Distribuir películas, un negocio por amor

La distribución cinematográfica es uno de los pilares del negocio cinematográfico pero compuerta muchas dificultades, especialmente para las empresas pequeñas e independientes que operan en Cataluña

Entre la producción de una película y su estreno a las salas de cine hay todo un proceso prácticamente desconocido para la mayoría de personas. Se trata de la distribución cinematográfica, uno de los pilares del negocio cinematográfico, y el que hace posible que una película de cualquier nacionalidad llegue a las salas de casa nuestra. Sin la figura del distribuidor, muchos de los films que se hacen en todo el mundo quedarían por siempre jamás inéditos. Pero el trabajo de las distribuidoras es complicada y no siempre aporta los beneficios esperados. Muchos que se dedican lo hacen por amor al séptimo arte.

El primer trabajo del distribuidor, explica Carlos R. Ríos de NouCinemart , es conseguir los derechos de explotación de una película en un territorio determinado. Estos derechos se adquieren en festivales de cine y mercados internacionales. El distribuidor negocia con los productores o con agencias internacionales y compra los derechos de un film por un tiempo determinado. En la selección de las películas interviene "una parte de intuición" del distribuïdor, explica Ríos, especialmente en el tipo de obras que distribuye NouCinemart, una distribuidora surgida bajo el paraguas del Festival de Cine de Autor de Barcelona (De A) y que se mueve al margen del cine comercial de Hollywood.

La segunda fase es encontrar el cine para proyectar la película. Un batalla dura, puesto que las pantallas están mayoritariamente ocupadas por los grandes estrenos comerciales, y a los films alternativos los cuesta hacerse un espacio. "Hay muchas películas y no hay bastante salas para poder estrenarlo todo", admite Ríos, añadiendo que "el juego es complicado por las distribuidoras pequeñas". Los independientes acostumbran a tener salas aliadas "con las que ya tenemos confianza", si bien tampoco es una garantía. "Puedes haber estrenado 15 éxitos en una sala que esto no te asegura que te estrenen la que hace 16", explica Ferran Herranz, de La Aventura, otra distribuidora independiente nacida hace tres años y que también opera desde Barcelona.

En el Estado español existen diferentes tipos de distribuidoras. Hay las grandes mayores, como Warner o Paramount, que tienen Hollywood detrás y controlan la producción, la distribución y la exhibición en salas propias de los films más comerciales y esperados por el gran público. A su lado hay las grandes empresas nacionales, que pueden formar parte de grupos de comunicación, y que también apuestan por un cine más comercial. Sería los casos de DeaPlaneta, Emon o EOne.

Pero hay otro tipo de películas: cine europeo, de autor, independiente, films premiados a los festivales u obras más arriesgadas que también tienen su público y unas salas de cine dispuestas a apostar. En este campo, se pueden encontrar una serie de distribuidoras de medida mediana, como pueden ser Vertigo, Golem, Avalon o A contracorriente, la mayoría de las cuales tienen los quarters generales en Madrid.

Encontrar un agujero en el mercado
En Barcelona y Cataluña , el negocio de la distribución cinematográfica se define por la presencia de pequeñas y medianas distribuidoras independientes que intentan encontrar su agujero en un mercado dominado por las mayores y las grandes distribuidoras. Son empresas con estructuras muy reducidas y que apuestan por un tipo de cine de autor muy determinado, como en los casos de NouCinemart o La Aventura , que distribuyen cine de autor e independiente. La mayoría lo hacen movidos por el amor en el cine y no tanto por los beneficios que pueden sacar. A La Aventura, por ejemplo, hace tres años que se dedican y no ha sido hasta ahora que, gracias a mantener una mínima estructura empresarial, han podido empezar a vivir, muy modestamente, de la distribución, puesto que cómo comenta Herranz, "tenemos que reinvertir todo el que nos entra".

En el caso de NouCinemart, explica Ríos, tienen la suerte de poder compaginar la distribución con el trabajo de organización del Festival de Cine de Autor (De A). Irene Visa, que ha colaborado durante años con la empresa de Paco Poch y ahora se ha establecido como distribuidora freelance, asegura que "no se puede vivir de esto" y que hay que combinarlo con otras actividades, como ella hace como programadora del Festival In-Edit. Pero según explica Visa, ella misma se puso para distribuir películas "que me gustaban y que no encontraban otra vía de distribución".

De vez en cuando, aparece un caso como el de Ida, una pequeña y extraña película polaca, en blanco y negro, los derechos de la cual costaron relativamente poco por el éxito de taquilla que consiguió, gracias a la nominación a Oscar y el boca-oreja. "Todos los distribuidores querríamos películas como esta", confiesa Ríos. Las distribuidoras independientes, que apuestan por un cine de autor más arriesgado, cruzan los dedos para encontrar la "Ida" que haga posible invertir en otras películas.

NouCinemart hizo fortuna con la distribución de La Plaga, que vivió una reavivada después de ganar el premio Gaudí, y con Jauja, gracias a la presencia de Viggo Mortensen, que también fue el reclamo de Lejos de losHombres , uno de los éxitos que se ha marcado La Aventura, de la que llegaron a hacer 40 copias, una cifra enorme para una empresa de sus dimensiones. "El secreto es saber detectar aquello que cruces que puede generar dinero", dice Herranz.

Un golpe las películas agoten su presencia en salas, continúa el circuito por diferentes ventanas: canales de televisión, ediciones en DVD y Blue-Ray y plataformas de Video donde Demand (VOD), si bien esta última opción todavía tiene poco peso económico en relación a cómo funciona en otras partes del mundo. Los distribuidores saben que una de las claves para recuperar la inversión son las televisiones. "Es lo más crucial y el más complicado para las empresas pequeñas, pero tienen que ser capaces de vender a teles porque si no, no existirían", afirma Herranz.

Los distribuidores, igual que el resto de actores del negocio cinematográfico, sufren especialmente los efectos de la piratería. "En este país las operadoras de telefonía no nos han acostumbrado a pagar y se ha creado una bulimia de descargas. La gente se piensa que así joden a las grandes mayores de Hollywood, pero con la piratería pierde todo el mundo", concluye Ríos.
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