La crisis de Lladró: ¿hacia donde va la porcelana valenciana?

Contamos el alzamiento y caída de un imperio que sedujo a Lauren Bacall o Michael Jackson a raíz del ERE, que refleja que el sector de la artesanía está en declive

La empresa Ladró vive un momento de crisis con el anuncio de un nuevo ERO La empresa Ladró vive un momento de crisis con el anuncio de un nuevo ERO

Mientras que la porcelana valenciana relacionada con el mundo de la construcción y las reformas crece de forma moderada, la puramente decorativa parece que no sólo se estanca, sino que entra en una grave crisis. Contamos la historia del alzamiento y caída de un imperio, Lladró, una de las primeras empresas españolas que se internacionalizó, todo un reflejo de las horas bajas que vive la artesanía valenciana de la porcelana.

Del Horta a Nueva York (con visita de Michael Jackson a Tavernes Blanques)

Era el 1953 cuando tres hermanos, hijos de dos labriegos sin estudios, decidieron crear su negocio haciendo figuritas de barro alrededor de un horno morú en el pueblo valenciano de Almàssera. Eran Juan, José y Vicente Lladró Dolz, los fundadores de la empresa que traería su primer apellido. Treinta años después abrieron una tienda-museo de nueve pisos entre la Quinta Avenida y Central Park en Nueva York, y diez años después, otro de 1.200 metros cuadrados en Breverly Hills, California.

Los establecimientos los inauguraban Tippi Hedren, Charlton Heston, Michael Douglas o Lauren Bacall. El cantante Michael Jackson visitó incluso la fábrica de Tavernes Blanques por petición expresa porque era coleccionista de Lladró. Allí tienen la llamada Ciutat de la Porcelana, donde exhiben incluso cuadros de Sorolla, El Greco o Zurbarán. El imperio parecía imparable: consiguieron internacionalizar la firma, crear piezas únicas en el mundo y convertirla en un símbolo de distinción y lujo.

Con el tiempo, pero, empezaron las luchas dentro del clan. José Lladró publicó el libro Luces y sombras de la empresa familiar donde reconocía que no había tenido "la humildad" de reconocer un "auténtico líder" entre los parientes o los mejores empleados. Con la jubilación de los tres hermanos, la firma pasó a la segunda generación. Después de peleas internas y públicas y en medio de un contexto socioeconómico mundial cambiando donde Lladró entró en pérdidas, decidieron vender el 100% de la empresa al fondo español PHI Industrial.

El declive de Lladró

La empresa familiar llegó a facturar 180 millones y a tener 2.650 trabajadores a principios del año 2000. La buena tónica cambió a partir de 2007 porque no fueran capaces de adaptar el modelo de negocio a las nuevas generaciones y empezaron las pérdidas y los despidos. Los últimos datos, los de 2018, dicen que facturaron 31,4 millones, un 6,4% más que el año anterior (2017, el primero en manos de los nuevos propietarios), y tienen una plantilla de 500 trabajadores. Poseen más de 30 boutiques exclusivas y más de 3.000 puntos de venta por todo el mundo.

A partir de 2007 no fueron capaces de adaptar el modelo de negocio a las nuevas generaciones y empezaron las pérdidas y los despidos

Los fundadores tranquilizaron a los trabajadores asegurando que estaba garantizado el trabajo a pesar del cambio de manos, pero PHI Industrial ve ahora que la central tiene una "organización sobredimensionada y demasiado compleja para la medida actual del negocio". Los números no son el que esperaban y el pasado mes de octubre la compañía ya puso en marcha un ERE que afecta 270 trabajadores de las cuatro empresas que conforman el grupo (Arte y Porcelana, Daisa, Porsa y Lladró SA) y que está previsto que acabe en marzo de 2020. La idea es no incrementar los niveles de producto almacenado, compasar la oferta a la demanda y potenciar la venta online y el canal de interiorismo y decoración. Ahora están negociando un despido colectivo con los sindicatos que afectará 81 trabajadores.

La centenaria Nadal se mantiene

Menos conocidas son otras empresas valencianas de porcelana, que trabajan con datos económicos más humildes, pero que tienen una tradición incluso más larga. Hablamos de Nadal, con más de un siglo de historia. Desde la empresa han preferido no participar en este reportaje, pero según cuentan en su web, José Asunción Marcara abandonó la tradición familiar agrícola -igual que hicieron los Lladró- para fundar su propia empresa el 1915 en Manises, una ciudad con una larga trayectoria en la cerámica (hoy tiene la sede en La Eliana). Nadal llevaba el apellido de su mujer, Margarita Nadal.

El único hijo de la pareja, José Asunción Nadal, continuó con la empresa familiar y la consolidó con exportaciones por todo el mundo. En 1975 entró la tercera generación de la saga con el limpio Enrique Asunción Gabriel. No han trascendido luchas por el mando ni por la propiedad de la empresa y, a pesar de tener unos resultados más modestos que Lladró, se ha mantenido en el tiempo de forma estable. Los últimos datos publicados hablan de que Creaciones Nadal tenía unos activos registrados por valor de 2,2 millones de euros en 2017, unas ventas de 1,7 millones (un 6,73% menos que el año anterior) y 11 trabajadores. No crece, pero se mantiene (que ya es demasiado).

La pequeña Porcelanas Mercedes sobrevive con un producto exclusivo

Por otro lado, conocemos la historia de la pequeña empresa familiar Porcelanas Mercedes, arraigada en Manises. Fundada en 1986 por Mercedes Alcácer, hoy es su hija, Mercedes Almazán, quien trabaja a solas "para llegar con objeto de mes", comenta medio en broma medio serio. Se dedica exclusivamente a fabricar flores de porcelana que se utilizan en pendientes, pulseras, colgantes o broches; nadie más lo hace. También como adrezos personalizados para novias y falleras. No tiene tiendas propias, sino que trabaja con establecimientos externos, sobre todo de zonas turísticas de las ciudades de Valencia, Córdoba, Madrid o por los alrededores de la Sagrada Familia de Barcelona. También exportan en Francia, Japón, Estados Unidos o Permanecía y trabajan con el British Museum de Londres y con algunos diseñadores.

Almazán: "Toda la artesanía está en crisis y más nosotros, que continuamos siendo bisutería y tenemos muchos competidores"

El reto actual, dice Almazán, es que el negocio "tenga una continuidad". Desde hace año y medio está sola en la empresa y dice que el sector ha cambiado mucho del que vivió su madre, en las décadas del 80 y 90, al contexto donde navega ella, la segunda generación. Se ha adaptado a los nuevos tiempos modificando el sistema de producción, y si antes tenían mucho producto listo para vender, ahora fabrican más bajo demanda: "Tenemos más de mil referencias, no podemos tener de todo. Sí que intentamos tener un cierto stock para servirlo cuanto antes mejor, porque cómo es un producto artesanal, tiene su tiempo de elaboración".

Porcelanas Mercedes fue galardonado con los premios que otorga la Cámara de comercio de Valencia en 1991 y 1998, y el 2000 recibió la Alfa de Oro de la Asociación Española de Cerámica y Vidrio "como reconocimiento a su producción artística". De esa época hoy quedan las ganas de trabajar y la pasión por la artesanía de la hija Mercedes Almazán, pero sabe que navega contra marea. "Es complicado. En general toda la artesanía está en crisis y más nosotros, que a pesar de ofrecer una bisutería que no hace nadie más, continuamos siendo bisutería. Tenemos muchos competidores", suspira.

Está por ver, pues, si las figuritas artesanales de porcelana se convertirán en el vestigio de una época de esplendor valenciano o si pervivirán y seguirán siendo un referente internacional y moderno.

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