Mi lugar favorito para desayunar en Valencia es una heladería. Fui por primera vez allí hace muchos años a tomar un helado de Luciana bañado en chocolate (nata, dulce de leche y galletas) y, obviamente no he dejado de volver. Como soltero, como casado y como padre.
Esta semana los he reencontrado como patrocinador en el BBVA Open Internacional de Valencia de tenis, el primer torneo WTA de la historia de la Comunitat. Y me han llamado la atención tres aspectos que además entroncan con tres teorías sobre la vida profesional actual y sus procesos.
Primera lección. Lo pequeño es capaz de adaptarse más rápido que lo grande. En un certamen de audiencia mundial, donde se reparten premios de hasta 115.000 euros y los sponsors suelen ser multinacionales o al menos corporaciones con una cierta envergadura, un negocio local es capaz de discernir cómo lo que muchas pyme considerarían un gasto se convierte en una inversión rentable. Y en una campaña de branding directo a los miles de personas que pasaron por el Sporting Club de Tenis durante diez días y que seguramente comiencen a tomarlo como lugar de referencia. Especialmente a las puertas del verano.
Cuando tienes claro tu público, tienes claras las acciones a realizar. O, al menos, vislumbras las oportunidades que pueden surgir
Segunda lección. Cuando tienes claro tu público, tienes claras las acciones a realizar. O, al menos, vislumbras las oportunidades que pueden surgir. Hablamos de un evento por el que han caminado (y consumido) miles de niños y niñas de diversos colegios, pero también una mayoría de familias que pueden consumir transversalmente sus productos. Que van desde granizados a gofres, pasando por bollería.
Tercera lección. Pueden conocerte por una cosa y hacer muy bien otra. Y eso te genera una posibilidad de margen de crecimiento inmensa. Hasta ahora no hemos hablado del titular de este artículo, pero es hora de hacerlo: la primera vez que llevé a tomar croissants a un amigo que había vivido en París, me dijo que eran los más parecidos que había probado a los que acostumbraba a tomar en Francia. Y, sin embargo, en absoluto constituyen el core business de su negocio.
La multipotencialidad
¿A qué reflexión empresarial y laboral, más allá de las ya expuestas, nos lleva este ejemplo? Sobre todo, a lo que se ha dado en llamar multipotencialidad. Y que evitó que una generación entera exhibiera sus verdaderos talentos porque se les explicó que solo podían trabajar en una cosa y para el resto debían considerar sus pasiones como hobbies.
Hoy día Google hace entrevistas de trabajo sin mirar la titulación. Únicamente te pide si sabes hacer una cosa y, si eres capaz, es indiferente que seas ingeniero aeroespacial o graduado social. Asimismo, asistimos de manera constante a trasvases de talento entre sectores diversos, que apenas parecen tener similitud ni en procesos ni en objetivos. Pero no es nada inusual ver gente que transita del mundo del deporte al de la medicina, aunque tengan poco o nada que ver sus funciones y conocimientos.
Hoy día Google hace entrevistas de trabajo sin mirar la titulación. Únicamente te pide si sabes hacer una cosa y, si eres capaz, es indiferente que seas ingeniero aeroespacial o graduado social
Hemos de dejar atrás la era de la frustración por creer que solo podemos trabajar en una cosa concreta. Y no sentirnos mal porque la que parecía la vocación de nuestra vida desaparezca en cinco o diez años. Porque no solo puede ocurrir, sino que va a hacerlo. Hay muchas cosas divertidas a las que podremos dedicarnos. Seremos personas distintas de las de hoy con el tiempo. Buscaremos nuevos retos o, simplemente, habremos satisfecho una etapa.
Quizá no haya que mirarse en Fernando Alonso o Valentino Rossi, que siendo leyendas continuaron hasta el final en algo que les apasiona pero que poco a poco es evidente que ha dejado de llenarles. Y es factible que un ejemplo más acorde a los tiempos sea David Beckham. Quien, sin ser el mejor futbolista del mundo, gana hoy más dinero que cuando era profesional y ha ejercido como modelo, empresario, emprendedor y algunas cosas más.
O mejor, miremos a nuestros padres. Obligados a ser banqueros cuando querían ser músicos. O abogados cuando buscaban ser periodistas. ¿Quién dice que no podían haber sido ambas cosas? ¿O muchas más? Hemos pasado una pandemia. Y estamos cerca de una crisis. Pensemos, al menos, qué nos hace felices en el trabajo. O más aún: cuál es el trabajo que nos hace realmente felices.