Comprar una entrada por el teatro es comprar cultura y emociones. Si la obra funciona, la sesión acabará con aplausos. Unos aplausos que Daniel Martínez sentirá como propios a pesar de no haber salido al escenario ni siquiera figurar como director de la obra. Martínez trabaja desde hace más de 27 años para traer al escenario los escritos de los dramaturgos desde su empresa, Foco. Este golpe, los aplausos sí que han sido dedicados a él, protagonista en la última tongada de Cruces de Sant Jordi.
El propio Martínez relata las sensaciones contrapuestas que sintió después de recibir la noticia sobre un galardón del que pueden presumir muchos artistas, pero muy pocos empresarios del arte. "Pasé de la sorpresa y de una gran alegría a un estado de preocupación por la responsabilidad que supone tener que mantener el nivel en el futuro", explica.
Momentos difíciles
El vínculo de Martínez con el teatro se remonta a tiempo antes de su etapa con Foco. El empresario se inició al teatro amateur en 68, uniéndose al movimiento de grupos teatrales que apostaban por obras con un punto de protesta contra la dictadura. Más tarde, formaría parte del grupo independiente Génesis teatral, con el que giró por teatros de todo el estado.
El presidente de Foco no duda al calificar de "puñalada" la última subida del IVA cultural –"hasta el 3 de agosto pasado, la asistencia de público a las salas crecía a un ritmo del 8% anual", argumenta-, pero no considera que sea lo peor momento del sector. "Ahora es un momento difícil, pero porque se había llegado a un punto impensable hace unos años; cuando empecé el mundo del teatro era un desierto y sólo salía adelante con la acción de francotiradores", recuerda.
Un empresario entre artistas
Es en este contexto de francotiradores donde aparece la oportunidad de negocio para Foco, un "complemento a la ambición de artistas y compañías", tal y como lo define Martínez, que ya ha producido más de 200 obras y por dónde han pasado más de 3.000 trabajadores y 1.200 artistas. El reciente Cruz de Sant Jordi reconoce que trabajar con artistas comporta una complejidad diferente a la otros retos empresariales. "Trabajamos con gente con ideas propias y fuertes, y tenemos que encontrar el equilibrio y la comprensión para resolver las necesidades artísticas con los medios de una empresa normalizada".