografía, pero se puede jugar con todos los elementos de una tarjeta. Eso sí, siempre manteniendo la coherencia con el que se quiere explicar. "He trabajado con gente del mundo de la cocina que me han pedido tarjetas con material y tinta comestible u otros del mundo audiovisual que han optado para hacerla con película", explica Quintana.
Quizás el receptor no entiende el mensaje...
El problema de ser tan originales puede llegar cuando nos pasamos de creativos y nuestro mensaje se convierte en no apto por todos los públicos. Por eso, Sabariego recomienda asegurar el disparo. "El que acostumbramos a hacer es crear dos niveles de lectura, una con la información básica, al alcance de todo el mundo, y otro con un mensaje más dirigido a los entendidos del sector, como es el caso de la tarjeta del cantaor". De hecho, Sabariego asegura que este tipo de tarjeta más creativa suele dar pie a conversaciones con el receptor para explicar el diseño y, por extensión, el trabajo que se hace.
Cuál es el tamany recomendado?
Volvemos a los básicos. En esta cuestión, el mejor es no arriesgar. "El mejor es optar por el estándar de 55x85, que es el tamany de una tarjeta de crédito; así te aseguras que entre en una cartera", argumenta Quintana. Se puede optar por opciones más alargadas o cuadradas, o incluso por tamanys mayores, como los Postal Free de 10x15, más llamativos, pero menos portables.
Cuántas tarjetas se tienen que imprimir?
Pues depende. Si se trata de un trabajador autónomo o de un trabajador de una pequeña empresa que repartirá las tarjetas durante sus visitas, Quintana considera que es mejor optar por querencias cortas, de entre 300 y 500 impresiones. En el caso de restaurantes y otros negocios que incluirán las tarjetas en la recepción y en el envío de cartas, se puede subir hasta las 1.000 copias, mientras que en el caso de las grandes multinacionales sale más por anticipado hacer querencias grandes, de hasta 10.000 tarjetas.
Cada cuando cambio el diseño?
De nuevo entra en juego la diferenciación entre los sectores más tradicionales y los más creativos. En el caso de las marcas consolidadas y vinculadas a sectores más conservadores, Quintana recomienda persistir en la visión de marca y crear tarjetas "eternas". Esto no vale para campos más imaginativos. "Si eres diseñador, o un emprendedor joven y creativo es mejor cambiar con cierta frecuencia, puesto que en estos campos las cosas caducan enseguida".
Incluyo un código QR?
Y aquí vienen las diferencias de opinión entre diseñadores. Quintana considera que es una buena opción para repetir la información de la tarjeta y aportar de nueva. "Es ideal para descargar la a información digital y lanzar la tarjeta", explica. Por su parte, Sabariego es partidario de no incluir. "Más que nada, porque es una tecnología que no se utiliza mucha por aquí; preferimos utilizar el espacio para incluir información". Cuestión de elección personal.
tengo bastante con la tarjeta?
Hasta no hace muchos años, con una tarjeta de visita había suficiente para darse a conocer a nivel profesional y, si bien en gran parte todavía es así, el cierto es que no está de más mirar otras opciones. "La tarjeta no deja de ser un elemento de imagen más en un proyecto visual más amplio; dependiendo de su protagonismo hay que invertir más o menos esfuerzos en su diseño", explica Sabariego. Quintana abre las puertas a otras opciones que pueden ser efectivas a la hora de buscar clientes o trabajo. "Si, por ejemplo, estamos en el campo de la publicidad podemos crear un querencia de 40 cajas con nuestra tarjeta y un pequeño portfoli de trabajo, o incluso crear folletines o pequeños diarios del tamany de una tarjeta de crédito, y distribuirlos por las agencias que conozcamos. Así aportamos información sobre quién somos y también sobre el qué hagamos".
De verdad quiere destacar?
Esta es la primera pregunta que hay que hacerse, y la respuesta no siempre tiene que ser afirmativa. "Tenemos que mirar el cliente potencial; si nos movemos en un sector moderno, atrevido y en el que se valora la creatividad la tarjeta tendrá que seguir estos mismos principios, pero en sectores más tradicionales como la banca, el derecho o el comercial es mejor ser conservador", explica el profesor del ESDI, Lalo Quintana. Así que, si se dedica a alguno de estos sectores, mejor no invierta muchos esfuerzos al ser creativo. Si su oferta realmente interesa, el cliente guardará su tarjeta y lo acabará trucando.
Qué información incluyo?
Quizás la gran pregunta. Inundamos la tarjeta de información o apostamos por el básico? Quintana opta más por esta segunda opción. "Anteshabía un bombardeo de información, pero creo que, hoy en día, es mejor optar para poner el nombre, el logotipo de la empresa, algún contacto y la página web, donde el cliente ya podrá ver nuestro trabajo", argumenta.
Un punto creativo
Optar por la simplicidad extrema es una opción, pero puede quedarse corta en algunos ámbitos más creativos. En estos casos, se puede buscar que el diseño hable sobre el trabajo que se hace. Es el caso del cantaor Cristian Saucedo, que quiso crear unas tarjetas que mostraran los diferentes palos del flamenco que dominaba. El encargado de hacer el proyecto una realidad fue Kevin Sabariego, de la empresa Tabula Raída. "El esencial para crear una tarjeta diferente es saber qué se quiere comunicar; en este caso era que el cantaor tocaba diferentes palos, que funcionan en varias secuencias rítmicas y que podíamos reflejar en un simple juego tipográfico", explica Sabariego.
Con qué otros elementos podemos comunicar?
En el caso de Saucedo se optó por la tipografía, pero se puede jugar con todos los elementos de una tarjeta. Eso sí, siempre manteniendo la coherencia con el que se quiere explicar. "He trabajado con gente del mundo de la cocina que me han pedido tarjetas con material y tinta comestible u otros del mundo audiovisual que han optado para hacerla con película", explica Quintana.
Quizás el receptor no entiende el mensaje...
El problema de ser tan originales puede llegar cuando nos pasamos de creativos y nuestro mensaje se convierte en no apto por todos los públicos. Por eso, Sabariego recomienda asegurar el disparo. "El que acostumbramos a hacer es crear dos niveles de lectura, una con la información básica, al alcance de todo el mundo, y otro con un mensaje más dirigido a los entendidos del sector, como es el caso de la tarjeta del cantaor". De hecho, Sabariego asegura que este tipo de tarjeta más creativa suele dar pie a conversaciones con el receptor para explicar el diseño y, por extensión, el trabajo que se hace.
Cuál es el tamany recomendado?
Volvemos a los básicos. En esta cuestión, el mejor es no arriesgar. "El mejor es optar por el estándar de 55x85, que es el tamany de una tarjeta de crédito; así te aseguras que entre en una cartera", argumenta Quintana. Se puede optar por opciones más alargadas o cuadradas, o incluso por tamanys mayores, como los Postal Free de 10x15, más llamativos, pero menos portables.
Cuántas tarjetas se tienen que imprimir?
Pues depende. Si se trata de un trabajador autónomo o de un trabajador de una pequeña empresa que repartirá las tarjetas durante sus visitas, Quintana considera que es mejor optar por querencias cortas, de entre 300 y 500 impresiones. En el caso de restaurantes y otros negocios que incluirán las tarjetas en la recepción y en el envío de cartas, se puede subir hasta las 1.000 copias, mientras que en el caso de las grandes multinacionales sale más por anticipado hacer querencias grandes, de hasta 10.000 tarjetas.
Cada cuando cambio el diseño?
De nuevo entra en juego la diferenciación entre los sectores más tradicionales y los más creativos. En el caso de las marcas consolidadas y vinculadas a sectores más conservadores, Quintana recomienda persistir en la visión de marca y crear tarjetas "eternas". Esto no vale para campos más imaginativos. "Si eres diseñador, o un emprendedor joven y creativo es mejor cambiar con cierta frecuencia, puesto que en estos campos las cosas caducan enseguida".
Incluyo un código QR?
Y aquí vienen las diferencias de opinión entre diseñadores. Quintana considera que es una buena opción para repetir la información de la tarjeta y aportar de nueva. "Es ideal para descargar la a información digital y lanzar la tarjeta", explica. Por su parte, Sabariego es partidario de no incluir. "Más que nada, porque es una tecnología que no se utiliza mucha por aquí; preferimos utilizar el espacio para incluir información". Cuestión de elección personal.
tengo bastante con la tarjeta?
Hasta no hace muchos años, con una tarjeta de visita había suficiente para darse a conocer a nivel profesional y, si bien en gran parte todavía es así, el cierto es que no está de más mirar otras opciones. "La tarjeta no deja de ser un elemento de imagen más en un proyecto visual más amplio; dependiendo de su protagonismo hay que invertir más o menos esfuerzos en su diseño", explica Sabariego. Quintana abre las puertas a otras opciones que pueden ser efectivas a la hora de buscar clientes o trabajo. "Si, por ejemplo, estamos en el campo de la publicidad podemos crear un querencia de 40 cajas con nuestra tarjeta y un pequeño portfoli de trabajo, o incluso crear folletines o pequeños diarios del tamany de una tarjeta de crédito, y distribuirlos por las agencias que conozcamos. Así aportamos información sobre quién somos y también sobre el qué hagamos".